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Autor Tema: ¿Es la energí­a limpia un sueño imposible?...  (Leído 131 veces)

OCIN

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¿Es la energí­a limpia un sueño imposible?...
« en: Febrero 15, 2013, 06:13:17 pm »
Por...  Jerry Taylor y Peter Van Doren


 
No nos malinterprete: si fuentes de energí­a renovable y poco contaminante pudiesen sustituir a los combustibles fósiles sin enormes subsidios de los contribuyentes que perjudicarí­an la economí­a, usted nos encontrarí­a al frente de sus partidarios. Pero la inquebrantable devoción del presidente Obama por la energí­a limpia —invocada memorablemente en su discurso inaugural— deberí­a preocuparle a cualquier persona que no crea en lanzar dinero público a industrias sin la esperanza de una recompensa final para el contribuyente o el consumidor.

 En la escalinata del Capitolio, Obama se refirió nuevamente a la energí­a limpia como la energí­a del futuro, diciendo: “No podemos ceder a otras naciones la tecnologí­a que potenciará nuevos empleos y nuevas industrias”. Tambiíén repitió el argumento de que la energí­a limpia es un requisito necesario para salvar al mundo del catastrófico calentamiento global. Consideremos ambos puntos.

 Si la energí­a limpia es la energí­a del futuro, entonces esto constituye una novedad para los analistas de la administración Obama. La Administración de Información de Energí­a de EE.UU. (EIA, por sus siglas en inglíés) —el brazo analí­tico del Departamento de Energí­a de EE.UU.— predice que la energí­a renovable (excluyendo los biocombustibles lí­quidos como el etanol que son, actualmente, tan carbono-intensivos como el crudo de petróleo) aumentará de un 8 por ciento del total del consumo de energí­a en EE.UU. hoy a un gran total de 11 por ciento en 2040. Además, esa modesta ganancia en la cuota del mercado no se espera que provenga de mejoras en la habilidad de la energí­a limpia de competir con los combustibles fósiles. No, la EIA estima que este aníémico crecimiento se deriva “principalmente de la aplicación de… programas de generación de energí­a renovable de la cartera estándar estatal (RPS)” (es decir, programas estatales que simplemente dictan que una cierta cantidad de las energí­as renovables sean producidas sin importar el costo).

 Si este es el pilar principal del plan del presidente para crear puestos de trabajo, entonces estamos en serios problemas. En primer lugar, no hay evidencia para sugerir que la energí­a “limpia” requiere de más mano de obra que la energí­a “cafíé”. Despuíés de todo, una vez que los parques eólicos o las instalaciones solares son construidas, estos no necesitan de una gran cantidad de empleados para darles combustible u operarlos a menos que, por casualidad, se dañen. Si la construcción de las plantas es la principal fuente de creación de empleos, entonces se podrí­a alcanzar el mismo fin mediante la construcción de museos, carreteras, refinerí­as de petróleo, o incluso una docena de pirámides de estilo egipcio.

 Para ser justos, hacer previsiones de las cuotas en el mercado de energí­a del futuro es un ejercicio problemático y —si el pasado sirve de prólogo— casi inútil. Mucho depende de las innovaciones tecnológicas y descubrimientos que están aún por suceder (y podrí­an no ocurrir nunca). Incluso en la ví­spera de una revolución en la fracturación hidráulica, pocos analistas vieron algo distinto a precios siderales del gas natural. Aún así­, los pronósticos de la EIA son nuestras suposiciones más educadas sobre el futuro —y, por desgracia, incluso aquellos que reciben sus salarios de la administración de Obama creen que la energí­a limpia seguirá siendo un actor pequeño en los mercados energíéticos a pesar de los innumerables críéditos tributarios, garantí­as de príéstamos y mandatos gubernamentales  sobre la producción para cambiar esa realidad.

 Es difí­cil de creer que esta modesta ganancia en la participación del mercado va a hacer mucho en cuanto a la reducción del impacto del cambio climático. Felizmente, la fracturación hidráulica está haciendo ese trabajo ambiental por nosotros. Como Mitt Romney y sus compañeros de la derecha gustaban decir durante la reciente campaña presidencial, 135 plantas de energí­a de carbón han sido cerradas durante la administración Obama y otras 175 están programadas para cerrar hasta el año 2016. Pero lo que Romney y compañí­a no nos dijeron es que el bajo costo del gas natural —cortesí­a de la fracturación hidráulica— fue la principal razón para el cierre de esas plantas. Jesse Ausubel, director del Programa para el Medio Ambiente Humano de la Universidad Rockefeller, argumenta persuasivamente que esto continuará conforme los combustibles ricos en carbono sigan dando paso —como lo han hecho históricamente— a los combustibles ricos en hidrógeno. Anteriormente, el carbón desplazó a la biomasa, luego el petróleo desplazó al carbón. Hoy, el gas natural está desplazando al petróleo y al carbón. Mañana, probablemente el hidrógeno desplazará al gas natural.

¿Tendrí­a íéxito una serie de polí­ticas gubernamentales más agresivas en el ámbito de la energí­a limpia? Uno nunca sabe, pero vale la pena señalar que en los dos casos en los que el gobierno federal ha hecho esfuerzos colosales para convertir a los patos feos de la energí­a en hermosos cisnes económicos —la energí­a nuclear y el etanol de maí­z— han fallado terriblemente a pesar de díécadas de un esfuerzo polí­tico concentrado y decenas de miles de millones de dólares de asistencia del contribuyente. La energí­a nuclear y el etanol de maí­z siguen siendo tan poco competitivos que sin el subsidio estatal estas industrias, en gran medida, desaparecerí­an. No hay razón para pensar que realizar el mismo esfuerzo con la energí­a limpia tendrá un resultado distinto.

 Los ambientalistas permanecen aferrados a los subsidios de la energí­a limpia, porque temen que, incluso si estamos en lo correcto, no hay mejor polí­tica para hacer frente al cambio climático. Este enfoque probablemente resulte en prácticamente nada, aunque sí­ proporciona la ilusión de que los riesgos climáticos se están abordando. Pero no están siendo abordados. Consideramos que es mucho mejor que los votantes ambientalistas no se hagan ilusiones acerca de lo que el presidente está logrando.


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 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...