Por... Mary Avilíés
La llegada de la nueva generación de empresas de tecnología y los altos salarios de sus empleados ha generado un "boom" inmobiliario en San Francisco (California, EEUU), que amenaza con cambiarle el rostro a esta emblemática ciudad.
El sueño dorado que cada año atrae a miles de personas a esta cuna de movimientos sociales como el hippismo y el de los derechos de los homosexuales se encuentra en sueldos de más de 100.000 dólares anuales, paquetes de acciones, comida y servicio de lavandería gratis y transporte hasta las sedes de empresas como Facebook, Google o Apple, ubicadas en la península, al sur de San Francisco.
Estas empresas y otras con sede en la ciudad, como Twitter o Zynga, saben que muchos de sus empleados suelen ser hombres, sin hijos, que alquilan en vez de comprar y que prefieren estar en San Francisco y no en la península o en el sur de la bahía, suburbios por excelencia donde las familias echan raíces.
"Anteriormente por un aviso de renta llamaban unas diez personas a la semana. Hoy día llegan más de cien correos electrónicos en un día", dijo hoy a Efe Eddie Martínez, profesional de bienes raíces con 30 años de experiencia en San Francisco.
Los alquileres han subido una media del 12,3 % en el último año y, a finales de 2013, un aviso en la web de anuncios clasificados Craiglist ofrecía dormir en un sofá por 1.075 dólares al mes, lo que desató las reacciones en las redes sociales.
"Este ha sido el tercer 'boom' inmobiliario" en la ciudad, explicó Martínez, en referencia al de principios de los ochenta y durante el auge de las punto.com, en los noventa.
Una de la consecuencias de este aumento ha sido el fenómeno de las conversiones: "Donde vivía una o dos familias ahora pueden sacar cuatro apartamentos pequeños porque la gente que lo alquila solamente quiere un lugar para dormir".
Martínez no deja de sorprenderse ante la nueva ola de residentes: "Yo atendía familias que ahorraban por años para comprar una casa, ahora veo los ingresos de jóvenes de 26 años sobre los 150.000 dólares que no les importa pagar 4.000 o 5.000 dólares por una vivienda y, si se juntan dos o tres, pues mejor".
Comprar una casa en San Francisco cuesta unos 772.000 dólares, mientras que el promedio de ingresos es de 72.947 dólares, de acuerdo con el censo.
Además, el 24,4 % de los residentes de la ciudad está bajo el umbral de la pobreza y muchos de ellos viven en las aceras de los edificios donde los empleados reciben clases gratuitas de pilates.
El Instituto Brookings de Washington publicó la pasada semana un informe que apunta que las personas adineradas de la ciudad se han vuelto más ricos y los pobres tienen ahora menos recursos, brecha que se abrió vertiginosamente entre 2007 y 2012.
"Ninguna otra ciudad vio un aumento similar de ingresos (28.000 dólares de promedio) entre sus clases más pudientes durante ese período", afirma este informe sobre la desigualdad.
El proceso por el cual la población original de un sector o barrio es progresivamente desplazada por otra de un mayor nivel adquisitivo, ha creado tensiones entre los residentes de la ciudad y que se manifestaron en las protestas en contra de los autobuses que estas grandes compañías tecnológicas han dispuesto para llevar a sus trabajadores a las oficinas.
Muchos de los manifestantes se quejaban de que este tipo de transporte ponía aún más en evidencia la diferencia de clases entre los que toman el transporte público, con sus habituales defectos, y los que viajan en modernos vehículos con wi-fi incorporado.
Las quejas iban más allá, al acusar a estas empresas de ser malos vecinos por no estimular la economía local al proveer comida gratis a sus empleados y por aprovecharse de los recortes fiscales y no dar a cambio "suficiente".
Mientras tanto, la antigua clase media trabajadora de la ciudad ha sido desplazada hacia otros lugares en el este y sur de la bahía por no poder costearse el nuevo San Francisco. Esta realidad queda reflejada en una cifra, los 1.716 desalojos que se produjeron entre marzo de 2012 y febrero de 2013.
Los desalojos y los autobuses motivaron a un grupo de manifestantes en enero pasado a plantarse frente a las oficinas de la Asociación de Profesionales de Bienes Raíces de San Francisco para protestar contra el desplazamiento de los habitantes originales y defender la diversidad que siempre ha caracterizado a la ciudad.
Durante su discurso sobre el estado de la ciudad celebrado en diciembre pasado, el alcalde, Ed Lee, describió la situación como una "autíéntica crisis" que ha movilizado a legisladores a endurecer las ya de por sí estrictas normativas municipales para regular las rentas y evitar el desalojo de inquilinos.
A petición de Lee, el senador estatal Mark Leno presentó un proyecto de ley que previene que los especuladores compren edificios de apartamentos, echen a sus residentes y transformen las unidades para la venta.
Sin embargo, los barrios de esta ciudad han comenzado a cambiar de rostro, como ocurre en Mission, el enclave latino por excelencia y que antiguamente tenía problemas de pandillas, pero al que Google podría trasladar algunas de sus oficinas