Ante «las expectativas de que la incertidumbre política crezca a nivel tanto regional como central» en España, JP Morgan ha recomendado a sus clientes no invertir en deuda española. Así consta en un informe con fecha del pasado miíércoles, día que se conoció el último barómetro del CIS y que otorgó a Podemos una estimación de voto del 22,5%.
El primer banco estadounidense por activos baraja dos posibles escenarios electorales para España: o una gran coalición entre PP y PSOE, o una unión entre el centro-izquierda y la izquierda, lo que incluiría al partido que lidera Pablo Iglesias. De materializarse este escenario, «la preocupación sobre la economía aumentaría especialmente ante el programa radical de Podemos».
En el informe, que está elaborado por los analistas Gianluca Salford y Marco Protopapa, tambiíén se advierte de que los inversores de deuda se podrían sentir «incómodos» ante propuestas como la eventual auditoría pública que Podemos llevaría a cabo en caso de llegar al poder. Con esta actuación, tal y como han afirmado diferentes miembros del citado partido, se decidiría quíé parte de la deuda pública es legítima y cuál no lo es, lo que podría desembocar en un impago de la misma.
La consulta catalana, el posible adelanto electoral y el «nerviosismo» que esta situación puede generar entre los inversores es el otro gran motivo que JP Morgan esgrime para recomendar a sus clientes que se inclinen por la deuda irlandesa antes que la española, según un informe de JP Morgan al que ha tenido acceso Bloomberg.
Actualmente, el bono irlandíés a 10 años, que es al que directamente se hace referencia en el informe, ofrece una rentabilidad del 1,7%, mientras que el español cotiza en el 2,1%. Sobre ambas naciones pesa el estigma de ser países perifíéricos de Europa que han tenido que solicitar algún tipo de ayuda financiera a Bruselas. Ante estas similitudes, la entidad recomienda inclinarse por Irlanda y evitar los riesgos políticos de España.
Estas inseguridades, y especialmente el factor catalán, ya fueron señalados en septiembre en una entrevista con EL MUNDO por Andrew Goldberg, estratega global de J. P. Morgan Asset Management -la gestora de la entidad-, por lo que es un factor de preocupación que lleva meses instalada en las mesas de los analistas internacionales. Otra prueba de ello es que, la semana pasada, la agencia de calificación Fitch emitió un informe en el que señalaba la cuestión catalana, además de la inestabilidad política, como los factores que podrían llegar a provocar una rebaja en el rating soberano de España. En concreto, la agencia hablaba de una posible «crisis constitucional derivada de la ruptura de las relaciones entre el Gobierno central y el catalán», a lo que añadía «la creciente inestabilidad política» derivada tanto de la irrupción de Podemos, como de los numerosos casos de corrupción en los que se han visto implicados numerosos cargos políticos.
Tambiíén la pasada semana, Barclays publicó otro documento en el que aseguraba que el auge de la nueva formación política y las tensiones con Cataluña eran los principales focos de preocupación para la economía española. «Los riesgos en 2015 podrían llegar de la política», señalaba este informe en el que tambiíén se apunta que «el sólido comportamiento del partido de extrema izquierda Podemos en las elecciones europeas de mayo podría dificultar la formación de un Gobierno». Sobre la cuestión catalana, los analistas de la entidad británica se sorprendían de que los mercados parezcan «en calma ante los recientes acontecimientos políticos en Cataluña». Por ello, continuaba el informe, «creemos que los mercados están siendo claramente complacientes sobre este riesgo, porque la probabilidad de independencia no es negligible».
De hecho, hasta el momento no se ha producido ningún capítulo de fuerte tensión bursátil derivado de esta situación. Al menos, no uno en el que la apuesta independentista haya sido la principal responsable. Sí ha habido, en cambio, tensiones en la prima de riesgo en ciertos momentos de preocupación, como en las jornadas previas a la consulta escocesa. Esa votación se entendió como un reflejo de lo que podría pasar en España y, tanto fue así que, con la victoria del no, la prima cayó 10 puntos.