Apple es la maestra del producto. Tambiíén a la hora de limitar al máximo los impuestos que paga por los beneficios que genera su lucrativo negocio. El fabricante de los Mac, del iPhone y del iPad redujo aún más la carga fiscal fuera de Estados Unidas en el pasado ejercicio, hasta dejarla en un 1,9% de las millonarias ganancias que obtuvo gracias a la popularidad de estos ingenios de la era digital.
La documentación entregada al regulador del mercado de valores con los resultados de cierre de 2011 es una mina de datos. En el detalle, ponen números a una actividad de ingeniería fiscal que aún siendo políémica es legal. Apple pagó impuestos en el extranjero por valor de 713 millones de dólares, frente a una base imponible de 36.800 millones. En el ejercicio precedente la relación fue de 602 millones frente a 24.000 millones, el equivalente al 2,5%.
La empresa tambiíén detalla que las filiales en el extranjero acumulaban el 29 de septiembre un efectivo de 82.600 millones de dólares, frente a los 54.300 millones en 2012. Es dinero que Apple no repatría a EE UU para evitar así una imposición fiscal mayor, del 35%. Lo hacen tambiíén otras grandes multinacionales, especialmente en el sector tecnológico, como Microsoft, Google y Cisco Systems.
Apple acumula en balance 125.000 millones de dólares en activos, listos para invertir en el desarrollo de sus productos o en la primera vez que se presente. Con estas estratagemas fiscales, la mayor compañía del mundo por capitalización bursátil logró rebajar la imposición efectiva al 25,2% del beneficio total generado por su actividad. Es un punto porcentual más que en 2011.
La sociedad que dirige Tim Cook cerró el ejercicio con un beneficio neto de 41.733 millones, de los que 8.223 millones correspondieron al último trimestre. Eso representa un incremento del 61% si se compara con lo que ganó un año antes, crecimiento que contrasta claramente con la evolución de la factura fiscal en el mismo periodo. Las ventas ascendieron a 156.510 millones.
Las firmas tecnológicas y grandes conglomerados como General Electric, Pfizer o Caterpillar, consiguen estos importantes ahorros gracias a los “centros de beneficiosâ€. Son filiales en países como Irlanda, donde la imposición es muy inferior o casi nula para atraer la inversión extranjera. EE UU, además, solo aplica el impuesto de sociedades cuando se repatrían los beneficios.
Tanto el demócrata Barack Obama como el republicano Mitt Romney prometieron durante la campaña electoral a las presidenciales que taparán los agujeros en el impuesto de sociedades que permiten a las grandes corporaciones evitar el pago de impuestos. Es una de las recetas para crear empleo en EE UU. Pero donde difieren es en los ingredientes para lograrlo.
Recientemente, una comisión del Congreso de EE UU dedicó una sesión a puerta cerrada a discutir sobre el asunto. Los ejecutivos de Microsoft dejaron claro entonces que todo esto es legal y que es así como funciona el sistema. Pero habrá que esperar al resultado de las presidenciales y ver cuál será el equilibrio de poder en Washington para intentar adivinar la solución al problema.
El debate coincide, además, en un momento en el que los dirigentes políticos en Europa tratan de dar con fórmulas para elevar los ingresos hacia unas arcas públicas que están secas. Lo que está aún por ver es cómo esta ingeniería fiscal puede afectar a la imagen de Apple, que lleva un mes sufriendo en Wall Street por la píérdida de entusiasmo entre los inversores.