El abandono del negocio minorista en España por parte de Barclays ha brindado una nueva oportunidad a CaixaBank para reforzar la estrategia de crecimiento por la que lleva apostando decididamente en los últimos años. La adquisición del negocio de banca de particulares, gestión de patrimonio y banca corporativa de la entidad británica –que solo conservará en el país su área de inversión y el negocio de tarjetas– suma un volumen de activos de 21.634 millones de euros al balance de la firma que preside Isidro Fainíé, que alcanzará un tamaño cercano a los 358.500 millones.
La cifra supone un incremento algo superior al 6% desde los 336.849 millones de cierre de junio pero esta es solo una de las cinco compras de entidades que CaixaBank ha llevado a cabo en los últimos cuatro años. Operaciones por las que ha sumado más de 12.000 empleados y 2.300 oficinas, elevando en un tercio su tamaño.
El primero de estos movimientos tuvo lugar en 2010, cuando Caixa absorbió Caixa Girona, una entidad con 7.814 millones de euros en activos, 228 oficinas y 930 empleados, que se quedó fuera del baile de fusiones entre firmas catalanas que dio lugar a Catalunya Banc y Unnim (ambas en manos de BBVA, actualmente). Apenas un año despuíés, ya cotizando y transformada en CaixaBank, la entidad adquirió por 16 millones el negocio bancario y la gestora de fondos de Bankpime, con unos 600 millones en activos, 10 oficinas y unos 100 empleados.
La gran jugada de CaixaBank no llegó, sin embargo, hasta 2012, cuando la entidad anunció que se hacía con Banca Cívica (la unión de Caja Navarra, CajaCanarias, Caja de Burgos y Cajasol). Una entidad con 1.319 oficinas, 7.8000 empleados y, ante todo, un volumen de activos de 72.194 millones, por los que pagó unos 977 millones.
La mayor oportunidad que aprovechó CaixaBank, no obstante, fue la de adquirir el nacionalizado Banco de Valencia. Bajo el argumento de que liquidar la firma resultaría más caro, el FROB aprobó la cesión de sus 20.500 millones en activos, sus 423 oficinas y sus 818 empleados al gigante catalán por un euro simbólico.
El pasado domingo, finalmente, CaixaBank anunció la adquisición del negocio minorista de Barclays, que se formalizará previsiblemente a finales de año tras obtener las autorizaciones requeridas, por unos 800 millones de euros. Precio que arroja un impacto negativo de unos 630 millones de euros para la firma británica frente al valor en libros de la filial, generando a su vez un ajuste contable para CaixaBank (que tendrá un fondo de comercio negativo o badwill) que promete engrasar las cuentas de la firma una vez se haga efectiva la venta.
En paralelo, además, CaixaBank informó ayer al mercado que espera que la operación le reporte 150 millones de euros en sinergias para 2016. Fuentes de la entidad explican que el desglose de este impacto positivo vendrá dado por la integración de los sistemas informáticos y la “optimización en la estructura†que se llevará a cabo.
Un previsible ajuste de empleados y oficinas que la firma no ha cuantificado todavía pero que, en paralelo a la propia absorción de Barclays, supondrá el gran estreno operativo de Gonzalo Gortázar, nombrado consejero delegado a finales del pasado junio. Gortázar tomó entonces el testigo del proceso de adquisición de Barclays, hasta entonces manejada con Londres directamente por su antecesor, Juan María Nin, pero de la que conocía bien los detalles como director general y responsable financiero del banco.
Una vez cerrada la compra, será Gortázar quien deba lidiar con la absorción de 271 oficinas y 2.400 empleados en la que de por sí es ya la mayor red del país, con 5.695 sucursales y 31.574 trabajadores. Bajo esta perspectiva, CaixaBank citó de urgencia a los representantes sindicales de sus trabajadores la noche del domingo comprometiíéndose a mantener reuniones constantes a partir de ahora a fin de consensuar las condiciones del ajuste. Este, en todo caso, no se pondría en marcha hasta inicios de 2015, cuando la operación se haya materializado.
La distribución geográfica de Barclays, con 95 de sus 271 oficinas concentradas en Madrid, suaviza el solapamiento dado el interíés de CaixaBank por ganar cuota de mercado en una comunidad en la que tiene menor peso y por la que tambiíén han empezado a apostar otras firmas como Sabadell.
El ajuste podría afectar más a las otras dos grandes plazas de Barclays en España, Andalucía, con 33 oficinas y Cataluña, con 29, puesto que tambiíén son las dos principales regiones en las que está presente CaixaBank, con más de 900 y 1.500 oficinas, respectivamente. Fuentes sindicales revelan, con todo, que “el gran problema†va a estar en los servicios centrales de Barclays en Madrid, donde se concentran 800 de los 2.200 trabajadores que se traspasan.
La operación consolida hoy a CaixaBank como tercera entidad por activos en España, si bien llegó a ser la primera del podio tras comprar Cívica, antes de que Santander recuperara el liderazgo absorbiendo Banesto y BBVA la segunda plaza comprando Catalunya Banc. El propio Gortázar avanzaba ayer que el mapa financiero seguirá cambiando a medio plazo. En cuestión de compras, “nunca digas nuncaâ€, advirtió