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Autor Tema: Discusión abierta para impugnar el paradigma del desarrollo...  (Leído 505 veces)

OCIN

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Por... Alonso Merino Lubetzky


La obsolescencia programada y el consumo obligatorio de mercancías y servicios.
El “compre, use, tire y vuelva a comprar” quizás sea útil no sólo para describir los hábitos de consumo de bienes materiales –que no es necesario recordar que tiene como resultado una gran cantidad de desechos que no pueden ser asimilables por el medio– , sino para referirnos también al pago por servicios, como la salud, la educación y el transporte; el desperdicio y la obsolescencia de éstos no deriva tanto de su renovación material constante (aunque sin duda muchos de ellos derivan en una renovación del desperdicio en infraestructura, insumos y combustible), sino de que en esencia no son servicios que podamos prestarnos a nosotros mismo y fuera de los márgenes del capital y el Estado, llevándonos a un consumo obligatorio o forzado de los mismos (Illich, 2006).
 
La obsolescencia aquí radica en su tendencia a la inutilidad: la educación en el capitalismo no educa, forma obreros especializados que no pueden concebir su vida libres de la instrucción profesional para la consecución de un empleo; la salud no cura, en la medida en la que prolonga la enfermedad y el tiempo de vida, ocupándose sólo de la gestión de la muerte mediante la administración de tratamientos paliativos y en manos sólo de especialistas médicos que estipulan quién enferma y quién no; el transporte motorizado excesivo, traducido en congestión vehicular y en un mayor distanciamiento de los recorridos cotidianos por planeación urbana en función del motor de combustión, excluye a los desprovistos de automóvil del derecho al traslado digno. En su momento Iván Illich (2006) llamó monopolio radical al proceso de control absoluto y estandarizado sobre las herramientas al alcance de una sociedad en manos de la burocracia y especialistas; un monopolio radical, no sólo cancela la oferta de opciones, digamos, entre bienes o servicios del mismo género, sino que anula por completo las alternativas para la satisfacción de las necesidades que dichos bienes o servicios pretenden colmar: la escuela como única vía para la adquisición del saber socialmente valorado, la medicina alópata como único medio de atención de la enfermedad y el automóvil como el medio de transporte dominante en la sociedad industrial (Illich, 2006).
 
Por otro lado, dice Carlos Taibo (2009):
 
[…] conviene recelar de la superstición que sugiere que el tránsito desde una sociedad de productores a otra de consumidores ha acarreado una emancipación gradual de los individuos y ha permitido pasar de un escenario de restricciones y ausencia de libertad a otro de autonomía individual y dominio de sí mismo.

 
La libertad en la sociedad de crecimiento se limita a la libertad de comprar y consumir más: más bienes materiales que aseguren un mayor nivel de vida, más educación que lleve a un mejor empleo con mejor paga, más poder político para mayor seguridad y un mejor plan de vida, más tierra y más territorio para una mayor explotación de los recursos, más horas de trabajo para un mayor ahorro, etc. “Estrategia mayor, bien tramada, del sistema es la que nos invita a consumir unos u otros bienes sin permitir —ya me he referido a ello— que nos hagamos preguntas relativas a si esos bienes son necesarios y nos interesan” (Taibo, 2017: 45).


•... “Todo el mundo quiere lo máximo, yo quiero lo mínimo, poder correr todos los días”...
 Pero nunca te saltes tus reglas. Nunca pierdas la disciplina. Nunca dejes ni tus operaciones, ni tu destino, ni las decisiones importantes de tu vida al azar, a la mera casualidad...