Las bolsas occidentales van a permanecer en crisis durante buena parte de la próxima década, incapaces de proporcionar rentabilidades consistentes durante varios años. Así lo cree el último análisis de Longview Economics.
Este reputado servicio de análisis considera que una serie de indicadores económicos apuntan a que Occidente va a entrar en la “década de la crisis”, incapaz de resistir toda una serie de shocks económicos, y que las valoraciones bursátiles todavía se están recuperando de los excesos del año 2.000. Ahora bien, admite que es probable que le queden dos o tres años más a la tendencia alcista cíclica actual. Más allá, advierte de que las previsiones son negativas por tres razones principales:
1. Los ciclos de largo plazo.
Longview cree que hay pruebas contundentes de la existencia de ciclos a largo plazo (ondas si lo prefieren) tanto en la economía como en los mercados financieros. Normalmente duran entre 20 y 30 años y se caracterizan por tendencias de largo plazo, ya sea de apalancamiento (endeudamiento) o desapalancamiento.
La crisis de la deuda soberana en Europa es el último ejemplo de ello. Longview cita una investigación de McKinseys según la cual dos de los tres últimos grandes mercados alcistas en EEUU en los últimos 100 años han estado acompañados por un gran proceso de apalancamiento de la economía. Se trata de la tendencia de los años 20 y la que comenzó en los 80 y acabó en el año 2000. Sólo la tendencia de 1951-1968 no implicó un incremento significativo de la deuda de la economía.
La tendencia bajista de largo plazo que siguió al mercado alcista de los años 20 fue de la mano de un desapalancamiento a largo plazo. Y ahora, según Longview, parece que este desapalancamiento está en marcha en Occidente, acompañando a la nueva tendencia bajista de largo plazo.
2. Un entorno macro estructural preocupante
Los indicadores macroeconómicos estructurales son para preocuparse. Occidente tiene niveles récord de endeudamiento que, junto a una demografía más débil, una reducida creación de dinero y el riesgo de la deuda soberana, crean un entorno muy difícil para el crecimiento económico a largo plazo.
Longview selecciona una serie de países desarrollados candidatos a una crisis de deuda: Bélgica (alta deuda sobre PIB, ajuste estructural medio necesario); Italia (alta deuda sobre PIB y bajo crecimiento, aunque con un déficit público pequeño); Japón (alta deuda sobre PIB, elevado déficit, pobre demografía, bajo crecimiento; Reino Unido (elevado déficit y un sistema financiero exagerado); y también España y Portugal, aparte de la evidente Grecia.
Esta firma predice que “una crisis en uno de los mayores países de la lista causaría una fuerte turbulencia en los mercados y contribuiría a la continuidad de la tendencia bajista de largo plazo”. Por eso, su mayor preocupación es una crisis de deuda en EEUU. Este país sigue pudiendo endeudarse con el resto del mundo porque el dólar es la moneda de reserva global, pero Longview cree que, si no puede mantener la confianza en su divisa, se producirá una huida masiva de los activos en dólares. Este escenario es factible, a su juicio, si el desempleo se mantiene tan alto, se incrementa el quantitative easing o se percibe una mayor laxitud en el presupuesto.
3. Las valoraciones se están recuperando aún de los excesos de 2000
Esta firma sostiene que las valoraciones durante la crisis crediticia nunca han alcanzado los niveles exageradamente bajos desde los que suelen comenzar las tendencias alcistas de largo plazo, ya que los excesos de la economía no se han purgado suficientemente. Con el rally desde marzo de 2009 claramente por encima de los niveles medios de largo plazo, Longview espera que el máximo de valoración de 2000 -el pico de la burbuja TMT- debe seguir purgándose.
La conclusión es que, después de tres décadas de endeudamiento creciente en Occidente, el proceso de desapalancamiento está muy lejos de terminar. Con perspectiva histórica, predice que este proceso provocará tormentas económicas que pueden llevar a nuestros países a una situación a la japonesa, con una década perdida y una tendencia bajista estructural en la bolsa. Un superciclo de las materias primas también puede prolongar este efecto, porque la demanda de los países emergentes impulsará sus precios.
El resultado es que las economías occidentales son cada vez más vulnerables a numerosos shocks, y seguramente no van a poder ofrecer una expansión continuada durante varios años. Eso, combinado con unas valoraciones bursátiles muy por encima de la media del ciclo, da “un entorno en el que la actual tendencia bajista estructural de la bolsa probablemente va a durar mucho”.