“El arte de gobernar generalmente consiste en despojar de la mayor cantidad posible de dinero a una clase de ciudadanos para transferirla a otra” Voltaire (S. XVIII).
En épocas de crisis y en todos los tiempos y lugares siempre ocurre lo mismo; aumenta el crimen. No nos referimos a la pequeña delincuencia del carterista, estafador o timador. Hacemos referencia al crimen a gran escala, al que arrasa con grupos enteros de todas las creencias, clases y estilos de vida. El crimen que significa el Gobierno omnipotente con su espiral de robo masivo (impuestos) y su cruzada criminal contra la libertad individual.
Los socialistas ya han lanzado varios globos sonda y no saben cómo decirlo. Que si contienen el sueldo de los funcionarios, que si suben impuestos a los ricos, que ahorrarán más. No tenga duda, desde el inicio de la crisis que se ve venir. Con un déficit esperado del 10% para el año que viene, una deuda que no para y con un Gobierno que gasta el doble de lo que ingresa, la subida de impuestos directos, indirectos y a todos los estratos sociales es irremediable.
Los ricos ya están preparando las maletas, los autónomos ven venir una debacle, la gente corriente (incluso en palabras del propio Gobierno) está aterrada con el aumento del desempleo que se producirá en el último trimestre de año. Mientras algunos países dan señales de repunte económico, España se sume en un profundo agujero negro. La gente va menos de vacaciones, los autónomos y las empresas cierran, aprueban EREs como nunca -Nissan ya lo hizo en julio y ahora se plantea otro-, la gente está más tensa, nerviosa y preocupada que nunca. ¿Cómo ayuda el Gobierno a la situación? Aumentando impuestos y obligando a las empresas a cerrar con absurdas leyes (ecológicas, sobre el tabaco, con trámites burocráticos…). En el peor momento, los altos burócratas sacan la pistola al ciudadano y le dicen: “la bolsa o la vida. Es por tu bien insensato”. El Estado, el único ladrón que se auto-legitima en lugar de avergonzarse de sus crímenes. El botín será para regalárselo a bancos, concesionarios, empresas del Plan E, lobbies y grupos de presión sociales, como sindicatos, actores y países donde gobiernan tiranos de todo tipo.
Cuando Blanco o Salgado dicen que todos nos hemos de apretar el cinturón, se refiere sólo a los españoles de la calle. Vean como “ahorra” e “invierte” el Gobierno. Van a gastarse cuatro millones de euros en un centro temático dedicado al lobo. Más de 67 millones de euros para hacer 58 películas (que probablemente no se lleguen ni a estrenar). 100 millones de euros (entre Portugal, España y la UE) para un centro de nanotecnología que, como siempre, no va a servir de nada ya que nace de la planificación central. Trece millones de euros para un aparcamiento en el Congreso. Cinco millones de euros para lanzar una cápsula a Marte -el típico gasto propagandístico que justifica dejar cada día a miles de personas en la calle. Un museo -al que no irá nadie, por eso lo hace el Gobierno- que nos costará dos millones de euros (la DGT con el pastón que se saca con sus radares también dará un millón de euros a una obra de teatro). 500 millones de euros para programas de nutrición infantil en el extranjero. Ahora los socialistas son más solidarios con los países foráneos que con aquel que le elige y paga sus caprichos. ¿Tenemos garantías que ese dinero tendrá el fin que el Gobierno dice en lugar de acabar en manos corruptos empresarios o políticos? Este dinero iría muy bien a los 500 autónomos que cierran al día. Trabajo, sin fondos para el subsidio de desempleo, gastará más de medio millón en una sola conferencia. Sin nombrar los 15.000 euros mensuales de la “progre” Leire Pajín.
Es curioso fijarse como desde la época de Voltaire -la cita que abre el artículo- las cosas no han cambiado. El Gobierno aplica la extorsión sobre unos -la mayoría- para quedárselo en mutuo beneficio y repartir el resto del botín saqueado entre sus camaradas.
El peligro adicional de este camino, el del Gobierno saqueador y omnipotente, es que no sólo nos despoja de nuestro dinero y trabajo, sino también de nuestra libertad, voluntad y capacidad de elección. Negar la libertad, es un crimen también. Con la nueva ley del tabaco cerrarán 5.000 bares (algo similar ha ocurrido en Reino Unido ya). No sólo es economía, nos dicen qué hemos de hacer en todo. Somos niños para ellos. El rebaño. Sus esclavos. Lo que nos deja perplejos es ver cómo aquellos que se dedican al negocio más antimoral, degenerado y partidista, la política, nos dan lecciones de “civismo” y comportamiento mediante el uso de la fuerza, de la ley. También de economía aún cuando la mayoría de los alcaldes y concejales de España no tienen ni la EGB. Estamos siendo gobernados por los tontos de la clase.
Las crisis son periodos donde la guerra del hombre libre contra el Estado se recrudece. El s. XX ha sido una muestra espantosa de esta lucha. Recordemos al gran Henry D. Thoreau: “La desobediencia es la auténtica fundadora de la libertad. Los complacientes merecen ser esclavos”. Recuérdela bien y reflexione sobre ella para no arrepentirse después. Ya empieza a ser demasiado tarde para una reacción.