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Autor Tema: El precio de la libertad: ¿Por quíé los polí­ticos subestiman a la gente?...  (Leído 111 veces)

OCIN

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Por...  Ví­ctor Pavón


Ví­ctor Pavón explica que en todas partes los gobernantes buscan maximizar sus propios intereses y no precisamente los de la ciudadaní­a.

¿Por quíé luego de jurar sobre la Biblia y la Constitución, los polí­ticos con la mano en el corazón, habiendo prometido al electorado que cumplirán con ellos, luego les roban sin remordimiento, se auto adjudican privilegios y altos ingresos, aumentan los díéficits y la deuda reconociendo incluso que lo pagarán la misma gente que los votó?

Las razones de esta tendencia se encuentran en que, en todas partes, los gobernantes buscan maximizar sus propios intereses y no precisamente los de la ciudadaní­a como usualmente e ilusamente algunos siguen creyendo; con el agravante que, de ese modo, subestiman a la población considerándose como los únicos que saben lo que se debe hacer.

Subestimar nunca ha sido buen consejero, ni en las relaciones personales, así­ como tampoco lo es en la guerra y en la misma polí­tica. Subestimar es considerar a los demás por debajo de lo que realmente son. Aun aquellos que reniegan de lo que es la polí­tica y lo que implica, resulta que la misma mediante los respectivos cuerpos colegiados tienen consecuencias sobre la vida, la libertad y la propiedad de cada individuo.

Si se sigue considerando que el ejercicio de la polí­tica se lleva a cabo únicamente cada cinco años al momento de hacer uso del voto, entonces no deberí­a extrañarnos que los polí­ticos subestimen cada vez más a la población y íésta repudie a la democracia constitucional como que no le da respuesta alguna. Este es un error. La causa de la decepción es otra.

La polí­tica no se limita al espacio de interíés de los partidos polí­ticos. Es un espacio para que el ciudadano común de la calle entienda de lo importante que resulta su participación para construir una ciudadaní­a más educada, crí­tica y vigilante de lo que hacen sus dirigentes que están ocupando un cargo en el Estado.

Lo pesadilla en una sociedad se instala con una ciudadaní­a desinteresada y alejada de lo que dicen y hacen sus polí­ticos, aun cuando lo que digan y hagan tenga las mejores intenciones. Cuando esto ocurre, los dirigentes encuentran el espacio suficiente para seguir avanzando sobre la libertad y la propiedad de los individuos. Esto además de peligroso es un error no imputable precisamente a los polí­ticos, sino a la ciudadaní­a que considera no les afectará tanto lo que aquellos deciden por ellos. Y la realidad es bien diferente.

En estos momentos, el propósito reeleccionario presidencial puede avanzar hasta llegar a la Corte Suprema, situación que deberí­a ser considerada por la ciudadaní­a como la última barrera institucional que, por cierto, no resulta garantista como debiera, debido a que el máximo órgano jurisdiccional y la propia administración de justicia se encuentran dependiente de los intereses que los polí­ticos defienden para sí­.

La principal valla republicana en contra de cualquier forma de autoritarismo es otra y está en la Constitución basada en la filosofí­a de la libertad; pero la misma se convierte en una mera declaración sin hombres y mujeres crí­ticos, vigilantes y participativos que se expresen en las calles y en lugares que sea necesario por un paí­s en el que los polí­ticos, del sector que provengan, no les sigan subestimando haciíéndolos de menos.

Cuánta razón tení­a Thomas Jefferson cuando pronunció su memorable frase: "El precio de la libertad es la eterna vigilancia".


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...