El díéficit de las administraciones públicas en Estados Unidos se contrajo un 35% en agosto. La diferencia entre los gastos y los ingresos bajó hasta 147.900 millones de dólares, comparado con los 190.000 millones de hace doce meses.
El díéficit acumulado en los 11 meses que dura el presupuesto, ascendía a 755.300 millones de dólares. Todos los expertos esperan que en el mes de septiembre se produzca un superávit, lo que dejaría las cuentas del Estado en la mejor situación de los últimos cinco años.
En esta mejora han influido tanto el aumento de los ingresos, como la reducción de los gastos. Por un lado, la expansión de la economía y del empleo, así como la subida de los impuestos han permitido a Estados Unidos incrementar la recaudación. En concreto, en el mes de febrero aumentaron un 3,6%. Por el otro, la reducción de los gastos -entre otras cosas provocadas por el famoso sequester-. El importe de las facturas de la administración estadounidense ha caído un 10%.
La mejora podría no ser suficiente para los republicanos, que piden al gobierno del presidente Barak Obama que siga reduciendo los gastos. Entre otras cosas solicitan que no implante la reforma sanitaria –conocida como ObamaCare-.
En las próximas semanas, los congresistas estadounidenses se enfrentan a un examen importante. El país tiene asignado un techo de deuda de 16.700 millones de dólares, una cifra que está muy cerca de alcanzar.
Si los congresistas no aprueban un aumento de esa cifra, el Estado podría encontrarse ante un escenario de posible default, aunque la mayor parte de los expertos creen que no se va a llegar a ese extremo.
