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Autor Tema: EMPATíA  (Leído 894 veces)

lauramsagra

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EMPATíA
« en: Julio 28, 2009, 08:00:16 pm »
mpatí­a
El valor de la empatí­a nos ayuda a recuperar el interíés por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de ellas tenemos.
Cada vez que nos acercamos a las personas esperamos atención y comprensión, dando por hecho que seremos tratados con delicadeza y respeto. Pero, ¿cuántas veces procuramos tratar a los demás de la misma forma?

Debemos reconocer que en medio de nuestras prisas y preocupaciones nos volvemos egoí­stas y olvidamos que los demás tambiíén tienen algo importante que comunicarnos. El valor de la empatí­a nos ayuda a recuperar el interíés por las personas que nos rodean y a consolidar la relación que con cada una de ellas tenemos.

La empatí­a es el esfuerzo que realizamos para reconocer y comprender los sentimientos y actitudes de las personas, así­ como las circunstancias que los afectan en un momento determinado.

Es muy común escuchar que la empatí­a es la tendencia o actitud que tenemos para ponernos en el lugar de los demás e identificarnos plenamente con sus sentimientos. Sin embargo, esto tiene el riesgo de dejar a la empatí­a en un nivel meramente emocional: "si siento lo mismo que el otro, entonces hay verdadera empatí­a".

La realidad es que la empatí­a no es el producto del buen humor con que despertamos, como tampoco del afecto que nos une a las personas. Si esta combinación fuera común, siempre estarí­amos disponibles para escuchar a los demás y dejarí­amos momentáneamente nuestras ocupaciones, pensamientos y preocupaciones para atender a quienes nos rodean.

Desgraciadamente las circunstancias pocas veces son tan favorables, por eso la empatí­a es un valor que se vive habitualmente, totalmente independiente de nuestro estado de ánimo y disposición interior.

La empatí­a se facilita en la medida que conocemos a las personas, la relación frecuente nos facilita descubrir los motivos de enojo, alegrí­a o desánimo de nuestros allegados y su consecuente modo de actuar. Esto se manifiesta claramente entre padres e hijos, en las parejas y con los amigos donde la relación es muy estrecha, quienes parecen haber adquirido el "poder de adivinar" que sucede antes de haber escuchado una palabra, teniendo siempre a la mano la respuesta y el consejo adecuados para la ocasión.

Aún así­, este valor debe superar ciertos obstáculos: el cansancio, el mal humor, el dolor de cabeza y las preocupaciones propias del trabajo y el estudio. En casa se nota cuando los padres prestan poca atención a los "pequeños" problemas o alegrí­as de sus hijos, con su actitud -y muchas veces sin querer- procuran evadir esa molestia e inoportunidad para encerrarse en sí­ mismos; en la pareja cuando alguno da monosí­labos, gestos o sonidos guturales como respuesta; cuando tenemos tantos problemas, y lo que menos deseamos es escuchar lo bien o lo mal que les sucede a los demás.

El problema es dejarnos llevar por nuestro estado de ánimo y obstinarnos en permanecer en nuestro mundo, damos a todo lo que ocupa nuestra mente la máxima importancia, comportándonos indiferentes y poco amables; queremos ser entendidos sin antes intentar comprender a los demás. Por tanto, la empatí­a implica generosidad y genuina comprensión: para olvidarnos de nosotros mismos y hacer el esfuerzo por considerar los asuntos y sentimientos que los demás quieren participarnos.

Este esfuerzo es mayor cuando ante nosotros está el empleado, el alumno, el vecino, la empleada domíéstica o el vecino, pues sin darnos cuenta, podemos limitar nuestra atención e interíés, o peor aún, menospreciarlos por considerarlos en una posición inferior. Debemos ser eníérgicos y afirmar que la empatí­a como valor -y al igual que todos los valores- no hace diferencias entre personas, es una actitud propia de la personalidad, siempre abierta y dispuesta a las necesidades de los demás.

La empatí­a nos da un sin fin de posibilidades, primero hacia nuestros semejantes, quienes buscan con quien compartir y confiar sus problemas, alegrí­as, triunfos y fracasos, ser escuchados y comprendidos. De esta forma tenemos la inmejorable oportunidad de procurar el bienestar, desarrollo y perfeccionamiento de las personas, lo cual manifiesta el profundo respeto que les debemos.

Para nosotros, la empatí­a nos permite conocer y comprender mejor a las personas, a travíés del trato cotidiano, estamos en condiciones de mejorar en familia, obteniendo una mayor colaboración y entendimiento entre todos; con la pareja la relación es cada vez más estable y alegre; con los amigos garantiza una amistad duradera; con los conocidos abre la posibilidad a nuevas amistades; en la empresa ayuda a conseguir una mayor productividad al interesarnos por los empleados y compañeros; en la escuela se obtiene un mejor rendimiento por la relación que se tiene con los alumnos y entre ellos mismos.

El valor de la empatí­a desarrolla en nosotros la capacidad de motivar y encauzar positivamente a las personas; enseñar a tener ese interíés por los demás y vivirlo habitualmente, es la mejor forma de transmitir empatí­a e identificarnos plenamente con los demás, cambiando radicalmente el entorno social en el que vivimos.

Vivir el valor de la empatí­a es algo sencillo si nos detenemos a pensar un poco en los demás y en consecuencia, aprenderemos a actuar favorablemente en todas las circunstancias. Por eso, debemos estar pendientes y cuidar los pequeños detalles que reafirmarán este valor en nuestra persona:

- Procura sonreí­r siempre, esto genera un ambiente de confianza y cordialidad. La serenidad que se manifiesta desarma hasta el más exaltado.

- Primeramente considera como importantes los asuntos de los demás y despuíés los propios. Despuíés de haber escuchado, la persona que se ha acercado a ti seguramente tendrá la capacidad de entender tu situación y estado de ánimo, por lo cual estará dispuesta ayudarte.

- No hagas un juicio prematuro de las personas porque te hace cambiar tu disposición interior (no pienses: "ya llego este molesto", "otra vez con lo mismo", "no me deja en paz", "otra interrupción") Si alguien se acerca a ti, es porque necesita con quien hablar... No los defraudes.

- Si no tienes tiempo o es un mal momento, expríésalo con cortesí­a y delicadeza -que tambiíén es empatí­a- y las personas se sentirán igualmente atendidas. Importante: no dejes pasar mucho tiempo para charlar con la persona.

- Evita demostrar prisa, aburrimiento, cansancio, dar respuestas tajantes u distraerte en otras cosas; además de ser una falta de respeto, logras autodominio y demuestras interíés por las personas. Aprende a escuchar.

- No olvides infundir ánimo con palabras, una palmada en el hombro o un gesto amable, sobre todo si la persona tiene problemas.

Podemos concluir que la empatí­a es un valor indispensable en todos los aspectos de nuestra vida, sin íél, serí­a muy difí­cil enriquecer las relaciones interpersonales; quien se preocupa por vivir este valor, cultiva simultáneamente entre otros: confianza, amistad, comprensión, generosidad, respeto y comunicación.

El ritmo de vida actual nos brinda pocas oportunidades de servir a los demás, de conocerlos y de tratarlos como es debido, la empatí­a se convierte en esa pieza fundamental que nos enriquece y nos identifica mejor como seres humanos.


Si de todo aprendo, no hay paso equivocado.😉