¿Quiíén es el culpable de la crisis?.Los accionistas apuntan a las juntas directivas
Jack Welch and Suzy Welch | The New York Times
Sin duda alguna, y con una mirada retrospectiva, podemos decir que algunas juntas directivas podrían haber actuado con más audacia en sus intentos por evitar la crisis. Pero, la verdadera falacia acerca de las corporaciones en esta crisis no involucra quíé hicieron o no hicieron las juntas directivas, sino aquello que se esperaba de ellas.
No es que seamos defensores de las juntas directivas. Durante los últimos tres años, nuestras columnas las han criticado en varias ocasiones. Pero, en este caso, creemos que las juntas directivas tienen el derecho a defenderse contra los gritos de "¿Dónde estaban?" cuando se avecinaba la catástrofe.
Riesgos excesivos y fechorías
La respuesta es: en la mayoría de los casos, se hallaban donde se suponía que debían estar, haciendo sus tareas... dentro de los límites de la realidad. Mire, los accionistas activistas querrían que los miembros de una junta directiva actúen como los superhíéroes de todas las operaciones detalladas de la compañía, una mezcla de policías y contadores forenses. Pero tenemos que aceptar la realidad. La mayoría de las juntas directivas se reúnen uno o dos días por mes y están integradas por individuos que tienen empleos a tiempo completo en otra parte.
Dadas esas circunstancias, es absurdo creer que miembros de una junta directiva, inclusive aquellos con mayor experiencia y con las mejores intenciones, pueden descubrir fallos sistíémicos o actos delictivos, especialmente en complejas instituciones financieras. Es por eso que existen los reguladores, que actúan al margen de la contabilidad y de los sistemas de control interno. Esos reguladores ayudan a las juntas directivas a eliminar riesgos excesivos y fechorías.
Las juntas directivas tienen otro propósito. Su tarea es contratar y echar a un director general en base a su desempeño y a sus valores, a la calidad de su equipo y a la coherencia de su modelo de negocio. Cuando las juntas directivas operan como deben hacerlo, sus miembros participan en un vigoroso, cándido diálogo con el director general y sus principales lugartenientes acerca de la dirección estratíégica, o si la compañía tiene los talentos necesarios para implementar iniciativas claves a la velocidad correcta.
Los valores de la compañía
Y tambiíén pasan tiempo en las entrañas de la organización hablando con empleados regulares, tratando de determinar si la visión del director general es entendida y compartida, y si los valores de la compañía significan más para la organización que simplemente hablar de los dientes para afuera a fin de complacer a la junta directiva. Ellos protegen a los accionistas no usando calculadoras, sino mostrando un buen juicio.
Lamentablemente, incluso buenas juntas directivas que usan un buen juicio no tienen muchas posibilidades contra los nuevos instrumentos financieros que causaron la actual crisis. Usted puede imaginar cómo eran las reuniones. Genios financieros aparecieron con presentaciones llenas de diapositivas y ofreciendo explicaciones en una jerga tíécnica imposible de entender.
En esas ocasiones, seguramente intentaron demostrar cómo podían lograrse beneficios gracias a la "sociedad de propietarios de viviendas" empaquetando hipotecas en una forma que trasladaba los riesgos a otras empresas. Esos genios informaron a sus juntas directivas que el críédito de los consumidores estaba aumentando con gran rapidez, pero que los modelos sólo pronosticaban píérdidas modestas. Y tambiíén aseguraron que, con bajas tasas de interíés, grandes príéstamos incobrables eran de alguna manera diferentes en ese ciclo que en el pasado.
"No se preocupen", seguramente dijeron a sus juntas directivas, "tenemos cubierta toda posibilidad de píérdidas". Obviamente, eso no era cierto. ¿Tendría que haber sabido eso la junta directiva? No, pero el director general y sus subordinados seguramente que sí. Y si lo ignoraban, la junta directiva tendría que haber percibido esa "brecha de conocimiento" en sus huesos. Y realmente, algunas juntas directivas merecen críticas por la actual situación.
Correr riesgos
Seguramente, los miembros de las juntas directivas de algunas instituciones financieras tendrían que haber presionado a sus directores generales y a los equipos de ejecutivos acerca de los riesgos, y exigir saber cómo los gerentes de riesgo eran recompensados. En cambio, muchas juntas directivas esperaron hasta que los periodistas comenzaran a formular preguntas antes de obligar a sus directores generales a cruzar la puerta. Tal vez en el futuro, las juntas directivas no aguardarán a la "ratificación" de una publicidad negativa para reaccionar.
Pero eso sólo puede ocurrir cuando las juntas directivas tienen la clase correcta de personas actuando en ellas. Esto es, miembros que, en un tiempo muy limitado, puedan mostrar un buen juicio y actuar con coraje. Miembros que puedan oír una presentación de algún ejecutivo y diferenciar entre aquellos que prometen de manera excesiva, y aquellos que entregan menos de lo prometido; entre un ejecutivo que es un vendedor de aceite de víbora, y uno por el cual pueden apostar su dinero. Miembros que se juegan el pellejo, entienden la compañía, y se preocupan profundamente por ella.
Si tienen que emerger lecciones de gobernabilidad de esta crisis, además de la necesidad de expectativas realistas, que íésa sea una de ellas. La lista de sectores culpables involucrados en la crisis actual es bastante larga. Y las juntas directivas pertenecen a esa lista. Pero no las coloquemos cerca del tope de la lista. Es darles demasiado críédito por una tarea que no pueden concretar.