Escrito por Francisco Andríés Escobar
Don Sofonías Pereira revisaba la carta que enviaría a su hijo por el correo electrónico. “Lalo: no te cuento mucho sobre tu mamá y yo. Entre achaques, la vamos pasando. Con lo viejos que somos, nos enfrentamos a la vida mejor que mucha gente joven. Hoy, muchos jóvenes quieren el billete rápido y fácil. Por eso andan en jelengues: en asaltos, en maras, en bandas de narcos, robándole a los tatas, vendiíéndose al mejor postor, o corrompiíéndose de cualquier modo. Y todo el pisto que sacan no lo usan para ser mejores. Va a parar a carambadas: celulares; aipos, que les dicen; camisas de dos dólares con marcas de cuarenta; zapatos tenis, de esos a los que mi papá les decía zapatos de ladrón, porque los tacuaches los usan para entrar a las casas y que no los oigan.
Nos alegra que, a pesar de lo que está pasando allí, tengás tu trabajo. Tu mamá y yo, de esto no sabemos mucho. A los que hablan de estos temas no se les entiende. Sería bonito que, de vez en cuando, le hablaran sencillo a la gente. Uno oye decir: que crisis, que inflación, que deflación, que recesión, que no se quíé, que no síé cuánto. Lo claro es que las cosas están más caras, que el pisto no alcanza, que ya hay más gente sin trabajo, y que la criminalidad va en aumento.
El molote de las elecciones ya empezó. ¡Hasta con bochinches! Los diarios dicen que la campaña va a costar un penco de dólares, creo que treinta millones. ¡Quíé barbaridad! ¿Para quíé tanto? Las zanganadas y lo que pueden tener de bueno partidos y candidatos ya lo sabemos. La mejor y la peor propaganda es lo que han hecho bien, lo que han hecho mal, o lo que han dejado de hacer.
Para mí, estaría bueno que gastaran una tercera parte de lo que van a disponer. Y que lo gastaran en propaganda por televisión, que mueve más gente. ¿Para quíé más? Pero no; además de tele, radio y diarios: ¡hoy quieren pinta y pega. ¡Y el país va a quedar hecho un chiquero! A la hora de pintar y pegar letreros, sobra gente; pero ¿a la hora de quitarlos...?
Con todo el pistal que van a botar, bien podría mantenerse más de media docena de campañas educativas permanentes: para prevenir la gordura, para no comer tanta sal, para dejar de tirar la basura donde da la gana, para vender y comprar en los mercados y no en la calle, para respetar los derechos de la gente de a pie, para mitigar la bulla y valorar el silencio, para vivir el sexo con responsabilidad, para prevenir la diabetes, para limpiar y descongestionar el centro de la capital, en fin...
Ya te imaginarás que —como aquí el vivo vive del tonto; y el tonto, del más pendejo— ya uno anda pensando, y muchos diciendo, que buena parte de lo que los partidos van a recibir para propaganda se la van a embolsar los más listos de cada uno de ellos. ¡Y viva la pepa!, como decía mi abuelo.
Bueno, hijo, hasta aquí llego. Tengo que irme al mercado, a comprar materiales para los pasteles de tu mamá. Te queremos mucho, y te estamos agradecidos por tus ayudasâ€.
Don Sofonías punzó con el cursor en el icono pertinente. Y, en cibertiempo, el mensaje se fue por el ciberespacio.
