El español Joaquim Rodríguez (Katusha) se apuntó su primera gran Clásica tras proclamarse vencedor de la 76ª edición de la Flecha Valona. Lo consiguió gracias a un ataque demoledor en el último kilómetro en el Muro de Huy al que ninguno de los otros favoritos pudo responder. Se quedaron todos clavados, hundidos en el manillar.
Lamentablemente, muchos aficionados españoles no pudieron disfrutar del triunfo del catalán en directo por televisión. Se perdieron el hachazo de 'Purito' en la pared belga de 1,3 kilómetros al 9,3% de desnivel medio, con 900 metros al 11,6% y una rampa del 19%.
A 400 metros de la meta, cuando casi todos los ciclistas maldecían la bicicleta, metió el turbo el español de las piernas poderosas en los finales más explosivos. Nadie le pudo seguir para arrebatarle la gloria tras dos segundos puestos consecutivos en la misma prueba. No estaba por una sinusitis Cadel Evans (ganador en 2010), y Philippe Gilbert (vencedor en 2011) se tuvo que conformar con el tercer puesto por detrás del suizo Michael Albasini, ambos a cuatro segundos del español. El belga Jelle Vananedert, otro de los favoritos, terminó cuarto. Mollema acabó síéptimo, Nibali octavo y Van Den Broeck díécimo.
'Purito' puso la tercera pica española en el palmaríés de la Clásica belga tras los triunfos cosechados por Igor Astarloa (2003) y Alejandro Valverde (2006), que no pudo esta vez meterse entre los primeros. Tampoco Igor Antón, que sustituía a Samuel Sánchez. Rodríguez rubricó el buen trabajo de su equipo, que hizo todo lo posible para que el pelotón llegase agrupado a la subida final.
Los valientes del día fueron el francíés Anthony Roux (Fdj) y Dirk Bellemakers (Landbouwkrediet), que se marcharon en fuga a la aventura a en el kilómetro 134, a 60 para meta. Cuando quedaban 38, Andy Schleck probó sorprendiendo a todos, pero desistió rápidamente.
Tras algunas escaramuzas se llegó a los últimos quince kilómetros con el pelotón agrupado. Apareció fugazmente la lluvia para mojar el asfalto y añadir peligrosidad al último tramo, donde lo intentaron el canadiense Ryder Hesjedal y el noruego Lars Nordhaug. El muro de Huy se los tragó a ambos antes de que Purito sacase de rueda a todos. Fue su ataque más clásico, el día más feliz de su vida.
