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Autor Tema: Hay riesgo de una grave crisis social  (Leído 463 veces)

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Hay riesgo de una grave crisis social
« en: Mayo 24, 2009, 02:13:50 pm »
elpais.com/economí­a
ALICIA GONZíLEZ / CLAUDI Pí‰REZ - Madrid - 24/05/2009

 
"Díéjenme empezar por algunos comentarios y luego respondo a sus preguntas". El presidente del Banco Mundial, Robert Zoellick (Naperville, Illinois, 1953), no quiere desaprovechar la más mí­nima oportunidad para disparar sus mensajes: necesita adeptos para la causa del desarrollo -más aún en tiempos de crisis- y conoce bien el papel que desempeñan las relaciones públicas. Extremadamente preciso con sus palabras, luce un bigote con trasquilones, que contrasta con el exótico detalle de sus gemelos (un sello blanco con un tigre estampado en azul) y con un alfiler de corbata con logotipo institucional, como de otra íépoca.

"La probabilidad de una Gran Depresión es baja, pero nunca nula"

"Se habla de 'brotes verdes', pero nadie sabe con certeza quíé va a suceder"

"Tal vez los mayores riesgos no estaban en los paí­ses emergentes"

"Hay una crisis alimentaria que no se ha calmado tanto como la gente cree"
De visita en Madrid para entrevistarse con Josíé Luis Rodrí­guez Zapatero, Zoellick no tiene reparos en reconocer que las autoridades polí­ticas -y íél mismo- suelen exagerar los riesgos que se ciernen sobre la economí­a para evitar que esas amenazas se materialicen, en una suerte de guerra preventiva. Pero los peligros están ahí­: la crisis financiera que estalló hace casi dos años mutó en crisis económica y, de la mano del desempleo, puede convertirse en una "grave crisis humana y social" de consecuencias polí­ticas imprevisibles.

Pregunta. Los más optimistas dicen que lo peor ha quedado atrás en el mundo desarrollado. ¿Tambiíén entre los emergentes?

Respuesta. Los mercados financieros se han recuperado un poco y en algunos paí­ses, tanto desarrollados como emergentes, las Bolsas han empezado a subir. Pero hay que tener cuidado porque la utilización de la capacidad de producción sigue muy, muy baja. Y íésa es una señal de alerta. Los ministros de Finanzas del G-7 y del G-20 transmiten cierto alivio porque se ha frenado la caí­da: aunque podamos tener un crecimiento bajo o negativo, el escenario es menos malo. Pero los economistas y la gente de la industria son conscientes de que la recuperación tardará en llegar y será más lenta de lo previsto.

P. ¿Y quíé opina usted?

R. Que nadie lo sabe con seguridad. Hay un elevado grado de incertidumbre, de riesgo. Y una institución financiera dedicada al desarrollo debe centrarse en no ignorar los riesgos.

P. ¿Cuáles son los más peligrosos?

R. Muchos. Tal vez el principal es que hay que seguir saneando el sistema financiero: EE UU ha dado pasos en la buena dirección, pero aún hay bancos con serias dificultades relacionadas con los príéstamos al consumo, las tarjetas de críédito o el sector inmobiliario. Además, EE UU depende más que Europa del mercado de titulizaciones, y ese mercado aún no se ha recuperado.

P. El Banco Mundial suele atacar tambiíén el proteccionismo y ha advertido de las dificultades en varias áreas económicas.

R. Existen riesgos adicionales. Amíérica Latina se ha mantenido razonablemente bien, aunque Míéxico y Centroamíérica están bajo tensión porque dependen mucho del mercado estadounidense. Europa del Este está en una situación delicada, especialmente los paí­ses del Báltico y otros como Rumania. Otras zonas de penumbra son tanto el peligro asociado al proteccionismo como la deuda privada en el mundo emergente, a pesar de las ayudas del FMI. Y luego existe lo que llamo el factor X, eso que nunca se ve venir -como la gripe A-. Ya síé que todo el mundo está discutiendo si hay brotes verdes o no. Mi opinión es que con este panorama nadie sabe con certeza lo que va a suceder y lo mejor es estar preparados para cualquier imprevisto.

P. ¿El este de Europa puede desatar una nueva tormenta?

R. La crisis ha provocado problemas, con consecuencias sobre la banca. Seis grandes bancos europeos poseen el 90% del sistema financiero de la región, y si retiraran su capital el efecto multiplicador serí­a muy negativo. De ahí­ los 31.000 millones de dólares que hemos puesto a disposición de los bancos y la aportación de la UE, que ascenderá a unos 20.000 millones de euros más.

P. Pese a esas incertidumbres, ¿para cuándo fijarí­a el inicio de la recuperación?

R. Hay gente que maneja finales de 2009, otros dicen que a principios de 2010. En cualquier caso va a ser una recuperación de baja intensidad durante un tiempo prolongado, porque hay mucha capacidad sin utilizar en la industria y el paro va a seguir subiendo. Y íése es un buen caldo de cultivo para polí­ticas populistas y proteccionistas. Entre los paí­ses emergentes hay grandes diferencias: China puede sorprender al alza, ha obtenido buenos resultados con el plan de estí­mulo; para paí­ses como Míéxico y Brasil, la principal amenaza es no tener acceso a la financiación. Luego hay un buen puñado de paí­ses africanos, como Liberia, Costa de Marfil y otros, que son Estados frágiles y ven peligrar sus avances. Y hay una crisis alimentaria larvada, que no se ha calmado tanto como la gente cree.

P. ¿El riesgo de que se repita una depresión como la de los años treinta ha quedado definitivamente atrás?

R. La probabilidad es baja, pero nunca nula. Las dos grandes diferencias con los años treinta son la distinta reacción de los bancos centrales -que han sido muy activos y en los años treinta fueron parte del problema- y el proteccionismo, que entonces cerró los mercados. No creo que una depresión sea probable, pero si pasa serí­a terrible. Para paí­ses en desarrollo de rentas medias como Colombia o Perú, que han estado haciendo un buen trabajo, la persistencia de esta crisis durante años tendrí­a un coste social inmenso, y debemos trabajar para que eso no suceda. En la crisis asiática de 1997, todo el mundo se preguntaba si China superarí­a ese escollo y ahora es una de las fuentes de crecimiento global. Cuantas más fuentes tengamos, mejor le irá a la economí­a mundial.

P. Tras el incremento vertiginoso del desempleo y las protestas que han aparecido ya en muchos paí­ses, ¿ve riesgos de una crisis social?

R. Puede ser. Lo que empezó como una gran crisis financiera y se convirtió en una profunda crisis económica, ahora está derivando en una gran crisis del desempleo y, si no tomamos medidas, hay riesgo de que llegue a ser una grave crisis humana y social, con implicaciones polí­ticas muy importantes. La clave pueden ser las medidas de estí­mulo. Si tomamos como ejemplo China en 1998, la inversión en infraestructuras sirvió para crear empleo, pero tambiíén para sentar las bases de la productividad y el crecimiento futuro. Si creamos infraestructuras que pongan a la gente a trabajar, íésa puede ser una forma de unir retos de corto plazo con estrategias de largo plazo.

P. El mundo desarrollado se ha pasado años escatimando ayudas al desarrollo, pero con la crisis se han movilizado recursos públicos a toda velocidad para rescatar a la banca. ¿Eso le decepciona?

R. El presidente brasileño Lula dijo en el G-20 que lo más importante para los emergentes era que las economí­as de los paí­ses desarrollados retomaran el crecimiento. Vivimos en una economí­a global. Míéxico y Centroamíérica no pueden crecer si no lo hace EE UU. Si Europa no sale del túnel eso tiene repercusiones sobre ífrica y el resto del mundo. Así­ que tiene sentido dedicar el primer dinero a los planes de estí­mulo y a sanear los activos tóxicos de los bancos. El siguiente paso es seguir presionando para hacer más por los paí­ses desarrollados, más allá del FMI. El Fondo está ahí­ para resolver crisis de balanzas de pagos y crisis financieras. Pero es el Banco Mundial quien se debe ocupar de los programas sanitarios, de seguridad alimentaria, de producción agrí­cola y de inversión en infraestructuras.

P. ¿Hay dinero suficiente?

R. En estos momentos estamos bien capitalizados, pero no hay suficiente dinero público para hacer frente a todos los problemas: sólo hay que echar un vistazo a los díéficit para saber por quíé. Así­ que estamos aplicando ví­as novedosas para atraer capital privado, como los fondos de pensiones o los fondos soberanos, para invertir en los paí­ses emergentes. Hasta ahora se pensaba que estos paí­ses conllevaban mucho riesgo, pero despuíés de lo que ha pasado hay que empezar a pensar que tal vez los mayores peligros no estaban ahí­.

P. ¿Cuánto dinero necesita el Banco?

R. Eso depende de lo que dure la crisis. En estos momentos, queremos asegurarnos de que los paí­ses no den marcha atrás en las polí­ticas de ayuda al desarrollo. Suelo citar a España como ejemplo de paí­s que sufre una fuerte desaceleración económica pero intenta mantener e incluso aumentar su ayuda. Estamos tratando de crear un Fondo de Vulnerabilidad, al que los Gobiernos destinen el 0,7% de sus planes de estí­mulo, lo que supondrí­a unos ingresos de entre 12.000 y 13.000 millones de dólares, a los que habrí­a que sumar otros fondos procedentes de Alemania, Japón y tal vez de Suecia.

P. ¿Cómo van las promesas que se hicieron en el G-20?

R. Creo que las últimas reuniones del G-20 son un hito. La cumbre de Londres aportó soluciones muy positivas sobre planes de estí­mulo o sobre la amenaza proteccionista. El reto es ahora poner el foco en las necesidades especí­ficas de los paí­ses en desarrollo en la próxima reunión, que se celebrará en septiembre en Nueva York.


“Zapatero es optimista por naturaleza”
A Madrid procedente de Varsovia y camino de Helsinki. El paso fugaz de Robert Zoellick por España es un reflejo de la efervescencia en la que se encuentra el Banco Mundial, con varios frentes abiertos de pesadilla: los coletazos de la crisis alimentaria, el crecimiento imparable de la extrema pobreza en el mundo —53 millones de personas adicionales en el último año— y, cómo no, los efectos de la gran recesión sobre los paí­ses emergentes. Zoellick se declara “ni optimista ni pesimista: realista” sobre la salida del túnel, en pleno debate sobre los brotes verdes que algunos —básicamente en el entorno de los Gobiernos de los paí­ses más afectados— dicen empezar a ver.

“El presidente Zapatero es optimista por naturaleza”, aseguraba Zoellick apenas un par de horas despuíés de su visita a La Moncloa. “Cree que la recuperación puede llegar antes de lo que la gente piensa, empujada por el entorno internacional, las nuevas tecnologí­as, las comunicaciones...”.

Zoellick ya tuvo un breve encuentro con Josíé Luis Rodrí­guez Zapatero en la cumbre del G-20 en Londres, el pasado abril, y en la reunión del martes pasado el presidente del Gobierno transmitió al Banco Mundial que la prioridad española con este organismo es que se produzca un incremento de los príéstamos a Amíérica Latina y a ífrica Occidental. Zoellick asegura que España “ha aumentado notablemente en los últimos años la ayuda al desarrollo y, lo que es más importante, la ha mantenido en esta etapa de crisis. Ya es el síéptimo mayor contribuyente al fondo de asistencia a los paí­ses más pobres. Y es algo de agradecer, porque no son tiempos fáciles para eso”.

Zoellick trató con Zapatero algunos detalles de la próxima presidencia española de la Unión Europa en 2010. “España tiene una posición única dentro del Banco, porque es parte de la circunscripción de los paí­ses latinoamericanos y eso ha permitido que Europa no sólo estíé pendiente de los paí­ses del Este, sino tambiíén de Amíérica Latina. Esas dos regiones son de lejos las que más fondos reciben del Banco Mundial”, destacó. Para Zoellick, España va a jugar un papel clave en sectores relacionados con la seguridad alimentaria y el cambio climático. “Está siendo un paí­s muy activo en esos temas”, cerró


En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.