Sí ya reposo felizmente, bañado en varios sueños de la verdad y la belleza de ver ese gran stadio repleto de banderas ondeando al viento para saludar a los grandes de Europa.
Yo la besíé tiernamente, afectuosamente me acarició, y entonces me incliníé suavemente para dormirme en su pecho, y cuando la luz se apagó, ella me cubrió cordialmente con su rojo y blanco, como los ángeles para libarme del mal, era la reina la bandera colchonera.