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Autor Tema: Viraje estratíégico de Estados Unidos...  (Leído 181 veces)

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Viraje estratíégico de Estados Unidos...
« en: Diciembre 24, 2011, 11:01:47 am »
Por...  Raúl Zibechi


La “guerra contra el terror” inaugurada por George W Bush tras los atentados del 11 S, está siendo desplazada por la “contención” de China, la nueva estrategia delineada por el Pentágono para cercar y, eventualmente, ahogar a la potencia asiática, con el objetivo de mantener la supremací­a global.  El último viraje del imperio involucra de lleno a Sudamíérica.
 
Noviembre fue el mes en que se plasmó el cambio de rumbo. “En nuestros planes y presupuestos para el futuro, vamos a asignar los recursos para mantener nuestra fuerte presencia militar en esta región”, dijo Barack Obama el 17 de noviembre ante el parlamento australiano.  En la edición de noviembre de Foreign Policy, la secretaria de Estado Hillary Clinton hizo algunas precisiones. “Durante los últimos diez años hemos dado ingentes cantidades de recursos a Irak y Afganistán.  En los próximos diez años, debemos ser inteligentes acerca de dónde invertimos nuestro tiempo y energí­a, de forma que logremos la mejor posición posible para mantener nuestro liderazgo”.
 
En la próxima díécada, según Clinton, Estados Unidos realizará la mayor inversión “diplomática, económica, estratíégica y demás, en la región Asia-Pací­fico”.  Como en toda estrategia estadounidense, lo militar y lo económico forman una sola polí­tica.  En lo inmediato, se adelanta el despliegue de 250 infantes de marina en Darwin (norte de Australia), hasta alcanzar los 2.500 militares.  Hasta ahora el Pentágono cuenta con bases en Japón, Corea del Sur, Taiwán y Guam, pero al establecerse en Australia forma una tenaza sobre la salida de China al ocíéano Pací­fico.  Esta polí­tica forma parte del objetivo no declarado de formar una “OTAN del Pací­fico” para presionar y cercar a China.
 
El segundo paso no es militar sino económico.  Consiste en un ambicioso acuerdo de libre comercio entre varios paí­ses del Pací­fico denominado Acuerdo de Asociación Trans-pací­fico, TPP(1).  Hasta ahora se trata de nueve paí­ses: Australia, Brunei, Chile, Estados Unidos, Malasia, Nueva Zelanda, Perú, Singapur y Vietnam.  China es dejada fuera y se consigue romper la ASEAN, la Asociación de Naciones del Sureste Asiático, donde ese paí­s tiene un papel hegemónico.
 
Según Michael T. Klare, el nuevo centro de gravedad de la polí­tica estadounidense supone el abandono de Oriente Medio, que durante medio siglo fue su prioridad, para focalizarse en la que considera su principal adversaria.  La lectura del Pentágono sostiene que el talón de Aquiles de la economí­a china son las importaciones de petróleo que llega al paí­s necesariamente por el Mar del Sur de China, donde Obama prevíé su mayor despliegue militar(2).
 
La respuesta de China sigue consistiendo en apostar al diálogo, pero fortaleciendo sus estructuras defensivas.  A diferencia de las potencias occidentales, que ascendieron a caballo de las guerras de conquista (desde España y Portugal hasta Inglaterra y Estados Unidos), el ascenso chino se basa en el comercio y la diplomacia.  Esa diferencia es a la vez su potencial mayor, en la medida que no es una potencia agresiva, pero a la vez su debilidad, ya que puede ser desplazada por la fuerza como sucedió en Libia.
 
Debilidad estructural
 
La crisis de los Estados Unidos es más grave que la que atraviesa la Unión Europea.  “Ahora insolvente se tornará ingobernable, arrastrando a los estadounidenses y a quienes depende de íél a conmociones económicas, financieras y monetarias, geopolí­ticas y sociales violentas y destructivas”, asegura el Boletí­n Europeo de Anticipación Polí­tica (Geab No. 60, 16 de diciembre).
 
En los próximos cuatro años el paí­s que diseñó el mapa global desde 1945, vivirá siempre según este pronóstico, “parálisis institucional y la desarticulación del bipartidismo tradicional”, una espiral de recesión-depresión-inflación y “la descomposición del tejido socio-polí­tico”.  Es cierto que semejante pronóstico suena apocalí­ptico, pero ¿quiíén hubiera pensado que la agencia S&P llegarí­a a degradar la calificación del paí­s?
 
A escala internacional Estados Unidos cada vez tiene menos aliados.  Immanuel Wallerstein recuerda que sólo en noviembre y la primera mitad de diciembre la Casa Blanca “ha tenido confrontaciones con China, Pakistán, Arabia Saudita, Israel, Alemania y Amíérica Latina” (La Jornada, 18 de diciembre).  Los fracasos se extienden: Obama envió al secretario del tesoro, Timothy Geithner a Europa para sugerir alternativas a la crisis y fue olí­mpicamente ignorado; fue humillado por Pakistán y luego por Irán, ya que al parecer el drone que “aterrizó” en ese paí­s no sufrió un accidente sino que fue bajado por un ciberataque.
 
Pero la situación más grave es la interna.  Un estadounidense de cada seis recibe bonos de alimentación así­ como uno de cada cuatro niños; el 57 por ciento de los niños vive en hogares pobres; el 48,5 por ciento vive en grupos familiares asistidos por el Estado, frente a un 30 por ciento en 1983 (The Economic Collpase, 16 de diciembre).  Llama la atención el agravamiento de la situación social en pocos años: desde 2007 el ingreso familiar cayó un siete por ciento; en zonas de California el precio de la vivienda cayó un 63 por ciento, el precio promedio de una casa en Detroit es de 6.000 dólares y el 18 por ciento de las viviendas de Florida están vací­as.  Un niño de cada cinco experimenta episodios de vida en la calle.
 
Todos los dí­as aparecen datos nuevos que revelan el deterioro social y moral del paí­s.  La revista Pediatrics, de la Academia de Pediatras, reveló que a los 23 años uno de cada tres estadounidenses ha sido arrestado en algún momento.  En 1965 sólo lo habí­an sido el 22 por ciento a esa edad (USA Today, 19 de diciembre).  Según los autores del estudio, esos datos no significan que haya una mayor criminalidad juvenil, sino que “obedece a leyes más estrictas” ante situaciones de escándalo público o consumo de sustancias prohibidas.  Concluyen que los arrestos de jóvenes tienen consecuencias nefastas para su desarrollo y alientan “comportamiento violento y conductas antisociales”.  Si el estudio discriminara los arrestos que sufren negros e hispanos, los resultados hubieran sido escandalosos.
 
Un cerco a la integración
 
En una situación interna e internacional tan grave, el viraje estratíégico puede, como señala Klare, llevar al mundo a una situación “extremadamente peligrosa”.  En su opinión, compartida por otros analistas, estamos ingresando en una nueva guerra frí­a que no excluye “el dominio y la provocación militar” con fuerte íénfasis en el control de los hidrocarburos del planeta.  Si el objetivo de Estados Unidos frente a China consiste en “poner de rodillas a su economí­a, mediante el bloqueo de sus ví­as de suministro de energí­a”, esa polí­tica -que no es nueva- es de hecho un anuncio para el resto del mundo.  Recordemos dos hechos: Sudamíérica aporta el 25 por ciento del petróleo que importa Estados Unidos y los mayores descubrimientos de crudo en la última díécada están en aguas territoriales brasileñas.
 
Las exportaciones de Venezuela al paí­s asiático están en el punto de mira.  Las inversiones chinas en ese paí­s acumulan 40 mil millones de dólares desde 2007.  PDVSA exporta 430 mil barriles diarios de petróleo a China pero las estatales chinas CNPC y Sinopec planean multiplicar por diez su bombeo de crudo en el paí­s hasta llegar a 1,1 millones de barriles diarios en 2014, para lo cual han recibido cinco áreas en la Faja Petrolí­fera del Orinoco, que requieren unos 20.000 millones de dólares en inversiones cada una (Reuters, 20 de diciembre).
 
El viraje de Obama cuando insiste en que “Estados Unidos es un paí­s del Pací­fico”, cuando siempre habí­a sido un paí­s Atlántico, no sólo implica tejer alianzas en Asia sino tambiíén en Amíérica Latina.  El TPP incluye a Chile y Perú y espera involucrar a Míéxico.  En paralelo, el 5 de diciembre en Míérida los cuatro paí­ses de la Alianza del Pací­fico (Chile, Míéxico, Perú y Colombia) acordaron lanzar el bloque comercial en junio de 2012, crear un mercado integrado con sus bolsas de valores y eliminar las tarifas aduaneras luego de 2020.
 
Para Andríés Oppenheimer, “veremos una división de facto de Amíérica Latina, entre un bloque del Pací­fico y un bloque del Atlántico” (La Nación, 13 de diciembre).  El análisis conservador desestima la reciíén estrenada Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC).  En efecto, el columnista de La Nación (que además escribe en The Miami Herald y es analista polí­tico de CNN en Español) sostiene que en la cumbre presidencial de Caracas hubo apenas “discursos poíéticos sobre la unidad regional”, sin ninguna consecuencia económica.
 
Una de las tendencias más importantes que se ha disparado luego de la crisis de 2008, es hacia la conformación de bloques regionales y comerciales, que redunda en un retorno del proteccionismo.  La reciente decisión del Mercosur de elevar el arancel externo del 14 al 35 por ciento, forma parte de esa tendencia que busca proteger a la región ante la exportación de los paí­ses centrales de los productos que no pueden consumir internamente.
 
Con la crisis se redujo la demanda de Europa y Estados Unidos, lo que está provocando que paí­ses emergentes como China e India acumulen stocks de mercancí­as que pretenden colocar a precios muy bajos, lo que está afectando las industrias de la región, en particular a Brasil y Argentina.  Ciertamente, los paí­ses que no tienen un importante sector industrial, como Paraguay y Uruguay, no se benefician con ese tipo de medidas pero, sin embargo, pueden obtener mayores cuotas de exportación hacia los grandes de la región.
 
Brasil toma nota
 
En Brasil ha ganado espacio la convicción de que debe enfrentar nuevas amenazas y que ellas provienen de los paí­ses centrales, en particular de los Estados Unidos.  Lo interesante es que esa convicción atraviesa a toda la sociedad, arriba y abajo.
 
Cinco dí­as despuíés del discurso de Obama ante el parlamento de australiano, militares brasileños filtraron a la prensa un informe interno del Ministerio de Defensa sobre la situación del equipamiento de las diversas armas.  La prensa conservadora tituló que buena parte del material bíélico se habí­a convertido en “chatarra” y aseguraba que de las cien embarcaciones de combate de la Marina apenas 53 están navegando y que sólo dos de sus 24 aviones A-4 están operativos (O Estado de Sao Paulo, 22 de noviembre).
 
La difusión del “informe secreto” se produjo en un momento en que diversos sectores, incluyendo al ministro de Defensa, Celso Amorim, presionan para acelerar el proceso de modernización y equipamiento de las fuerzas armadas, y muy en particular de la Marina encargada de defender la Amazonia verde y la azul, en referencia a las dos principales riquezas del paí­s: biodiversidad y petróleo.  Otro de los puntos neurálgicos es la compra de 36 cazas a Francia que lleva más de dos años paralizada.  Sin embargo, la prensa no destaca los importantes avances que se están realizando en la fabricación de submarinos con importante transferencia de tecnologí­a.
 
El general de brigada (retirado) Luiz Eduardo Rocha Paiva, miembro del Centro de Estudios Estratíégicos del Ejíército con amplia trayectoria militar y formación estratíégica, analizó el reciente viraje estadounidense advirtiendo que la “píérdida de espacios” de la superpotencia y sus aliados repercute directamente sobre la región sudamericana y Brasil.  Vale la pena reproducirlo extensamente porque refleja la mirada de buena parte de los gobernantes, militares o no, del paí­s.  “Los conflictos llegaron a nuestro entorno.  El fracaso o íéxito limitado de Estados Unidos y sus aliados en áreas distantes resultarán en presiones para imponer condiciones que aseguren el acceso privilegiado a las riquezas de Amíérica del Sur y del Atlántico Sur” (O Estado de Sao Paulo, 20 de diciembre).
 
Rocha Paiva destaca la creciente influencia de China en la región, la presencia de Rusia e Irán en paí­ses como Venezuela y concluye: “Los Estados Unidos reaccionarán a la penetración de rivales en su área de influencia y eso afectará el liderazgo de Brasil en el proceso de integración regional y en la defensa de su patrimonio y su soberaní­a”.  Por eso apuesta a reforzar el poder militar defensivo ante la nueva realidad.
 
Tan interesante como su mirada global es la que hace de la región.  “No son los vecinos la razón para reforzar el poder militar del paí­s, sino su ascenso como potencia económica global, la participación destacada en el comercio mundial y la codicia por nuestros recursos y posición geoestratíégica.  Todo eso sacó a Brasil de su posición perifíérica y lo colocó en las rutas de cooperación y conflicto”.  Concluye advirtiendo que a Brasil le puede suceder en el siglo XXI, lo mismo que a China en el XIX: “Las potencias rivales se pueden unir para presionar y amenazar al paí­s” (3).
 
Esa percepción sobre las amenazas que enfrenta es compartida por una porción mayoritaria de los brasileños.  Un reciente estudio del Instituto de Investigación Económica Aplicada (IPEA por sus siglas en portuguíés), entre casi cuatro mil personas, muestra que el 67 por ciento piensa que existe una amenaza militar extranjera por los recursos naturales de la Amazonia.  Un 63 por ciento cree que los yacimientos hidrocarburí­feros en el mar pueden sufrir ataques militares externos(4).
 
Más interesantes aún son las respuestas cuando la pregunta gira en torno a quíé paí­s puede constituir una amenaza militar en los próximos veinte años para Brasil.  El 37 por ciento piensa en Estados Unidos.  Muy lejos, Argentina con el 15 por ciento.  Debe destacarse que esa era la hipótesis de guerra más probable desde la independencia hasta la creación del Mercosur, incluyendo a la dictadura militar (1964-1985) cuyo despliegue principal era en dirección sur.  Esta percepción revela que los cambios en la estrategia militar de Brasil, que se plasmaron en la última díécada y sobre todo en la “Estrategia Nacional de Defensa”, publicada en 2008, cuenta con un amplio respaldo social.
 
El posicionamiento estratíégico de un paí­s madura en tiempos largos y la aplicación de la nueva estrategia se hace realidad en díécadas.  El Brasil de arriba y el de abajo coinciden en que el paí­s es vulnerable ante probables amenazas externas.  Tal vez esa percepción haya comenzado a cambiar el 8 de diciembre, cuando dos soldadores del equipo franco-brasileño que trabajan en los astilleros de la DCNS (Direction des Constructions Navales) en Cherburgo, de un total de 115 aprendices que están trabajando para transferir tecnologí­a, comenzaron a soldar la última unión de las secciones del primero de los cuatro submarinos Scorpene destinados a Brasil (DefesaNet, 8 de diciembre).  En adelante, se fabricarán en el astillero de la Marina en Rio de Janeiro.
 
- Raúl Zibechi, periodista uruguayo, es docente e investigador en la Multiversidad Franciscana de Amíérica Latina, y asesor de varios colectivos sociales.
 
Notas
 
1) El Acuerdo Estratíégico Trans-Pací­fico de Asociación Económico fue firmado en 2005 por cuatro paí­ses: Brunei, Chile, Nueva Zelanda y Singapur. Los demás, incluyendo Estados Unidos, se fueron incorporando progresivamente.
 
2) “Jugando con fuego. Obama amenaza a China”, Sin Permiso, 11 de diciembre.
 
3) Se refiere a las dos guerras del opio cuando Inglaterra y Francia se unieron contra China.
 
4) “O sistema de indicadores de percepí§ao social. Defensa Nacional”, IPEA, 15 de diciembre de 2011.


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