2ª división - Eibar-Celta
Un punto deslucido
El Celta estrena su casillero en Ipurúa con un empate que no despeja las dudas con que ha arrancado el equipo viguíés.
Julio Bernardo, ENVIADO ESPECIAL a Eibar (Guipuzcoa)
EIBAR 0 - 0 CELTA
EIBAR: Zigor; Alvaro Martínez, Urzelai, Añibarro, Raúl García; Larrazabal, Lombraña, Insa (min. 63, Carlos Rubíén), Beltrán (min 75, Sutil), Cases; y Yagí¼e (min. 70, Toquero).
CELTA: Notario; Edu Moya, Peña, Rubíén, Fajardo; Jonathan Vila (min. 91, Michu), Renán, Rosada, Oscar Díaz, Ghilas (min., 87, Dani Abalo); y Dinei (min. 78, David Rodríguez).
írbitro: Antonio Píérez Riverol, del colegio tinerfeño, auxiladio en las bandas por Vázquez Fernández y Zancada Lobato.
Incidencias: Unos cuatro mil espectadores en Ipurúa. Cuarta jornada de la Liga Adelante (Segunda División A). Terreno de juego en perfectas condiciones para la práctca del fútbol.
El Celta estrenó su casillero con un deslucido empate en Ipurúa ante el combativo Eibar. Un punto que frena la escalada de terror en la que el equipo había convertido el arranque liguero pero que no despeja en absoluto las desasosegantes dudas que se ciernen sobre el grupo que dirige Pepe Murcia, que volvió a ofrecer una imagen lastimera. Tan sólo la solidez de Notario, que salvó al equipo con dos formidables estiradas en el segundo tiempo, impidió que el equipo viguíés encadenase una cuarta derrota. Porque el Eibar puso la ambición y el juego y el Celta, privado de talento por decisión tíécnica, apeló al músculo como vía de redención. Si no puedes ganar, lo mejor es no perder y con esta idea planteó Murcia un partido en el que la mejoría defensiva no enmascara los colosales problemas de este equipo a la hora de dar sentido al juego y su alarmante falta de pegada: cuatro partidos, cero goles.
Acaso porque las peculiaridades del campo y el estilo del rival lo exigían y seguramente porque la prioridad era mantener la portería incólume, Murcia dio un giro radical a la alineación. El políémico descarte de Trashorras, el fichaje franquicia, fue el punto de partida de un once revolucionario con triple pivote defensivo (Vila acompañó a Renan y Rosada en el eje de de la medular) y cambio de piezas en la retaguardia (Peña por Noguerol y Fajardo por Fabiano en el flanco izquierdo). Arriba, en cambio, poca salsa: í“scar Díaz y Ghilas de enlace, y Dinei en punta. Se ve que ni la deprimida situación del equipo ni las características del duelo, de los de cuchillo entre los dientes, aconsejaban concesiones al talento. Pero el Eibar, que formó con dibujo más atrevido, tampoco hizo fluir el balón y el choque pronto se convirtió en un frontón de doble sentido en el que la pelota cambiaba de dueño mucho antes de tocar el suelo.
El Celta, al menos, no cometió errores fatales. Es más, los chicos de Pepe Murcia hasta se emplearon en la presión del adversario con un intensidad salvaje, completamente desconocida hasta la fecha. Esto le permitió manejarse con cierta comodidad durante los minutos iniciales del choque, en los que el Eibar se vio sorprendido por la agresividad de los cíélticos. Pero la sensación de peligro, apenas sazonada con un par de disparos lejanos de Renan y í“scar Díaz, se disipó en cuanto el rival, que tampoco se asomó a los dominios de Notario, se asentó sobre el campo. Y así el partido se espesó hasta convertirse en una tortura de tanto balón por el aire cambiando de manos. Firme atrás, el grupo de Murcia intentó recurrir a la movilidad de Ghilas y í“scar Díaz para armar alguna contra pero los azulgranas desactivaron sin apuros cualquier conato de peligro y confirmaron los enormes problemas de este equipo para generar ocasiones de gol. El Celta llega poco y define con exasperante candidez.
El Eibar, aprovechando que la presión celeste decayó notablemente tras el descanso, llegó más fácilmente y hasta puso a prueba a Notario con un poderoso disparo de Insa, que armó la pierna en la medialuna tras un error de marcaje de Renan. La acción animó a los armeros, que pusieron una marcha más al partido y pusieron al descubierto las carencias defensivas del Celta, primero con un eslalon de Cases, que hizo un boquete a Edu Moya y sentó a Peña antes de estrellarse con Notario, que salió al cruce de forma providencial para abortar el peligro. Acto seguido, el cancerbero celeste volvió a salir al rescate del Celta al desactivar un mano a mano a Carlos Rubíén, que se había plantado ante sus narices tras un grave error de marcad del otro Rubíén, el del Celta. Las llegadas del Eibar se hicieron cada vez más presentes e inquietantes sin que el Celta diese la sensación de cómo salir del atolladero. Ni el Celta ni Pepe Murcia, que a pesar de comprobar como el Eibar acrecentaba su autoridad, se resistía a mover el banquillo. Lo hizo a doce minutos del final dando entrada a David Rodríguez por un apagado Dinei. Pero el Eibar no cedió terreno, trató de imprimir velocidad a su juego ante un Celta cada vez más desconcertado y apático, como desbordado por la energía del adversario. El cuadro celeste se limitaba a sacarse la pelota de encima como el que achica agua de un barco que se hunde. La entrada en el campo de Abalo y Michu con el tiempo casi cumplido no mejoró las cosas. Al final un punto de doce posibles y un ocíéano de dudas.