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Autor Tema: 1929 vs 2008 semejanzas y diferencias  (Leído 836 veces)

Orpheo

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1929 vs 2008 semejanzas y diferencias
« en: Octubre 30, 2008, 01:30:22 pm »
1929 vs 2008, semejanzas y diferencias


Islandia nacionalizó sus bancos a principios de semana y hoy ya es un "estado fallido", sin derecho ni siquiera a "corralito". Su moneda, la corona islandesa, es historia y solo queda el FMI para un posible rescate. Los islandeses literalmente están vaciando los supermercados ante la certeza de un inmediato desabastecimiento. Mientras, el sheriff Gordon Brown a activado la ley antiterrorista (confiscación de bienes islandeses) contra una Islandia arrasada por las armas financieras de destrucción masiva, fabricadas en la City de Londres. Ya no caen solo Fondos Hedge y bancos sino estados enteros. Estamos entrando de lleno en la Gran Depresión 2.0.

Especulación en los años 20 versus especulación en los 90-2000

El crac del 29 fue el tí­pico derrumbe de una estructura piramidal basada en el instrumental propio de la bolsa. La euforia habí­a conducido a una hipervaloración de las acciones de las compañí­as. La población que participó de forma más o menos intensa en la fiebre especulativa fueron unos centenares de miles.

Los años 20 fueron una íépoca de crecimiento económico. La producción y el empleo eran buenos y habí­an ido aumentado a lo largo de la díécada. Los negocios eran prósperos y generaban ganancias que animaban a abrir nuevas empresas. Entre 1925 y 1929 el número de empresas manufactureras aumentó desde 183.000 a 206.700 y en 1929 las empresas de automóviles fabricaron 5 millones y medio de vehí­culos, cifra que no se volverí­a a alcanzar hasta 1953. Era un crecimiento inducido por la inversión productiva más que por el consumo.

A mediados de los años veinte Florida fue sacudida por una sonada especulación en bienes raí­ces. Las clases pudientes, cada vez más ricas, estaban parcelando sus futuras villas de vacaciones al sol. En realidad ni siquiera se especuló en terrenos sino en pagas y señales por el 10% del supuesto valor, que se revendí­an luego en sucesivas oleadas. Se trató simplemente de una especulación del tipo la Cerdaña en los años 90, pero en una Florida que, además del incentivo del sol y las playas, presentaba de vez en cuando el desagradable inconveniente de los huracanes y tifones. Dos huracanes en otoño de 1926 bastaron para hundir, además de unos cuantos yates, las díébiles bases de aquella pirámide especulativa.

Los años 90 y 2000 fueron, en cambio, una íépoca de destrucción acelerada del tejido industrial. Las empresas deslocalizaron todo lo susceptible de ser deslocalizado. El modelo WW (Wal Mart – Wall Street) se impuso definitivamente. La construcción era el único sector industrial que creció – un crecimiento anormal que era en realidad la base de apoyo del apalancamiento especulativo en el sector financiero - pero en este caso se trataba además, en buena parte, de una especie de deslocalización interna a base de mano de obra inmigrante a precios de saldo.

En realidad el crecimiento de los años 90 y 2000 era más virtual que real. Entre 1983 y el 2006 la parte de los salarios en el PIB de la Unión Europea habí­an caí­do un 8,3% y los de EEUU más todaví­a. Así­ pues la economí­a real no seguí­a a la euforia financiera... si no era a base de príéstamos. Los hogares norteamericanos tomaron príéstamos entre 1998 y 2006 por un importe superior - ajustado a la inflación - a todos los prestamos contratados en los 30 años anteriores.

Buena parte del consumo no obedecí­a a la calidad de los salarios sino a la mala calidad de los príéstamos. El crecimiento a partir del crac de las punto.com fue básicamente fruto de una fuerte y generalizada especulación inmobiliaria inducida premeditadamente por un sistema financiero hipertrofiado que a su vez se habí­a lanzado a la especulación más desenfrenada utilizando las hipotecas como combustible para una parafernalia de productos derivados.

Los años 20 fueron una íépoca de beneficios altos y crecientes, las perspectivas parecí­an razonables y los precios de las acciones se habí­an mantenido relativamente bajos durante el primer decenio. El último batacazo especulativo se remontaba a los principios del siglo, tiempo suficiente para que el especulador de encefalograma plano vuelva a constituir el combustible necesario para la escalada irracional de los precios de los tí­tulos. Condiciones ideales pues - el caso prematuro de Florida era una muestra - para que se desencadenara una especulación bursátil en toda regla a partir de 1927. En todo caso las autoridades colaboraron hasta cierto punto expandiendo la oferta monetaria como resultado de la presión exterior para que EEUU equilibrara su balanza de pagos.

Pero en ningún caso se trató de una especulación inducida conscientemente.

En cambio los sucesivos procesos especulativos de las últimas díécadas han sido claramente inducidos por la autoridades monetarias. Alan Greenspan dejó los tipos de interíés a cuasi cero para que la especulación que se retiraba de las punto.com se lanzara al inmobiliario.

La participación en la las sucesivas corridas de la burbujeante economí­a de los 90 y los 2000 fue inmensamente superior a los implicados en la especulación del 29. Son centenares de millones las economí­as domíésticas, directamente afectadas por el holocausto bursátil-inmobiliario, que se van a desenganchar de sus antiguos hábitos de consumo.

Se trata de un sistema incapaz crecer por si solo si no es a golpe de especulación. El componente básico y quizás fundamental de la famosa globalización no es otro que la desaforada especulación sin freno. De hecho la dependencia respecto a la especulación es total. El sistema ha perdido cualquier capacidad funcional en condiciones de “mono”. Sin algo en que especular el sistema se colapsa.

El "mercado" no es una entelequia atemporal sino una institución normativa histórica y ha venido siendo modificado durante las últimas díécadas mediante sucesivas reformas (la famosa desregulación) en beneficio primordialmente de la actividad especulativa.

El mercado real en la actualidad rezuma especulación por todos sus poros y los inversores-especuladores han interiorizado profundamente el "instinto de enjambre" durante las últimas díécadas locas. Los fondos de inversión y los fondos Hedge se imitan las estrategias de inversión unos a otros (si se equivocan, el error lo habrán cometido todos y así­ el manager, gestor del fondo, evita responsabilidades) exacerbando así­ la magnitud de los ciclos especulativos de forma que vivimos inmersos en una economí­a de burbuja crónica global.

Causas de la Gran Depresión 1.0 versus causas de la Gran Depresión 2.0.

Galbraith, en su famoso libro “El crac del 29” enumera, a modo de sí­ntesis, las causas de la Gran Depresión subsiguiente:

1. La píésima distribución de la renta

Entre 1919 y 1929 la productividad en el sector industrial aumentó en un 43% aproximadamente mientras que los precios y los salarios se mantuvieron estables con lo que toda la ganancia se trasladó a los beneficios que en gran parte se dedicaron a consumo de lujo y más inversión productiva (un aumento del 6,4% anual). El factor fundamental del crecimiento eran pues las inversiones en capital estimulada por los crecientes beneficios. Los ricos cada vez eran más ricos pero invertí­an en la economí­a del paí­s. El rí­gido patrón oro implicaba un pastel de dimensiones estables, el crecimiento del cual solo estaba beneficiando a un sector cada vez más restringido de la sociedad.

El 5% de ricos recibí­a el 1/3 de toda la renta nacional. Cuando experimentaron la licuefacción del valor de sus tí­tulos, la contracción en la demanda resultante no podí­a ser compensada por la díébil capacidad de consumo del resto de la población.

En los 1990s y 2000s tambiíén se produjeron fuertes avances en la productividad mientras que los asalariados perdí­an poder adquisitivo en tíérminos reales al carecer de fuerza de negociación para seguir la escalada de los precios. Pero todo ello ocurrí­a bajo unos parámetros distorsionados que distaban mucho de los que se manejaban en los años 20.

El desequilibrio en la distribución de la renta llegó a niveles inverosí­miles. El consumo de lujo tambiíén aumento a cotas estratosfíéricas pero en cambio la inversión productiva se contrajo notablemente. Los beneficios en el sector industrial o manufacturero no respondí­an a las expectativas cuando se podí­an doblar o triplicar en un sector financiero, que libre del corsíé de un patrón monetario fijo, y apoyado por la revolución informática y una legislación local y “global” favorable, se habí­a lanzado a una alocada carrera hacia el vací­o.

2. La deficiente estructura de las sociedades de la íépoca.

En los años 20 los “holdings” y los “trust de inversión” constituyeron el frágil andamiaje para el apalancamiento especulativo. Cuando cambió el signo del mercado la palanca actuó en sentido contrario barriendo en pocos meses casi todos aquellos castillos de naipes empresariales.

En los 1990s y 2000s, los “holdings” y los “trust de inversión” seguí­an funcionando con ligeros retoques y cambios de denominación. Pero el apalancamiento se habí­a dotado de un andamiaje mucho más sofisticado y potente capaz de verdaderos milagros en el ámbito de la especulación.

El nivel de concentración corporativo es muchí­simo superior en la actualidad, mucho más diversificado y mucho mas apalancado. De la "calidad" de la estructura corporativa de los últimos años el ejemplo paradigmático - y el modelo - es Enron, cuya estructura se describe en otra parte de este blog.

3. La píésima estructura bancaria

Se ha atribuido a la fragilidad del sistema bancario de la íépoca gran parte de la culpa y de la falta de reacción ante la crisis del 29. No existí­an las regulaciones bancarias que se impondrí­an durante el New Deal y que reforzarí­an el sistema de válvulas de contención del sistema de la Reserva Federal (No existí­a algo tan fundamental como es la obligatoriedad del encaje de los depósitos bancarios en el Sistema de la Reserva Federal). Cuando un banco local quebraba no podí­a recurrir al prestamista de última instancia y en su caí­da arrastraba entidades perfectamente solventes.

Sin embargo, los bancos no tuvieron un papel destacado en la burbuja que no fuera el de suministrar príéstamos a los especuladores del mercado a plazo.

En los 1990s y 2000s los bancos se convirtieron en principales agentes que facilitaron el combustible especulativo. Reconvirtieron sus estructuras para convertirse en verdaderas casas de juego con niveles de descapitalización descomunales. Se apropiaron de los recursos de los pensionistas que se encontraron, sin saberlo, asumiendo cotas altí­simas de riesgo con los ahorros de toda una vida. De entidades de depósito y críédito se reconvirtieron en cadenas de producción y amasamiento de sofisticados y camaleónicos “productos financieros” capaces de convertirse ellos mismos en objeto de la especulación más desaforada. En realidad muchas de las más respetadas entidades financieras eran en realidad macrofondos hedge involucrados en lo más inconfesable de los trapicheos financieros. (ver el artí­culo: Paraí­sos fiscales de este blog)

4. Situación del comercio exterior.

En los años 20 EEUU tení­a superávit comercial y prestaba al exterior. El crac implicó la liquidación de los críéditos al exterior, con los cuales se habí­a venido equilibrando la Balanza Internacional de Pagos. Desde entonces el balance sólo pude equilibrarse, principalmente, mediante una reducción de las exportaciones. Esto derrumbó los mercados algodoneros, del trigo y del tabaco.

La situación exterior ha cambiado radicalmente. EEUU arrastra desde hace años un díéficit comercial creciente y un enorme endeudamiento exterior que financia a su vez una deuda pública de proporciones gigantescas (más de tres veces el PIB) todo ello sólo posible por el papel del dólar-papel como patrón monetario internacional.

Tambiíén este creciente desequilibrio ha sido aprovechado para apoyar las andanadas especulativas de los últimos años. El prestamista de última instancia ya no es la Reserva Federal, ni siquiera el gobierno de los EEUU, sino el conjunto del planeta que se ve chantajeado a financiar el doble díéficit norteamericano ante la amenaza del derrumbe del sistema internacional de pagos.

5. Los conocimientos de economí­a.

En los años 20 y 30 hubo malos economistas y perversos consejeros que durante la crisis y la depresión cargaron su orientación hacia el tipo de medidas más apropiadas para empeorar las cosas. Se apostó por el equilibrio presupuestario y hasta 1932, EEUU se dedicó a aumentar sus reservas de oro, a pesar de la deflación general, y a impedir cualquier iniciativa para la devaluación del dólar. El temor a la inflación mantuvo los tipos de interíés altos enrareciendo el críédito.

Como ha venido ocurriendo muy a menudo, las indicaciones de los economistas parecen funcionar cuando todo va bien y dejan de funcionar en absoluto cuando las cosas se complican.

En los 1990s y 2000s la inopia de las cátedras de economí­a se se manifestaba en la contemplación extasiada del fenómeno de la Globalización, una especie de estadio superior del sistema económico que lo convertí­a en algo admirable, irremisible, inatacable, y por supuesto insumergible.

Recesión subyacente y especulaciones inducidas: En este contexto, las fiebres especulativas se interpretaban como saludables y perfectamente controlables, a pesar de algunas consecuencias indeseables para los incautos que resultaban pillados en ellas. En realidad las especulaciones de los últimos años han sido conscientemente promovidas, inducidas e instrumentadas desde los años 80, como la panacea frente a la recesión subyacente.

Los gurús de “la nueva economí­a” se postulaban ellos mismos como el nuevo valor del crecimiento exponencial gracias a la “economí­a del conocimiento” donde las “ideas” se constituyen en las nuevas fuerzas productivas que dejarí­an en un papel menor a todas las demás.

Los conocimientos de economí­a fallaron estrepitosamente en preveer la magnitud de los acontecimientos. Los complicados modelos economíétricos demostraron que sólo serví­an para regodearse - y obtener buenos márgenes para los clientes- cuando las cosas iban viento en popa. Nadie habí­a pensado en modelos en los que las cosas emperoran seriamente.

No intervención en el 29 versus intervención loca en el 2008.

A parte de las fechas del calendario, se repiten tambiíén algunos tics como es el caso de la “reunionitis aguda” de los fines de semana y lunes negros o rebotes _"rebote del gato muerto" según la jerga del parquet _ . Las apresuradas declaraciones de los lunes de que no se va caer en lo mismos errores de los años 30, para justificar rescates públicos a mansalva para unos actores financieros que solo esperan que pase la tormenta para volver a las andadas.

Se ha acusado a los gobiernos de los años 20-30 que no reaccionaron y que más bien se inhibieron de la situación de sus mercados de valores. Entonces, como ahora, se hicieron multitud de reuniones de nivel, pero aquella reunionitis formaba parte de la tradición anglosajona del "meeting" o la lluvia de ideas, que en general acaba sin ninguna resolución. El "laissez faire" se impuso ante la inoperatividad pública. La mayorí­a de las acciones se desvalorizaron completamente y se produjo una espiral deflacionista que se llevó por delante industria, comercio y sector agrí­cola alzándose altos í­ndices de paro y miseria.

A diferencia de entonces los actuales gobiernos sí­ están saliendo a la palestra, pertrechados con los fondos de los contribuyentes de hoy, y por lo visto, de muchas díécadas venideras.

¿Deberí­an estar satisfechos los ciudadanos germanos cuando se adelantan Angela Merkel asegurando el 100% de los depósitos, o Gordon Brown anunciando la nacionalización de toda la banca británica?.

En la práctica se está abriendo una ventanilla de última instancia para jugadores compulsivos y manirrotos, en fase depresiva, que la van a emplear en lo único que saben hacer, una orgí­a especulativa final, apostando sus propias ví­sceras.

Pero además estás jugando con fuego si la capacidad de endeudamiento del estado comprador no alcanza y algunos fondos hedge se lanzan contra su moneda. Es lo que les ha pasado a Islandia.


Pero al mismo tiempo se está hipotecando el capital que en los años treinta acabó sacando a la economí­a de la recesión. El New Deal y las ayudas posteriores al sector productivo fueron posibles gracias a unas finanzas públicas saneadas que incluso permitirí­an Planes Marshall para sacar del atolladero a las demás economí­as.

La Administración de Roosevelt, a partir de 1932 llevó adelante varios programas para mejorar la situación de los desempleados, sacó adelante una legislación para la recuperación del sector agrí­cola, implementó la National Industrial Recovery Act que estableció incentivos y subsidios al sector industrial, la National Labor Relations Act que establecí­a unas relaciones laborales más justas, la Social Security Act que proveí­a seguro de desempleo y aseguraba las pensiones de los mayores, ... Todo eso gracias a que no se habí­an malbaratado los recursos públicos en salvatajes, "nacionalizaciones" de píérdidas ni compras de obligaciones basura.

De nada de todo eso se habla en las reuniones de más alto nivel de los ajetreados fines de semana. Gordon Brown sale diciendo que nacionalizará todos los bancos ingleses, es decir, "todas sus píérdidas". Si no se trata de una bravuconada, varias generaciones de británicos van a acarrear el pago de intereses y capital de una deuda espeluznante. No contento con ello, da orden de aplicar la "ley antiterrorista" confiscando todas las propiedades de titularidad islandesa en su territorio porque algunos de sus conciudadanos habí­an depositados sus ahorros en las cuentas de altos rendimientos de los quebrados bancos de Reikiavik. ¿En que está quedando la cacareada globalización y el libre mercado?

Así­ pues estamos enfrentando un fenómeno de unas proporciones inmensamente mayores que las de los años 20-30 y las reacciones que estamos viendo son propias de un atajo de dirigentes irresponsables, extraordinariamente mal asesorados, incoherentes e irracionales, y son medidas de un alcance y unos costes absolutamente suicidas.

En las condiciones actuales el crac del 29 hubiera sido un minicrac, y a la depresión que lo sucedió habrí­a tambiíén que cambiarle el adjetivo pues la verdadera GRAN Depresión, con mayúsculas, es la que nos va a tocar vivir -y quizás para algunos afortunados sobrevivir - a nuestra generación.



En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.

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1929 vs 2008 semejanzas y diferencias parte II
« Respuesta #1 en: Octubre 30, 2008, 01:31:03 pm »
Tras la Gran Depresión 1.0.: Reforma legal, institucional, y sobre todo social

Aunque tarde al final se instrumentaron una serie de reformas legislativas y se procedió a la reforma y/o creación de un entramado de instituciones de control (obligatoriedad del encaje de los depósitos bancarios en el Sistema de la Reserva Federal, las leyes de quiebra, la SEC (Comisión del Mercado de Valores), la separación entre banca comercial, susceptible de recurrir a la ventanilla del Banco Central, y banca de negocios ...

En cuanto al factor primordial, la distribución de la renta, entre 1929 y 1948 la parte del total de la renta personal correspondiente al 5 por ciento de la población con ingresos más altos disminuyó de casi un tercio a menos de un quinto del total. Entre 1929 y 1950 la parte de la renta familiar total recibida en concepto de pagas, salarios, pensiones y subsidios de paro – básicamente la renta del ciudadano medio - aumentó del 61% al 71%. Aunque los dividendos, intereses y rentas aumentaron tambiíén globalmente, el porcentaje disminuyó del 22% al 12% del total de las rentas personales familiares.

La economí­a norteamericana experimentarí­a una de sus mejores etapas de expansión en todos los órdenes hasta la díécada de los 70.

La crisis de sobreproducción se destapa.

El problema es que la crisis financiera no es más que la superficie de la gran crisis de sobreproducción que ocultaba y que ahora empieza a manifestarse en toda su crudeza.

No estamos "sólo" ante una crisis de sobreproducción en el 1r mundo, sino ante una crisis estructural, poliíédrica y por tanto sistíémica, consecuencia de la brutal polarización de la riqueza en manos de una í­nfima minorí­a que casi no paga impuesto alguno y no sabe que hacer con todo el dinero de que dispone. El 5% rico controla la misma cantidad de renta que el 80% de abajo.

El resultado es una situación aberrante en la que la capacidad productiva se emplea en la producción de ingentes masas de productos en buena parte superfluos o de lujo ("quemando" buena parte de los recursos del planeta) empleando una fuerza de trabajo que no puede adquirir lo que produce (el 80% de la población mundial vive con menos de 10$ al mes) mientas las ONGs y fundaciones tipo Melinda Gates se encargan de tranquilizar conciencias.

Se trata pues de una crisis múltiple que se retroalimenta. Sobreproducción creciente en el centro y miseria creciente en la periferia, en un entorno medioambiental exhausto y quizás ya irremisiblemente desequilibrado.

Se abandonó hace tiempo la idea de Henry Ford de pagar al trabajador lo suficiente para que pueda comprar los productos que crea. La idea era trivial pero evidentemente no cuadraba con la irracional codicia capitalista cuando no hay nadie que se le oponga.

La paradoja, un verdadero salto mortal sin red, fue la generación de una última burbuja derivado-crediticia, tan encomiada hasta hace muy poco por todas las cátedras, a raí­z de la cual se generó la ilusión del críédito a largo plazo para todos sin contrapartida real alguna. La casa, la tarjeta oro, el coche, los estudios en la universidad de pago... para un consumidor sin renta ni recursos, a cambio de una simple firma apresurada en un pseudo-contrato. Un pastel capitalista al alcance de todos o al menos de muchos. El "win win", el todos ganan, de la escolástica económica universitaria de los últimos años.

Hacia la Gran Depresión 2.0. El modelo WW

Incluso para el centro la situación es mucho peor que en el 29. Entonces, en EEUU y en Europa, existí­a una capacidad industrial y manufacturera que, si bien se hundió a causa de la incapacidad supina de las clases gobernantes, estaba allí­ a disposición de la recuperación.

Pero las causas profundas de aquella gran depresión tambiíén hay que ir a buscarlas, como ahora, en la desproporción en la distribución de la riqueza y las rentas durante los años 20. Al volatilizarse el valor de las acciones, el consumo y la inversión de los ricos cayó en picado iniciando el cí­rculo vicioso de la depresión.

Hoy dí­a la economí­a norteamericana, el gran consumidor del mundo, es un caparazón hueco, donde la ocupación y los sueldos dependí­an, al margen del sector de la construcción, de un sector hipertrofiado de servicios, el modelo WW (Wal Mart-Wall Street) que se está deshinchando al ritmo de las bolsas. La situación de las economí­as europeas, aunque no en una situación tan lamentable, no es mucho mejor.


Los ciudadanos de EEUU empiezan a darse cuenta de la realidad. Es el paí­s el que está en bancarrota, no solamente un puñado de instituciones financieras. Sus obligaciones financieras son impagables, el valor de sus activos es una ilusión (una píérdida del 30 por ciento en el valor de las acciones representa una desvalorización de unos 7 billones de dólares) y es este mundo ilusorio el que se está fundiendo al calor de la depresión. El 29 de septiembre la Bolsa de N.Y. perdió en una sola sesión más del doble del plan de rescate.

En EEUU donde 51 millones de familias tení­an casa propia, 8 millones están perdiendo sus casas. Si el descalabro inmobiliario lleva al 30% la desvalorización residencial, el número de desalojos podrí­a llegar a los 21 millones.

La deuda pública y privada de los EEUU ya supera el 350% del PIB USA, una cifra descomunal cuyo principal nunca será capaz de pagar y quizás ni siquiera podrá hacer frente al servicio de los intereses. Los EEUU son básicamente insolventes.

El P. C. Chino tiende un cable a norteamíérica. Bancos centrales y fondos soberanos (el Banco Central Chino, Banco Central Ruso, entre los más destacados) están financiando la escalada del díéficit fiscal alimentado con los sucesivos paquetes de rescates y lo que impide que la economí­a americana se vaya a pique (como les ocurriera a Argentina y a las economí­as emergentes en los 90 y le ha ocurrido a Islandia esta semana). Si Mao el senador Mc. Karthy levantaran la cabeza.

EEUU está literalmente quemando el dólar como último recurso frente a la crisis pero ello afecta negativamente a los exportadores hacia Estados Unidos casi todos con enormes capacidades instaladas para producir unos bienes que ya no encuentran quien los compre.

El fin del actual patrón monetario está cantado. Lo que está por ver - y quizás por eso se retrasa - es como se va a producir la "desdolarización" y todo apunta a que ocurrirá en un marco de pánico y sálvese quien pueda ( la Libra inglesa, gracias la afición de Gordon Brown por la ruleta rusa, podrí­a seguir el destino poco afotunado de la corona islandesa en poco tiempo)

En EEUU ( y en el resto del mundo), dada la enorme desigualdad en la distribución de la renta, los consumidores ricos copaban la mayor parte del consumo. El batacazo financiero y la licuefacción de sus activos provocará el retraimiento del consumo de lujo y de la inversión productiva, arrastrando a enteros sectores productivos a escala internacional.

Ya ocurrió algo parecido en los años 30. El 5% de ricos recibí­a el 1/3 de toda la renta nacional y los ricos sólo consumen bienes suntuarios, ahorran o invierten el resto. Pero todo aquello ocurrió a menor escala en comparación con las cifras y los desequilibrios actuales.

La sobreproducción subyacente ya retraí­a la inversión que no encontraba otra colocación que la pura especulación. Los descomunales niveles de apalancamiento exigí­an absorber todos los fondos disponibles, estuvieran donde estuvieran. Los enormes ahorros de pensiones públicas eran una bocado difí­cil de dejar al margen y pronto se orquestó una agresiva campaña para sacarlos de la seguridad - con í­nfimos costes de mantenimiento - del depósito público, para reconvertirlos en una enorme masa de fondos de pensiones privados de diseño, a disposición de creativos"managers" bancarios que los convertirí­an en poderosos instrumentos del hiper apalancamiento financiero para finalmente fundirlos en la actual hecatombe financiera.

China y el resto de economí­as industriales, con problemas de sobrercapacidad productiva, sufrirá las consecuencias de la contracción en primer grado ya que todo el tejido productivo, polí­tico e institucional no está orientado a cubrir las necesidades de su enorme población famíélica sino al consumidor irracional norteamericano y europeo, lo cual excluye un giro hacia a dentro en un plazo adecuado.

La caí­da de la demanda China arrastrará a sus principales proveedores, Japón y Corea del Sur en una cadena imparable. Incluso la India, capaz de un desacoplamiento hasta hace poco, sufrirá las consecuencias.

La Gran Depresión 2.0. ha empezado

La producción cae, los despidos son masivos, las administraciones locales están al borde del colapso, (Schwarzenegger está implorando un príéstamo federal de emergencia para poder pagar a sus funcionarios del macro estado de California) , el consumo de las economí­as domíésticas está el lo justo para ir tirando.

Incluso si se restablece "la confianza" en el sistema financiero, es impensable que los rentistas vuelvan a suministrar fondos a los desesperados. Difí­cil volver a la medicina de la burbuja.

El paro generalizado y la miseria galopante se extenderán como una mancha de aceite por todo el planeta, tanto más cuanto que los trabajadores se hallan en estado de shock y falta de preparación ideológica para ofrecer resistencia.

Con la presión de la globalización, los sistemas de protección social están bajo mí­nimos, incluso en paí­ses como Alemania o Francia. La lí­nea de la pobreza ha ido subiendo en los años de vacas gordas al tiempo que la polarización social se disparaba.

Caí­da del consumo, caí­da de la inversión productiva, caí­da de la demanda, más paro, menor consumo aún, y así­ sucesivamente. El cí­rculo vicioso de la depresión.

Las situaciones de desabastecimiento y caos se van a multiplicar y posiblemente a generalizar. Argentina, y ahora Islandia, constituyen malos presagios de lo que se nos viene encima. Y mientras el oro no para de subir y subir.

La crisis hará aumentar exponencialmente la polarización social y sin resistencias previsibles las leyes maltusianas empezaran a operar reduciendo la depauperada población sobrante (ya pasó en Rusia tras las terapias de choque y las privatizaciones de los 90. No fue el alcohol, ni los suicidios sino el frí­o y la miseria lo que redujo en más de 3 millones la población rusa) . El planeta de los slums.

http://elmundocapitalista.blogspot.com/2008/10/1929-vs-2008-semejanzas-y-diferencias.html
En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.