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Asediados por la escasez de agua potable y su mala calidad, tribulaciones económicas y efervescencia política, los egipcios están abocados ahora a otra tragedia cotidiana, el racionamiento elíéctrico.
El Gobierno está considerando la posibilidad de elevar las tarifas a los sectores de mayor consumo, reveló a la prensa el ministro de Energía y Electricidad, Saad Majmud Balbaa.
Aunque "no habrá un incremento inmediato" y el asunto está en manos del Gabinete, el titular estimó que todos los estudios conducen a pensar que los mayores consumidores son el foco de la atención y los usuarios de promedios más bajos no tienen de quíé preocuparse.
Las formulaciones de Balbaa siguen a un alerta similar por parte del primer ministro Hicham Qandil, sobre la posibilidad de que "en breve será necesario poner en vigor un programa de racionamiento compulsivo".
Ambos funcionarios coincidieron en que el incremento en flecha del consumo se debe al uso indiscriminado de los equipos de aire acondicionado, para muchos vitales durante el verano egipcio, caracterizado por temperaturas infernales de hasta 40 grados a la sombra con una humedad casi nula.
Según el ministro Balbaa, aquellos que disponen de acondicionadores de aire deben pagar más que los que se conforman con los ventiladores, los cuales ofrecen un pobre consuelo incluso tras la puesta del sol, cuando descienden los termómetros.
Existen consumidores que gastan entre tres mil y cuatro mil kilovatios hora, acorde con una de las pesquisas.
Los pronósticos se suman a una fuerte escasez de agua, complicada por denuncias de que los pozos de los cuales se extrae el líquido para consumo humano son muy superficiales y por ello están contaminados con elementos dañinos para la salud, lo que ha elevado las ventas de agua purificada.
Una botella de litro y medio de ese producto cuesta como mínimo 27 libras egipcias (3,91 dólares) y en momentos de penuria, que los hay, asciende a 40.
La decisión de racionar la energía, que parece inevitable en las actuales circunstancias, podría tener un alto costo social para el presidente Mohamed Morsi, asediado por la larga cadena de problemas causados por la política neoliberal de su antecesor, Hosni Mubarak, obligado a renunciar por masivas protestas populares a principios del año pasado.