La economía popular tiene una importancia fundamental en varios indicadores de la economía mexicana, quizá el más notable es el del empleo, rubro en el que los pequeños negocios participan con más del 60 por ciento.
De ahí que sea conveniente establecer en tiempos de crisis algunos principios de economía que puedan ayudar a estas empresas a lograr cambios notables, si se permiten abandonar por un momento la inercia y tomar en cuenta algunas leyes económicas básicas.
En días pasados visitíé una famosa panadería de la colonia Narvarte, preguntíé al panadero por quíé venden las “apasteladas†(pan dulce tradicional mexicano) sólo dos veces por semana, si íéstas se agotan apenas las sacan del horno. Inicialmente argumentó que el horno estaba descompuesto, pero ante mi insistencia, señaló reacio que así había sido siempre.
Veamos algunas reglas básicas que pueden ser aplicadas por pequeños negocios: primera regla fundamental, la ley de la oferta y la demanda. Entre otras cosas, en orden a su aplicabilidad, podríamos decirle al panadero que en la medida que la gente demande más cantidad de un producto, el productor debiera ofrecerlo, teniendo como es el caso la capacidad de aumentar su producción sin incurrir en mayores costos.
Regla dos, ¿hasta quíé punto debiera producir pan el panadero? Es simple, hasta el punto en el que se dejaran de venderse las apasteladas. De esta forma, encontraría el punto de equilibrio para la producción de esta pieza de pan.
Regla tres: la ley de rendimientos decrecientes es una forma algo pomposa que tienen los economistas para establecer el punto a partir del cual los costos marginales aumentan o dicho coloquialmente, cuál es la unidad máxima de pan que debe producirse para vender y obtener más ganancias. Como dijimos, nuestro panadero no requiere saber un ápice de teoría económica, basta con que produzca un poco más y que observe hasta dónde deja de venderse este pan. En esa ocasión preguntíé tambiíén por quíé en cambio producían otras piezas que nadie compraba y entonces nuestro panadero ya no supo contestar, mirando con languidez una pila inmaculada de panes que nadie compraba.
Regla cuatro, sea el mejor juez de su propio interíés. Existen en Míéxico muchos negocios pequeños de todo tipo, tales como panaderías, expendios de quesadillas y negocios de cafíé que, teniendo lo que más trabajo cuesta tener, clientela, no la ven como el bien más preciado, al contrario parece en algunas ocasiones que les molestan los clientes. Si no puede ver a la clientela más que como un mal necesario, está bien, actúe entonces en beneficio propio, maximice sus ganancias y en el camino beneficiará a la clientela incluso detestándola.
Aplicando las reglas con sentido económico, ofreciendo aquello que más se vende, observando quíé quiere el cliente y actuando en el interíés propio, subyace el pensamiento más antiguo y vigente en la economía, ¿de quiíén habría de ser, sino de su fundador? Adam Smith.
(*) Dr. en Economía, profesor de la UNAM y la Universidad Anáhuac del Sur