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Autor Tema: Brasil: Crisis y cambios...  (Leído 57 veces)

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Brasil: Crisis y cambios...
« en: Abril 03, 2016, 02:45:57 pm »
Por...  Emir Sader


Ningún paí­s sale igual despuíés de una crisis tan profunda y prolongada como la que vive Brasil.  Es una crisis que, en su dimensión directamente polí­tica, puede tener su desenlace todaví­a en abril, caso el pleno la Cámara de Diputados no logre el quórum que tiene que tener la oposición para seguir el proceso de impeachment de la presidenta Dilma Roussef.
 
Brasil ya ha cambiado mucho en ese casi año y medio y va a cambiar mucho, sea que triunfe la derecha, sea que la izquierda derrote la asonada golpista de la oposición. Quien vio las calles de todo el paí­s los dí­as 18 y 31 de marzo, ya pudo ver los cambios. No sólo por las inmensas marchas y concentraciones populares en todo el paí­s, con gente pobre, con jóvenes, con mujeres, con ancianos, con personas de todas las clases sociales y de todas las etnias, mezcladas, de forma alegre y espontánea, como Brasil no habí­a vivido desde la campana por las elecciones directas, en la salida de la dictadura, hace más de 30 años.
 
Los que, precipitadamente, una vez más, daban por muerta la izquierda brasileña, agotado el gobierno, terminado el liderazgo de Lula y el PT, una vez más no tienen palabras para describir lo que Brasil vive en este momento. Porque no han entendido todo lo que el paí­s ha vivido desde 2003 y vive actualmente.
 
El vigor y la capacidad de movilización que ha demostrado la izquierda brasileña y el liderazgo de Lula demuestran la fuerza y el potencial que tiene siempre el campo popular en Brasil. Mientras la derecha pierde fuerza y apela a acciones violentas conforme se repliega, la crisis brasileña llega a su ápice con la izquierda en la ofensiva, ocupando las calles, movilizando a un amplio espectro de entidades civiles –de universidades a artistas, de religiosos a movimientos hip-hop-, que demuestran como la izquierda ha madurecido y se ha fortalecido a lo largo de la crisis.
 
De la consigna “Fuera Dilma”, con que la derecha alcanzó a movilizar amplios sectores de clase media derechizada, las calles ahora son ocupadas por la consigna que domina el paí­s: “No habrá golpe/habrá lucha”.
 
Caso ganara la derecha, simplemente se instaurarí­a en Brasil el proceso de desconstrucción del Estado, de las polí­ticas sociales, de Petrobras y del Pre-sal, de la polí­tica externa soberana que tiene el paí­s actualmente. Se sumarí­a a Argentina como un gran polo de restauración conservadora, pero, al igual que en aquel paí­s, con un fuertí­simo movimiento popular organizado y movilizado para resistir a ese proceso. Brasil no se volverí­a más, sino mucho menos estable que actualmente. Nadie puede imaginar lo que serí­a un gobierno nacido de un golpe blanco hoy en Brasil.
 
Pero, caso sea derrotada la derecha, lo cual puede darse este mes, con su incapacidad de obtener 2/3 de votos en la Cámara de Diputados para el impeachment de Dilma, la izquierda tiene una nueva y gran posibilidad de imponer una salida progresista a la crisis brasileña.
 
Porque el paí­s ha cambiado. Tantos los partidos de la derecha, el PSDB y el PMDB, así­ como todos los grandes medios de comunicación, se han jugado por entero para tumbar al gobierno. Caso no lo logren, los dos partidos tradicionales prácticamente desaparecerán como fuerzas polí­ticas, sin candidatos, desprestigiados, sin propuestas. Así­ como los medios, sin legitimidad alguna, favorecen el planteamiento de su democratización.
 
A su vez, Lula reapareció con toda fuerza, tanto en la gran manifestación del dí­a 18 de marzo en Sao Paulo, como porque ha empezado viajes por todo el paí­s. El sábado ha hecho un gran mití­n en Fortaleza, nordeste de Brasil, región desde donde tiene su más grande apoyo, como inicio de otras manifestaciones, donde trata de recuperar el apoyo al gobierno y de promover las tesis de la izquierda para la crisis brasileña.
 
Lula, a la vez, ya ha empezado a actuar como coordinador polí­tico del gobierno, comandando una reforma del ministerio para la próxima semana. El actuará directamente como Ministro de la Casa Civil, si el Supremo Tribunal de Justicia decide a favor de su petición, o como simple asesor polí­tico de Dilma, lo cual sólo cambia formalmente su lugar central en el gobierno.
 
La crisis demuestra, a su vez, a saciedad, el agotamiento del sistema polí­tico, que permite la proliferación de partidos, que viven de su comercialización, así­ como de un Congreso que se permite imponer gastos con enmiendas para uso de los parlamentarios, sin ningún tipo de control, entre tantas aberraciones. Es cierto que la elección del próximo Congreso ya no contará con financiamientos privados, pero aun así­, requiere de un gran proceso de democratización. Al igual que el mismo Judiciario, que en esta crisis ha jugado un rol arbitrario, con decisiones que solo un órgano sin control democrático, con jueces con mandatos eternos, puede asumir.
 
Una derrota de la derecha abre camino tambiíén para el rescate de la economí­a brasileña, retomando la ví­a del desarrollo con distribución de renta, con expansión del mercado interno del consumo popular, con un nuevo impulso de las polí­ticas sociales. í‰stas van a quedar bajo la responsabilidad de Lula dentro del gobierno, así­ como los grandes proyectos de infraestructura.
 
En resumen, en las próximas semanas y dí­as, Brasil decide la fisionomí­a que el paí­s va a tener en toda la primera mitad del siglo XXI, con consecuencias directas para todo el continente. La crisis reveló que el paí­s no puede seguir como ha estado hasta ahora. La lucha polí­tica decide quíé camino Brasil va a tomar.


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