La batalla de la luz y las sombras
Para muchos, simples personajes mitológicos, para otros, mensajeros del Creador en la Tierra y guardianes del bienestar de los humanos. Aunque se ha escrito mucho sobre ellos, en realidad sabemos muy poco sobre su extraña y singular naturaleza, así como sobre sus enemigos: los demonios, las huestes del mal y los habitantes de las sombras. Tanto es así que podemos llegar a confundir a los primeros con los segundos.
íngeles y demonios
PREFACIO: Historia sobre los ángeles caídos o demonios.
Antes de admitir a los Angeles a la visión plena de Su Gloria (Visión Beatífica), Dios los sometió a una prueba, al igual que el hombre tuvo su prueba.
La naturaleza de la prueba no se conoce con certeza, pero muchos teólogos sostienen que el Padre Eterno reveló a los Angeles la futura Encarnación de Su Divino Hijo, y les hizo saber que al Dios-hecho-Hombre deberían rendir adoración.
Luzbel, uno de los más gloriosos, elevados y bellos Angeles de la Corte Celestial, deslumbrado y ofuscado por el orgullo, habiíéndose atribuido a sí mismo los maravillosos dones con que el Creador lo había dotado, se rebeló contra Dios, no aceptó el supremo dominio del Señor y se constituyó así en el "adversario" de su Creador levantando su gran grito de rebelión y de batalla: "No serviríé" (Jer. 2, 20). "Seríé igual al Altísimo" (Is. 14, 14). Muchos Angeles le siguieron en su orgullo. Se dice que hasta un tercio de ellos (ver Ap. 12, 4) . Pero en ese momento otro gran Arcángel, igual en belleza y gracia que el arrogante Lucifer, se postró ante el Trono de Dios y, en un acto de adoración profunda, opuso al grito de batalla de Lucifer uno de amor y lealtad: "¿Quiíén como Dios?" ("Miguel").
Y es así como San Miguel Arcángel obtuvo su nombre con su grito de fidelidad, y es así como Luzbel se constituyó íél mismo en Lucifer, "Satanás" ("adversario"), el Enemigo, el Diablo. A íéste se han aplicado las palabras del Profeta Isaías: "¿Cómo caíste desde el Cielo, estrella brillante, hijo de la Aurora? ¿Cómo tú, el vencedor de las naciones, has sido derribado por tierra? En tu corazón decías: 'Subiríé hasta el Cielo, y levantaríé mi trono encima de las estrellas de Dios ... subiríé a la cumbre de las nubes, seríé igual al Altísimo' Mas ¡ay! has caído en las honduras del abismo." (Is.14, 12-15). (Según los exíégetas estas palabras son una parábola alusiva directamente al Rey de Babilonia e indirectamente a Satanás, cuyo espíritu y acciones se reflejaban en la conducta del Rey)
La conclusión de esta batalla entre los Angeles Buenos y los ángeles malos se encuentra en el Apocalipsis (12, 7-10): "En ese momento empezó una batalla en el Cielo: Miguel y sus Angeles combatieron contra el Monstruo. El Monstruo se defendía apoyado por sus ángeles, pero no pudieron resistir, y ya no hubo lugar para ellos en el Cielo. Echaron, pues, al enorme Monstruo, a la Serpiente antigua, al Diablo o Satanás, como lo llaman, al seductor del mundo entero, lo echaron a la tierra y a sus ángeles con íél".
Dice San Pedro: "Dios no perdonó a los ángeles que pecaron, sino que los encerró en cavernas tenebrosas, arrojándolos al Infierno" (2a. Pe. 2, 4). "No hay arrepentimiento para ellos despuíés de la caída, como no hay arrepentimiento para los seres humanos despuíés de la muerte" (San Juan Damasceno). Y el Catecismo nos dice que no fue por un defecto de la Misericordia Divina que el pecado de los ángeles caídos no fuera perdonado, sino debido al carácter irrevocable de su elección.