Por… Beatriz De Majo C.
Desde la primera conexión china a internet en 1994 a esta parte,
el crecimiento de su acceso a esta red mundial ha sido espectacular.
Para 2008 el país asiático era ya el primer usuario global de la red de redes,
habiendo reemplazado a los Estados Unidos.
Al día de hoy el número de sus nacionales conectados es más del doble del
americano.
Dada la laboriosidad que es inherente a esa cultura y la avidez e inclinación a
los negocios lucrativos que los chinos han desarrollado en las últimas décadas
es natural que desde Beijing se les haya dado atención especial y se hayan
favorecido los proyectos encaminados a convertir al país en una potencia
mundial.
De hecho, ya China es el primer fabricante del mundo de equipos informáticos y
de productos electrónicos de consumo. Pero ello no es suficiente para sus
ambiciones: en el país sueñan con ser los primeros también en el plano de la computación
a escala planetaria.
Pero no todo juega a su favor. Los controles que las autoridades ejercen sobre
todas las actividades económicas y la obsesión regulatoria representan un freno
importante para los inversionistas del sector informático y de
telecomunicaciones.
Y por otro lado, estas son áreas de actividad enormemente dinámicas en las que
la innovación juega un papel fundamental. Mal puede la creatividad y la
inteligencia innovadora en lo digital hacerse de un espacio en una sociedad
donde la ausencia de protección de la propiedad intelectual es la regla.
De allí que Estados Unidos siga siendo quien establece el ritmo y además el
rumbo mundial de la computación y al igual que de la comunicación de nuestros
días.
El propósito de convertirse en los primeros, sin embargo, está vivo en el ánimo
de los planificadores de los centros de políticas económicas de la capital y
están dando pasos importantes para apuntalar la investigación, la enseñanza y
la innovación en los profesionales de estas disciplinas.
En el último trimestre de este 2011, una computadora china dotada de
microprocesadores de factura nacional consiguió ubicarse entre una de las
veinte más veloces del mundo, al romper la barrera petaflop, realizando un
trillón de cálculos por segundo.
Además de poder producir diseños de computación de primera línea como el de
esta computadora Sunway Bluelight MPP, los chinos están desarrollando otras
ventajas significativas en la operación digital con economías de energía, lo
que constituye una gran novedad que los colocaría a la cabeza de la próxima
generación de supercomputadoras mil veces más veloces que las más rápidas de
este momento.
Dentro de su obsesión de superar a Taiwán, que es ya un probado líder de estas
lides tecnológicas, las universidades chinas están graduando cientos de miles
ingenieros de hardware y programadores de software.
Los americanos, mientras tanto, sacan provecho de esta inclinación a lo
tecnológico de los asiáticos y Universidades como la de Berkeley de California
están ya estableciendo centros de formación tecnológica avanzada en grandes
ciudades chinas.
Un estudio que realizó la Universidad de Stanford sobre las inversiones de 700
firmas americanas en 2.200 chinas ha determinado que un crecido número de las
empresas que tuvieron buenos desempeños en Sillicon Valley están convirtiendo
al gigante de Asia en su próxima meta.
Suerte en sus inversiones…