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Autor Tema: Santander admite estar descontento con su filial en EEUU pero descarta venderla  (Leído 94 veces)

Eguzki

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Ocurrió ayer en la conferencia bancaria anual que organiza Morgan Stanley en Londres. En la sesión de preguntas posterior a su exposición, los analistas preguntaron a Josíé Antonio ílvarez, consejero delegado del Santander, por la situación de su filial en EEUU. Y su respuesta fue que la entidad española "no está contenta con la calidad de su filial norteamericana, tanto desde el punto de vista de la experiencia de los clientes como de su tamaño", según recoge el propio banco de inversión en el resumen que elabora de cada intervención. Un portavoz del Santander no hizo comentarios sobre esta información.

Ahora bien, ílvarez dejó claro que la intención del banco es solucionar los problemas de su filial, para lo cual está "trabajando duramente", y no dio ninguna indicación en el sentido de que estíé considerando ponerla a la venta, según el citado resumen. La referencia al tamaño es muy relevante en este caso, puesto que el Santander siempre ha sostenido que su criterio a la hora de entrar en un paí­s es hacerlo con masa crí­tica suficiente para ser uno de los principales jugadores (por esa razón descartó la compra del italiano Carige). Y en EEUU carece de ese tamaño mí­nimo.

Lo cierto es que su unidad estadounidense no les ha dado más que disgustos casi desde la propia compra del 25% del antiguo Sovereign en 2006. Esta compra se hizo con un compromiso de lanzar una OPA a un precio que llegó a estar un 1.000% por encima de la cotización del banco en bolsa tras la crisis de Lehman, mientras que el Santander acumulaba píérdidas de 2.500 millones de dólares. Finalmente, en octubre de 2008, en lo más duro del derrumbe financiero, prefirió rescatarlo a dejarle caer ví­ctima de una fuga masiva de depósitos, con una oferta por el 75% que le costó otros 1.400 millones de dólares (1.900 millones de euros al cambio de entonces).
Desde entonces, el Santander ha intentado replicar en ese paí­s el modelo de negocio que tan exitoso ha sido en España y Brasil –e incluso en Reino Unido–, pero no lo ha conseguido. Cuando Emilio Botí­n decidió unificar todas sus marcas, rebautizó la filial como Santander USA, pero tampoco sirvió para darle el impulso necesario. Y el colofón llegó con los test de estríés de la Reserva Federal, que ha suspendido en 2013 y 2014 por criterios cualitativos (aunque sus niveles de capital superan el mí­nimo exigido en el escenario adverso).

El momento de la verdad

Ante esta situación y con el relevo en la cúpula del primer banco español, parece que ha llegado el momento de tomar decisiones, y las palabras de ílvarez en Londres suenan a última oportunidad. En principio, la intención es solucionar los problemas que han llevado a estos suspensos y tratar de enderezar el rumbo del negocio en ese paí­s. La cuestión es si Ana Patricia Botí­n está dispuesta a poner los recursos necesarios en una labor de resultado muy incierto, y más cuando una de las prioridades estratíégicas del banco es la máxima eficiencia en la utilización del capital por paí­ses y por negocios.

Otra salida serí­a acometer una adquisición que le aporte esa masa crí­tica, pero Santander dejó pasar la oportunidad de comprar a precio de saldo con la crisis financiera –sí­ la aprovechó en Gran Bretaña con las operaciones de Alliance & Leicester y Bradford & Bigley, que fusionó con Abbey– y ahora se antoja una misión bastante más complicada y, desde luego, bastante más cara. La tercera opción, si fracasan las anteriores, serí­a poner a la venta la entidad beneficiándose del buen momento del mercado y de la solidez de la recuperación económica en EEUU para tratar de maximizar su valor. Y olvidarse de su aventura americana, como BBVA ha tenido que olvidarse de su aventura china.

Eduardo Segovia

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