Durante el último año, las grandes operadoras de telecomunicaciones en Europa han insistido una y otra vez en la necesidad de un proceso de consolidación del sector. En numerosas ocasiones han advertido de la existencia de decenas de operadoras en el Viejo Continente frente a EE UU y China, donde solo hay tres o cuatro grandes telecos. Este escenario, en su opinión, provoca una competencia excesiva que a su vez impide a las compañías ganar dinero para poder financiar la implantación de las redes de nueva generación. España, por supuesto, no era una excepción.
Pues bien, la consolidación (en definitiva, fusiones y adquisiciones) parece haber empezado. Vodafone está ya en vías para quedarse con Ono, una operación valorada en cerca de 7.200 millones de euros que supondrá la integración de la segunda operadora de móviles con la primera compañía de cable. De esta forma, Vodafone pasará a tener una cuota de mercado en la banda ancha fija del 21% y una red que llega a siete millones de hogares, para reforzarse en las ofertas convergentes, frente a Telefónica y Orange.
Pero el proceso de consolidación no va a quedar ahí, probablemente. Las miradas se van a centrar ahora en el futuro de Jazztel, compañía que en los últimos años ha registrado un fuerte crecimiento en la banda ancha y el móvil (donde ha superado el millón de clientes), además de dar un fuerte impulso al despliegue de las redes de fibra óptica. El mercado ha apostado ya por una opa sobre la compañía que preside Leopoldo Fernández Pujals, que a lo largo del último año ha duplicado su valor. Sólo desde principios de enero, sus acciones han subido cerca de un 30% otorgando a la empresa una capitalización bursátil superior a 2.500 millones de euros.
El candidato principal a adquirir Jazztel es Orange, según coinciden distintas fuentes del sector. Si Vodafone cierra la compra de Ono, creen que Orange no tendría más remedio que responder para no quedarse atrás, tanto ante el grupo británico como ante Telefónica. La operadora gala anunció la pasada semana una reducción de su dividendo, decisión que ha sido interpretada por los analistas como una medida destinada a reforzar la caja para afrontar posibles adquisiciones. En este punto, tal y como la propia Orange ha destacado, no hay que olvidar que España es el segundo mercado del grupo francíés en aportación de ingresos. De hecho, en 2013 fue el país europeo que mayor crecimiento registró, contribuyendo a compensar los retrocesos sufridos por Orange en Francia y Polonia.
El baile de cambios tambiíén podría afectar a Yoigo, el cuarto operador de telefonía móvil, que ya ha empezado a comercializar banda ancha fija de la mano de Telefónica. Su principal accionista, la escandinava TeliaSonera, ya sondeó la venta de la compañía a principios de 2013 y empresas como Orange mostraron interíés. Finalmente, la operación no salió adelante por el precio pedido por TeliaSonera, que los interesados consideraron demasiado alto.
En cualquier caso, el proceso de consolidación no ha hecho más que comenzar. Las operadoras están empezando a lanzar sus apuestas millonarias para posicionarse en un mercado que en los últimos años se ha vuelto complicado por la dura competencia. Para la economía española las operaciones tendrían una gran relevancia puesto que, entre Vodafone y Orange, podrían destinar más de 10.000 millones de euros a crecer en España solo con estas posibles adquisiciones.
Eso sí, habrá que esperar las decisiones de las autoridades de la competencia, tanto españolas como de la Comisión Europea. Y es que tanto Vodafone como Orange son empresas con una amplia presencia en el Viejo Continente.