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Autor Tema: Reprograma tu mente para sanar tu cuerpo  (Leído 307 veces)

Scientia

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Reprograma tu mente para sanar tu cuerpo
« en: Septiembre 08, 2016, 12:11:33 pm »
Reprograma tu mente para sanar tu cuerpo


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actitud, la afirmación y el optimismo podrí­an ser fundamentales para curar el cuerpo frente a diferentes enfermedades. A continuación cinco ejemplos en los que la mente controla la sanación del cuerpo.

Demostrar cientí­ficamente que la mente puede producir cambios efectivos y a corto plazo en el cuerpo es algo difí­cil de probar: los estudios estadí­sticos o fisiológicos que traten de demostrar alguna correlación entre las creencias de una persona y su estado de salud tienen muchos prejuicios que dejar atrás. Sin embargo, hay algunos miembros de la comunidad cientí­fica que están dispuestos a considerar explicaciones alternativas para el tratamiento y la curación de enfermedades (y no sólo cáncer o VIH sino, incluso, depresión y estríés en general) con tal de disminuir el sufrimiento de la gente. He aquí­ algunos ejemplos:

1. Creer es crear

“Yo hablo con mis pí­ldoras”, afirma Dan Moerman, antropólogo de la Universidad de Michigan-Dearborn; “Les digo: Vamos, chicas, síé que harán un trabajo magní­fico.”

El efecto placebo es parte de casi cualquier documentación seria sobre los efectos de una droga. ¿Pero quíé pasarí­a si este efecto no fuera producto de un discurso externo sino de una creencia interna, subjetiva? Creer en el tratamiento que utilizas, no importa si es míédico o de otro tipo, crea a su vez las condiciones para que el cuerpo lo reciba. Este efecto se ha comprobado en casos de depresión, Parkinson, osteoartritis y esclerosis múltiple.

placebo-efecto

El efecto placebo no es una sugestión selectiva, sino simplemente mantener una “actitud curativa”: creer que te estás curando puede liberar analgíésicos naturales y alterar patrones neuronales negativos enseñándolos a tranquilizarse, disminuyendo la presión sanguí­nea y activando la respuesta del sistema inmunológico.

2. Piensa positivo

Sabemos que el optimismo es algo que nuestros tiempos cí­nicos y desencantados de todo pasan por alto muchas veces; el problema (o la solución, según el punto de vista) es que ser realista puede ser malo para la salud.

Los optimistas se recuperan mejor de operaciones clí­nicas del corazón, tienen un mejor sistema inmunológico y viven más. Es por eso que los míédicos recomiendan algún tipo de terapia psicológica a pacientes con cáncer, pues la actitud del paciente respecto al tratamiento puede mejorar considerablemente sus probabilidades de sanar.

Pensar positivo no solamente te relaja y reduce el estríés, sino que el cuerpo podrí­a beneficiarse de ese optimismo. Una buena actitud disminuye el nivel de cortisol, la hormona del estríés, además de reducir la susceptibilidad a nuevas enfermedades. Básicamente, si piensas positivo, estás autorizando a tu cuerpo para curarse a sí­ mismo.

3. Confí­a en la gente

Cuando hablamos de actitud positiva no lo hacemos solamente en lo referente a ti mismo, sino tambiíén en tu trato con los demás. Resulta que la soledad (o la percepción de soledad) incrementa el riesgo de sufrir ataques cardiacos, demencia y depresión. Por otro lado, la gente que está contenta con su vida social tiende a dormir mejor, envejece más lentamente y responde mejor a los medicamentos. Míédicos como John Cacioppo, de la Universidad de Chicago, afirman que curar la soledad es tan bueno para la salud como dejar de fumar.

actitudCacioppo ha dedicado muchos años a estudiar los efectos de la soledad en las personas. Su descubrimiento puede reducirse a que la gente que tiene vidas sociales cálidas y relaciones significativas se enferma menos y vive más; esto se explica porque la gente que está en contacto con otras personas tiende a cuidar más de sí­ misma, mientras los solitarios crónicos se olvidan de sí­.

Cacioppo cree que cuando nos encontramos aislados por mucho tiempo (o si nuestro estilo de vida es de considerable aislamiento), nuestro sistema nervioso se comporta como si estuviera herido, activándose para curar heridas y luchar contra infecciones que no existen. Paradójicamente, aunque el contacto con otras personas pudiera hacernos susceptibles al contagio de bacterias, nuestro sistema inmune aprende a activarse con más velocidad si tenemos una vida social rica, tal vez porque sabe que estamos más expuestos a contraer enfermedades en compañí­a de otros.

Un detalle interesante es que no importa cuántos contactos tengas en Facebook sino cómo te percibes a ti mismo(a): la gente solitaria no vive en la punta de una montaña o en medio del bosque, sino que se siente solitaria por ver al resto de la gente como una amenaza potencial. Un estudio de 2010 afirma que atacar esa actitud de soledad percibida puede ser más útil para la gente sola que, digamos, invitarlos a una fiesta o enseñarles habilidades de socialización.

4. Medita

Monjes de todas las religiones han dedicado gran parte de su vida a meditar y existe evidencia de que esta práctica ayuda a mejorar la respuesta del sistema inmune, protege contra las recaí­das en la depresión, disminuye la velocidad del avance del VIH e incluso suaviza la piel, debido a una mejor oxigenación del cuerpo.

La gente que medita tiene niveles más bajos de cortisol y lidia mejor con el estríés, debido probablemente a los cambios que experimentan en la amí­gdala, el área del cerebro que procesa el miedo y la respuesta a las amenazas. De hecho, la meditación trascendental puede ayudar a revertir el estríés postraumático en refugiados de guerra.

Pero si crees que tu vida es demasiado ocupada y complicada como para irte tres meses a un Vipassana, algunos míédicos creen que la intención puede generar más milagros que un costoso retiro en las montañas: dedicar unos minutos a meditar en medio de tus ocupaciones puede tener efectos estructurales en el cerebro incluso 11 horas despuíés de practicar.

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5. Conoce tu propósito

Conocer el propósito de nuestra vida y vivirla de acuerdo a íél puede ser una experiencia equivalente a volver a nacer. Viktor Frankl probablemente sea uno de los sobrevivientes de un campo de concentración más famosos de la Segunda Guerra Mundial; en su libro El hombre en busca de sentido, Frankl detalla cómo aquellos prisioneros que tení­an algo por quíé vivir podí­an mantener la buena actitud y soportar sufrimientos atroces, mientras los que se dan por vencidos frente a las circunstancias tienen más probabilidades de ser derrotados por ellas. Primo Levi, otro famoso sobreviviente de un campo de concentración, afirmó algo similar en Si esto es un hombre.

Según los míédicos, en un estudio con 50 pacientes de cáncer en estado avanzado, aquellos con mayor “fe espiritual” respondieron mejor a la quimioterapia y vivieron por más tiempo. De los primeros, más de 40% estaban aún vivos luego de tres años, en comparación con menos del 10% de los que viví­an con “poca fe”.

Mucha gente encuentra un “propósito” en la religión: rezar y asistir a la iglesia es algo que, en sí­ mismo, puede hacer sentir mejor a la gente. Esto puede deberse a la intervención divina o al efecto placebo; en cualquier caso, las emociones positivas asociadas a la espiritualidad promueven respuestas fisiológicas positivas. “Mente sana en cuerpo sano” puede no ser un vago eslógan de gimnasio, sino la relación fructí­fera y sana entre elementos del ser que, en realidad, están separados artificialmente por el pensamiento dicotómico pero son inseparables uno de otro.