Por… Nicolás Cachanosky
Casi de manera unánime se señala que la “mala†distribución del ingreso es un serio problema social. El socialismo moderno, por ejemplo el Socialismo del Siglo XXI, está llamado a corregir este vicio del sistema de mercado capitalista. El capitalismo, sostiene la crítica socialista, puede ser eficiente pero es inmoral, dado que no resulta en una equitativa distribución del ingreso para todos. Los empresarios (a veces de manera inconsciente) explotan a sus trabajadores debido a la “lógica productiva del capitalismo.†El empresario puede ser una buena persona, es la lógica del sistema lo que lo lleva a explotar a sus trabajadores incluso sin ser consciente de lo que hace a nivel social.
Esta tesis sufre de dos serios problemas. Por un lado deficiencias teóricas. Por ejemplo, no es lo mismo quien acumula fortuna siendo un empresario exitoso que provee bienes y servicios que mejoran la vida de los consumidores que quienes acumulan fortunas haciendo uso de la fuerza del estado para obtener un mercado cautivo. ¿Podemos criticar la “moralidad†de la fortuna de Fidel Castro o Nicolás Maduro de la misma manera que la fortuna de Jeff Bezos (Amazon) o de los creadores de Google o Facebook? Por otro lado, el socialismo tampoco parece ser aun capaz de distinguir entre libre mercado por un lado y capitalismo de amigos por el otro. Es un serio desliz, sino un acto de deshonestidad intelectual, no distinguir entre “capitalismo de libre mercado†y “capitalismo de amigos (crony capitalism o capitalismo corrupto).†¿Desde cuándo el liberalismo ha defendido la corrupción y los beneficios del estado a los empresarios ineficientes y amigos del poder?
Pero más allá de estas inconsistencias conceptuales, la tesis de que el capitalismo genera más desigualdad no resiste los datos empíricos. Si es cierto que los países más capitalistas, es decir, más libres, generan mayor desigualdad de ingresos, entonces deberíamos ver que a mayor libertad económica más desigualdad y a menor libertad económica menor desigualdad. Esta confusión se basa en una ilusión o efecto estadístico. Al ver si realmente los países más libres son más desiguales en su ingreso que los menos libres hay que observar todos los países, y no sólo seleccionar uno o dos pares de países. De lo contrario, podemos caer inconscientemente presa de sesgar la selección a favor de los resultados que esperamos. Tanto el crítico como el defensor del libre mercado pueden elegir dos países para defender sus respectivas posiciones. Al observar toda la muestra, en cambio, este problema desaparece.
Cómo se puede ver, no hay una diferencia clara entre los países más libres y los menos libres. No importa si usted nace en un país libre (capitalista) o en un país sin mercado libre (socialista o no capitalista), si se encuentra en el 10% de la población más pobre su grupo recibirá alrededor del 2,5% del ingreso total. El panorama cambia, sin embargo, si vemos cuál es el ingreso efectivo que ese 2,5% representa.
Dada esta información. Si usted sabe que va a pertenecer al sector con 10% de menores ingresos, ¿preferiría vivir en un país libre y ganar $10.500 anuales o en un país sin mercado libre y ganar menos de la díécima parte, unos $930 anuales? Cómo se puede apreciar, la crítica socialista al libre mercado sobre la mala distribución del ingreso no sólo no es cierta, sino que los países con mercados libres poseen mayores ingresos reales y, por lo tanto, menos pobreza. Distribución del ingreso no es lo mismo que pobreza. Un país pobre puede tener una perfecta distribución del ingreso y todos sus habitantes vivir por debajo de la línea de pobreza (¿Cuba? ¿Corea del Norte? —despuíés de ignorar la fortuna de dudoso origen de sus gobernantes)
Veamos dos datos más. Se ve que los países más libres crecen más rápido que los menos libres. Y dado que la libertad económica no afecta la distribución del ingreso, ¿no son entonces los países de mercados libres los que más contribuyen a disminuir la pobreza en lugar de los países menos libres?. Son los países que crecen, los países libres, lo que contribuyen a la disminución de la pobreza que muestra el segundo gráfico. China y países de Asia adoptando principios de mercado.
El socialismo, sin embargo, no cesa con sus críticas. No es raro escuchar sectores de izquierda recomendar “socialismos†como el de Suecia o Noruega, por dar dos ejemplos. ¿Quíé tan socialistas son estos países? Pues no mucho cuando los comparamos a nivel mundial. Según el último índice de Libertad Económica de la Heritage Foundation, estos países rankean 20 y 32 respectivamente sobre un total de 178 perteneciendo al grupo de países mayormente libres. Es decir, el socialismo critica al capitalismo y propone, como alternativa, un socialismo muy capitalista. Por más “socialistas†que se quiera presentar a estos países, siguen perteneciendo al mundo occidental, que es el marco institucional al que se refiere el liberalismo clásico (a lo que se refiere con la palabra capitalismo, tíérmino de origen marxista).