Poco que comentar o mejor dicho nada, pero somos del Atlíético y sabemos lo que es sufrir y reír.
Pero cuando la noche había extendido su manto sobre el Vicente Calderón, como encima de todo, y el místico y gíélido viento se iba murmurando una melodía, entonces, oh entonces, me despertaba viendo alejarse los tres puntos hacia Bilbao.