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Autor Tema: El juego, la especulación y la inversión en la Bolsa  (Leído 765 veces)

Zorro

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El juego, la especulación y la inversión en la Bolsa
« en: Noviembre 07, 2009, 11:28:36 am »
El juego, la especulación y la inversión en la Bolsa

Vivimos en un mundo intoxicado por la información, más veces interesada y falsa que real.

Esta hipersaturación de datos económicos, macroeconómicos y polí­ticos son “fabricados” y dosificados inyectándose en los medios de comunicación según convenga a los intereses de determinados grupos económico-polí­ticos.

A las Bolsas las mueven los poderes económicos siempre compinchados con el poder polí­tico. Ellos hacen los ciclos económicos, fabrican las crisis y ponen de moda o enriquecen a determinados paí­ses. Ahora mismo están muy interesados en que crezcan Brasil y China.

En la Bolsa existen tres arquetipos de inversores que representan con sus distintas formas de operar al grueso de los participantes en los mercado.

Estos son: El jugador, el especulador y el inversor.

Un jugador es quien compra acciones de una empresa que está en suspensión de pagos por si “suena la flauta” y saca una buena tajada. Aquí­ no prima la racionalidad, ni los datos fundamentales. De estos, hay a millares en las Bolsas de todo el mundo.

Muchos de los jugadores bursátiles españoles están atrapados en DOGI y en La Seda simplemente porque no tuvieron la precaución de no comprar acciones de empresas con problemas, como lo son las dos nombradas y haciendo caso omiso de la crisis actual.

La ludopatí­a está más extendida de lo que se cree por los parquíés. La gente juega a la Bolsa, ¡o a lo que sea!, solo por el afán de acertar. Y si un dí­a consigue el “premio gordo” lo volverá a meter en los mercados hasta perderlo.
Ejemplo de jugador bursátil fue Jesse Livermore, que murió arruinado despuíés de ganar varias fortunas en Bolsa.

Un especulador es el que solo trata de obtener un beneficio la más de las veces lo más rápidamente posible y sin importarle nada más de la Sociedad de la que compra acciones, a no ser su tendencia bursátil y su momento para entrar y salir del valor.
Hay especuladores que viven muy bien de su trabajo o afición, muy pocos logran el íéxito y la gran mayorí­a no llega a ninguna parte.
Ejemplo de especulador serí­a George Soros.

Un inversor es el que estudia detenidamente una empresa, su sector, sus cuentas y sus posibilidades de crecimiento. E invierte su dinero esperando rentabilizarlo a medio-largo plazo.
Este espíécimen es el que menos abunda y ahora mismo parece totalmente desaparecido visto lo visto con determinados valores cuyos beneficios son crecientes, en sectores de casi monopolio, todo dentro de un mundo muy competitivo y en crisis.
Ejemplo del inversor puro es Warren Buffet.

Realmente lo ideal de cualquier compra bursátil es que se rentabilizase lo máximo en el mí­nimo tiempo. Aunque todos sabemos que esto ocurre en las mí­nimas veces.

Tanto los jugadores, como los especuladores y por supuesto los inversores, son necesarios en los mercados. Todos ellos aciertan y se equivocan en su operativa.

Curiosamente, cada uno de los tres arquetipos se cree en el lado correcto del mercado y despreciará a los otros dos considerándolos erróneos. 

El participante en los mercados debe elegir siempre la practica bursátil que mejor se adapte a su personalidad y con la que, ¡lógicamente!, mejores resultados obtenga. Todo lo demás son tonterí­as, gráficos e inútil coña marinera.

Si usted se identifica con alguno de estos tres arquetipos, piense que tanto da el sistema utilizado para participar en los mercados, ¡solo sus resultados!.

Saludos y suerte en las inversiones.


« Última modificación: Noviembre 09, 2009, 09:31:25 am por Zorro »


Estoy inmerso en la nueva fiebre del oro.

RITO

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Re: El juego, la especulación y la inversión en la Bolsa
« Respuesta #1 en: Noviembre 07, 2009, 05:42:13 pm »
Totalmente de acuerdo contigo Zorro, sobre todo con el parrafo en el que dices :

A las Bolsas las mueven los poderes económicos siempre compinchados con el poder polí­tico. Ellos hacen los ciclos económicos, fabrican las crisis y ponen de moda o enriquecen a determinados paí­ses. Ahora mismo están muy interesados en que crezcan Brasil y China.



Pego un articulo muy interesante, donde se habla mucho de la sumision de poder politico al poder economico, que es, sin duda, el que elabora y decide como es el devenir del mundo. Nada ni nadie se mueve sin permiso del poder economico.

El articulo es un pelin largo pero vale la pena leerlo

Buen fin de semana.

Wall Street domina el mundo
Don Regan, consejero delegado de Merrill Lynch, permanece al lado del presidente Reagan mientras íéste pronuncia un pequeño discurso. Pero debe estar demorándose más de la cuenta, por lo que Don, que comienza a impacientarse, se acerca al presidente de los EEUU con cara seria y le espeta con tono firme: “Date prisa”. Ronald Regan asiente y procede, con aire obediente, a agilizar su intervención. La escena puede verse en la última pelí­cula de Michael Moore, Capitalismo, una historia de amor, que se estrenará el próximo 20 de noviembre en España, y donde el cineasta la utiliza como metáfora de la relación entre el poder financiero y el poder polí­tico: unos mandan, otros obedecen.
 

Pero no se trata sólo de la opinión vertida por un director de cine. Más al contrario, se trata de una creencia que está consolidándose entre amplias capas de la población occidental, especialmente a partir de la crisis y de sus planes de rescate. Desde entonces, son frecuentes las noticias que resaltan las intensas  uniones entre los poderes polí­tico y económico. Así­, medios estadounidenses han resaltado cómo el gobierno económico de Reagan estuvo directamente inspirado por las doctrinas que emanaban de Merril Lynch, cómo muchos altos cargos de los últimos tiempos provienen de Goldman Sachs (es el caso de Henry Paulson, Lawrence Summers o Mark Patterson), cómo hay que haber trabajado en los más influyentes grupos financieros para acceder a un puesto en la Reserva Federal (ocurre con Rick Rubin, Ben Bernanke o Tim Geithner)  o cómo las polí­ticas nacionales están siendo dirigidas más para beneficiar a actores concretos que al propio paí­s. En ese orden, la empresa estrella de las crí­ticas es Goldman Sachs, no sólo por el número de ex directivos suyos que han pasado a formar parte del gobierno de Estados Unidos sino porque se le ha atribuido un papel principal en esta crisis. En un artí­culo en Rolling Stone, el periodista Matt Taibbi afirmaba que Goldman Sachs ha jugado siempre al mismo juego: situarse en medio de una burbuja especulativa, atrayendo los recursos de la clase media para invertirlos en bienes que sabe que se depreciarán. Y sacando además partido del ciclo contrario: cuando la burbuja explota, presta dinero con interíés para remontar la crisis. Lo que ocurre, y en esto radicaba la gravedad de las afirmaciones de Taibbi, es que Goldman lo hací­a no sólo gracias a la complicidad del regulador sino con su participación necesaria. Sin el cambio de las normas promovido por los polí­ticos no hubiera sido posible ni la creación de grandes conglomerados bancarios como AIG, Citigroup o Bank of America ni el gran margen de actuación del que gozaron. En definitiva, estarí­amos ante hechos que demostrarí­an cómo, en nuestro mundo, el poder financiero se afirma muy por encima del polí­tico.

 

Así­ lo cree Juan Carlos Monedero, profesor de ciencia polí­tica de la Universidad Complutense y autor de El futuro de las palabras (Ed. Fondo de Cultura Económica), quien señala cómo “el capitalismo, cuando sufre una de sus crisis cí­clicas, intenta una salida desesperada a travíés de la financiarización, que es lo que estamos viendo en los últimos 30 años, lo que deriva en la constitución de grandes grupos económicos que maniatan al poder polí­tico a travíés de su capacidad para controlar la economí­a”. Y Monedero percibe un segundo elemento que explicarí­a este predominio de lo financiero, como es la espectacularización de la polí­tica: “Hemos importado los modos electorales norteamericanos, lo que ha encarecido las campañas y ha entregado de rodillas el poder polí­tico a quienes tienen capacidad para sufragar las campañas electorales”.

 

Además, como señala el periodista Pascual Serrano, autor de Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo (Ed. Pení­nsula), no se trata sólo de que quienes tienen el dinero influyan enormemente a la hora de decidir quiíénes accederán al poder, sino que tambiíén “controlan el margen de maniobra de los elegidos. El intento fallido de Obama, y antes de Hillary Clinton, de reformar el sistema sanitario de su paí­s es una muestra más de cómo las grandes empresas están impidiendo que los representantes polí­ticos lleven a cabo su programa. Lo que es aún más palpable en un asunto como este, en el que los polí­ticos tienen a su favor a gran parte de la ciudadaní­a”. En este sentido, y como sintetiza Monedero parafraseando una vieja afirmación, estamos en un escenario polí­tico en el que “el partido sustituye a la sociedad, el comitíé central al partido, el secretario general al comitíé central y los bancos que financian ese entramado al secretario general”.

 

Pero no se trata de una creencia que estíé cuajando sólo en un sector polí­tico determinado, el de la izquierda, sino que abarca todo el ámbito de las ideas. Para alguien como Javier Ruiz Portella, director de la editorial íltera, que proviene de un entorno opuesto al de Monedero o Serrano, tambiíén resulta evidente  que “el peso del capital financiero resulta totalmente decisivo en la polí­tica. Y el mejor ejemplo son las escandalosas operaciones de rescate que han llevado a cabo los Estados a partir del momento en que la famosa mano invisible de Adam Smith no ha funcionado”.  Para Ruiz Portella, lo más llamativo es que “se les están regalando cifras mareantes a entidades financieras que dan beneficios en sus cuentas anuales”.

 

Probablemente porque el asunto de las subvenciones a los bancos haya influido en la opinión pública, pero lo cierto es que las crí­ticas a esta presencia del capital financiero han venido de todos los ámbitos, no sólo desde los polí­ticamente concienciados. En Estados Unidos, hubo una gran resistencia a estos planes de rescate lideradas por los republicanos, pero en la que tambiíén destacarondemócratas. La más relevante, la congresista Marcy Kaptur, (gran estrella de la pelí­cula de Michael Moore) una mujer con casi tres díécadas de experiencia en la Cámara de Representantes y que tildó a estos planes de “golpe de estado financiero”, un calificativo que comparten algunos de sus compañeros en la Cámara. La tesis de Kaptur es que asustaron a los ciudadanos (y a los propios congresistas) exagerando las dimensiones y la gravedad de la crisis hasta que las entidades bancarias lograron los recursos que pretendí­an para seguir ganando dinero.

 

Para los expertos consultados resulta evidente que en el contexto polí­tico contemporáneo, hecho de suspicacias y de escándalos de corrupción, este tipo de actuaciones habrá de generar consecuencias. Y la primera  de ellas es la creciente desconfianza respecto del sistema en sí­. Para Monedero, “hablar de democracia capitalista es una contradicción en los tíérminos. La esencia de la democracia es el igualitarismo mientras que la del capitalismo es el enriquecimiento de los más aptos. Y son dos lógicas que sólo pueden acercarse ocasionalmente en lugares muy concretos y en momentos históricos muy concretos”. Según Portella, el descontento actual “tiene que ver con una crisis profunda que cuajará, si los efectos de la crisis son más duros de lo que han sido hasta ahora, en nuevas concepciones polí­ticas que hasta ahora han estado en los márgenes”.

 

Para Antonio Arcones, presidente de la Fundación Burke, lo que esta crisis nos demuestra es que “las connivencias entre el ámbito polí­tico y el económico siempre son negativas, porque el poder legisla a favor de los grandes. Se critica al mercado porque se dice que es una forma de dar carta de libertad a los poderosos, pero lo cierto es que cuanto más intervencionista es el sistema polí­tico, más fácil es que  regule a favor de las grandes empresas”. Por eso, las consecuencias negativas que trae la crisis están recayendo en quienes, por su aislamiento, carecen de fuerza para defender sus posiciones. “Nadie en el Estado interviene hoy a favor de las Pymes, del taxista o del tendero, porque no tienen capacidad para lograr que el sistema se ajuste en su favor. Los pequeños no hacen más que pagar impuestos mientras que los grandes logran que el Estado acuda en su rescate cuando las cosas les van mal. No hay más que fijarse en lo que están haciendo con el sector automovilí­stico”.

 

Así­, Arcones niega que estemos ante un momento de crisis del capitalismo. “Es brutal que a un sistema como el nuestro, en el que la participación de las diferentes administraciones en el PIB es de más del 40% y donde la regulación lo abarca todo, se le pueda llamar capitalismo. Dicen que la crisis es consecuencia del liberalismo extremo cuando estamos en una economí­a intervenida”. En consecuencia, las transformaciones polí­ticas que augura Arcones a partir de esta crisis deberí­an estar focalizadas en la defensa de los pequeños “de los autónomos, del profesional, del pequeño empresario”, y habrí­an de dirigirse hacia “la drástica reducción de tamaño de un Estado que cada vez trata de intervenir más en nuestras actividades y que pretenden cobrarnos más impuestos”.

Orpheo

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Re: El juego, la especulación y la inversión en la Bolsa
« Respuesta #2 en: Noviembre 07, 2009, 07:20:53 pm »
Muy buenos ambos. Gran artí­culo zorro y excelente complemento con el aporte Rito.
En individuos, la locura es rara; en grupos, partidos, naciones y épocas, es la regla", Nietzsche.