Por... Juan Josíé Perfetti Del Corral
Desde finales de la díécada pasada se venía observando un aumento progresivo y creciente en los precios agrícolas a nivel mundial. El pico de esta tendencia se registró en el año 2008. Este evento generó grandes preocupaciones por los indeseables efectos que pudiera tener en el costo de los alimentos y en los niveles de nutrición y de alimentación de las poblaciones menos favorecidas de los países en desarrollo.
Al tiempo que se hablaba de la crisis de precios agrícolas se presentó la crisis financiera y sus devastadores efectos sobre las economías de todo el mundo, sumiíéndolas en una severa crisis de crecimiento y demanda. De esta forma, el alcance y las repercusiones de la crisis de precios agrícolas cambiaron de escenario. Así, los riesgos de incrementar el hambre y la población vulnerable aumentaron aún más, pues se afectaron los empleos y los ingresos de gran parte de la población mundial. Igualmente, las presiones de demanda disminuyeron, dejando espacio para que los precios de los alimentos cambiaran de tendencia. Simultáneamente, los estímulos a la producción agrícola comenzaron a surtir efecto.
¿Quíé pasa hoy en día con los precios agrícolas? Según la FAO, la OECD y el Banco Mundial, los precios internacionales de los principales bienes agrícolas efectivamente han bajado con respecto a los picos del año anterior, pero siguen altos comparados con los promedios registrados en el período 1997-2006. Adicionalmente, estas entidades consideran que la volatilidad de los precios agrícolas se mantiene y que, en razón a la reducción de las reservas alimentarias mundiales y de las exportaciones de alimentos, se prevíé que los precios de los alimentos se mantengan altos. En este sentido, la FAO señala que en muchos países en desarrollo, como los africanos y algunos latinoamericanos, los precios agrícolas internos se mantienen altos no obstante la caída de los precios internacionales.
Las expectativas con respecto al futuro de la oferta mundial agrícola no son las mejores, pues, por ejemplo, se espera que la producción mundial de cereales caiga, en el presente año, en un 3%. En países agrícolas como Argentina y Brasil se esperan reducciones del 40% y el 16%, respectivamente, en la producción de maíz. No obstante, en arroz se espera un aumento de la producción en los países latinoamericanos.
En Colombia, según los reportes del Dane y la CCI, la tendencia de los precios de los alimentos presenta una clara desaceleración frente a lo que venía ocurriendo en años anteriores. El Ministerio de Agricultura señala que durante el mes de julio del presente año los precios mayoristas de los alimentos tuvieron una caída del 0,65 %, lo que representa una disminución importante con respecto al año 2008, cuando se registró un aumento del 1,69%. El Dane confirma estas tendencias al informar sobre la caída del 0,21% en el IPP de la actividad agrícola en julio y sobre el aumento a junio del acumulado del año 2009 en el IPC de alimentos de sólo 2,22%. Como es común en la canasta de alimentos, aumentan los precios de unos productos por encima de la tendencia general, como es el caso de la papa y la naranja, y los de otros, en cambio, presentan bajas, como el tomate y el arroz.
En un ambiente de relativos altos precios agrícolas a nivel internacional, en el país se registra una evidente desaceleración de la inflación de alimentos. Ojalá que la mano visible de la política sectorial no acabe distorsionando los mercados agrícolas, como lo ha hecho con la leche y el arroz, y más bien, en el actual ambiente de estabilidad en los precios, aproveche los recursos del AIS para fortalecer la capacidad productiva interna.