[size=12pt]Marchad, marchad, malditos[/size]
El olímpico Santi Píérez, obligado a prolongar su carrera a los 37 años ante la falta de alternativas laborales
"Papá, no vuelvas a irte", le pidió a Santi Píérez su hija cuando regresó de Pekín. Cada año se pasa ocho meses fuera de casa, entre competiciones y entrenamientos. A los 37 años su cuerpo capitula. Tambiíén la imagen del espejo le exige que se detenga, que le ponga a su brillante carrera el broche que merece. "Cuando lo haces como trabajo la gente joven te gana. Tengo que dejarlo ya. Me estoy engañando a mí y a los demás. No tiene sentido". Para su desgracia, la cartera decide y de momento no aparece ese trabajo que le permita mudarse a la vida ´civil´. Es el gran lastre del deporte español.
ARMANDO íLVAREZ - VIGO Bailaban durante días, hiriíéndose los pies, hasta caer exhaustos sobre la tarima. Necesitaban aquel puñado de dólares, comida caliente y una cama breve entre agujetas. Maratones de baile en la íépoca de la Gran Depresión. Los retrató McCoy y Pollack adaptó la novela al cine. Danzad, danzad, malditos. El que se detenía regresaba a la intemperie. El título original resumía con mayor crudeza la impiedad. They shoot horses, don’t they? ¿Acaso no disparan a los caballos? Y es tal vez como se siente Santi Píérez, un caballo trotón obligado a proseguir. Nadie le concede su reposo bien ganado.
Píérez es una gloria del atletismo gallego. El gran marchador de su historia. Octavo en Atenas, tras quedar vigíésimo sexto en Pekín decidió retirarse. Las facturas se lo impiden. El mundo no le ofrece acomodo.
“Hay una deuda pendiente de la administración. ¿Quíé hay despuíés de la vida deportiva para la gente que ha representando a España a alto nivel?â€, denuncia el viguíés. A sus 37 años nunca ha cotizado. No tiene seguridad social ni paro, aunque el IRPF se lleva el 22 por ciento de sus becas. “Sin derecho a nadaâ€, resume.
El deporte español es miseria camuflada bajo la dorada piel de ‘alonsos, gasoles y nadales’. “Somos la envidia del mundo en cuanto a figuras. Pero en cómputo total siempre quedamos por detrás de Italia, Francia o Alemania. En esos países el deportista medio de elite tiene más que asegurado su futuro. En España no te puedes dedicar al deporte tranquilamente. Hay gente joven con talento que abandona. Jugarse la carta del deporte es arriesgadoâ€.
El atletismo es mala inversión incluso para los que triunfan. Píérez lleva más de una díécada en la elite. Según los resultados y el calendario, ha ganado entre 20.000 y 50.000 euros por temporada. Pero de esos 50.000 euros de los años boyantes, cuando no mediaba lesión ni infortunio, invertía más de 20.000 en fisioterapia, míédicos, vitaminas, viajes... “Este año tengo una beca de 800 euros al mes. Vivo de lo que tenía ahorradoâ€. Poco que ver con la imagen social. “He ido a muchas conferencias en colegios. La primera pregunta del niño siempre es: ‘¿Quíé coche tienes? ¿Cuántas novias?’ La gente asocia el deporte de alta competición con Cristiano Ronaldo, su Ferrari, Paris Hilton, fiestas... En el deporte que no es mediático tienes un sueldo al mes y una vida muy sacrificada y espartanaâ€.
Policías, militares
Lo peor es la incertidumbre sobre el futuro, esa transición al mundo laboral que en otros países han resuelto. En Italia los deportistas de alto nivel acceden a una plaza en la policía fiscal, nacional o forestal. Francia les proporciona un trabajo. En el Este está el ejíército como salvavidas. “Al menos tienes esa opción aseguradaâ€, desearía Píérez, que reconoce: “Desde hace un par de años ves una inquietud verdadera en los políticosâ€.
El CSD está iniciando un proyecto de tutoría e inserción laboral. El departamento de Lissavetzky acaba de firmar un convenio con veinte grandes empresas que facilitarán puestos de trabajo. El PP presentará un proyecto de ley para incorporar deportistas de alto nivel a la policía, el ejíército o el cuerpo de bomberos. “Son soluciones reales. Esto cambiará en un par de años. Pero yo no aguantaríé tantoâ€, lamenta.
Píérez se busca la vida por su cuenta. Se ha reunido con Santi Domínguez y Xabier Alonso en lo que toca al Concello; con Lete y Angela Lera por la Xunta; el presidente de la Federación Gallega, Isidoro Hornillos, y Paco Novoa, el del Academia Postal, que es su equipo, lo respaldan. Agradece el buen trato. “Me respetan y me valoran. Las expectativas son buenas a medio plazoâ€. Pero no en lo inmediato y el tiempo “pasa volando. Estoy enormemente preocupadoâ€.
Quiere detenerse. Lleva veinte años al máximo nivel. Recorre cada semana 200 kilómetros. Su cuerpo acumula más de 180.000. Cuatro vueltas y media a la Tierra por su ecuador. Y cada paso le ha sabido a gloria porque el atletismo “nunca ha sido un oficio, sino mi pasiónâ€. Ahora sufre. “Física y mentalmente no me veo para competir en alto nivel. Podría incluso llegar a Londres, pero no para estar con los mejores. Se hace mucho más difícil. Este año estoy al noventa por ciento y mi rendimiento ha bajado. Todo me cuesta, ya todo son pegas. Estás preocupado por la familia, por cómo pagar la hipotecaâ€.
Una olímpica indigente
Píérez resta dramatismo a su caso. Su red familiar podría asegurarle el sustento. Aunque estuvo diez años en el CAR de Sant Cugat levantándose a las siete de la mañana y acostándose a las nueve, fue capaz de licenciarse en relaciones laborales. “El díéficit del deporte español es la formaciónâ€. Apenas el 15 por ciento de los olímpicos nacionales poseen carreras universitarias. “El 85 por ciento tiene un problema muy gordoâ€, concluye. í‰l mismo conoce casos como el de una olímpica gallega que hoy vive en la indigencia.
A cambio, el deportista posee “valores muy arraigados, espíritu de sacrificio, iniciativa, valor de equipo, resistencia al fracaso, saber recibir órdenes...â€. Cualidades que oferta en su currículo: “Tampoco quiero colocarme por colocarme. Siempre me juríé ser muy honesto conmigo mismo. No valgo para echarle morro o vivir de un trabajo sin aportar nada. Quiero ser feliz haciendo algo que me guste, seguir ligado al deporteâ€.
Pese a esta angustia recuerda con agrado al niño que fue, enamorándose del atletismo en Los Maristas. El difunto Fernando Rotea, de maestro. “í‰l me metió el vicio. Quería ser olímpico y soy de las personas que pueden decir que han cumplido su sueño. Es un privilegio enorme. A nivel económico no me ha compensado. Pero sí y de largo en sensaciones, amistades, conocimientos, cultura... He estado en todos los continentes y he tenido experiencias fantásticas. Dar la vuelta a un estadio con 100.000 personas te pone la piel de gallina. Llegar como finalista y sentirte el rey del mundo no hay nadie que lo pague. Yo puedo ir a muchos países, coger el telíéfono y tener a un amigo esperando por mí. He vivido veinte vidasâ€. Querría iniciar la vigíésimo primera a ritmo más pausado. De momento, seguirá bailando.