C. Pí‰REZ DE ARRILUCEA| VITORIA
Cogió el micrófono Dusko Ivanovic y, tras los aplausos, se hizo el silencio. El tíécnico montegrino tiene un mirada que impone, pero sus ojos ayer no transmitían ni fiereza ni tensión, eran los de un hombre agradecido. Ante cerca de 15.000 fieles baskonistas congregados en la plaza de la Virgen Blanca, el entrenador baskonista confesó que su dominio del idioma de Cervantes no era suficiente para expresar lo que le corría por dentro. «Este equipo disfruta con vosotros. Sois los mejores», remató entre una sinfonía de vítores.
Fue uno de muchos momentos culminantes de una estampa tradicional en este cincuentenario baskonista. Se gana un título y toca recibimiento. La costumbre que nació a primeros de los noventa como un brote espontáneo ha ido derivando con el tiempo en una compleja escenificación en la que sólo le falta el 'luz, cámaras y acción'. hollywoodiense. Los protagonistas pueden variar, pero el guión apenas cambia, como tampoco muda el íntimo hilo de conexión que une al Baskonia con su afición. El papel que ayer tomó Dusko Ivanovic lo desempeñó hace años con sus primeros títulos en Vitoria, al igual que en su momento lo bordaron Manel Comas, Sergio Scariolo o Neven Spahija. Siempre hay una palabra que se repite: «gracias».
Trabajadores de una empresa exigente como pocas en el baloncesto profesional, los jugadores y el cuerpo tíécnico azulgrana volvieron al tajo en el Buesa Arena a primera hora de la tarde de ayer. La resaca de los campeones dio paso a la inmediata planificación del duelo de mañana en Milán. Apenas hay tiempo para celebraciones, pero el equipo no podía dejar de hacer un hueco en su agenda para la cita con su hinchada. Tras la ducha, la comitiva azulgrana se subió a un autobús cubierto -el día no daba para destapes- con los jugadores, el cuerpo tíécnico y la junta directiva encabezada por Josean Querejeta.
Aurresku de honor
De Zurbano al corazón de Vitoria por la calle Prado con escolta policial, para luego irrumpir en la plaza de la Virgen Blanca entre un mar de globos y bufandas azulgranas al son de una charanga incansable. Tras el aurresku de honor, al capitán Sergi Vidal le tocó realizar la ofrenda floral a los pies de la estatua de la Virgen Blanca. Resueltas las fotos de rigor, llegó el turno de los discursos en la balconada. Le tocó abrir fuego a uno de los nuevos esta temporada; Fernando San Emeterio. Al cántabro apenas le tembló la voz. «Estoy muy contento de defender a esta afición. Soy el hombre más feliz del mundo por haber ganado mi primera Copa». Le tomó el relevo Mirza Teletovic al son del cántico ¡MVP, MVP!. «Esta Copa es vuestra», acertó a decir el bosnio.
Organizador nato sobre la cancha, Pablo Prigioni fue el único que improvisó. Saltó a la tarima con su hija Alexandra en brazos. «Gabon Gasteiz», saludó. Tras los agradecimientos, el de Río Tercero se lanzó a una misión imposible, que su hija cantara junto a íél una canción en euskera. El entrañable dúo no cuajó, mientras la pequeña miraba a su padre con gesto asustado. Tras la estampa familiar, Stanko Barac se sacudió por unos segundos esa timidez que parece vestir siempre para arrancarse con un «¡Aupa Baskonia!» y una posterior referencia a su compañero Sergi Vidal ininteligible. Pasaron por el baño de masas Igor Rakocevic con un «¡sois unos txapeldunes!» y el resto de miembros de la plantilla azulgrana.
'The best'
En la hora de Tiago Splitter, la emotividad volvió a subir varios grados. «Sin vosotros no estaríamos aquí», agradeció el bravo pívot baskonista. El último fue Pete Mickeal bajo los acordes del 'Simply the Best' de Tina Turner, un reconocimiento implícito de su papel crucial en la final ante el Unicaja. Ivanovic y todo el cuerpo tíécnico en pleno coronaron el acto, rematado con el 'We're the Champions' de Queen. Hasta la próxima y que no tarde demasiado.