Por Ignacio Marco-Gardoqui
No sé cómo lo ven ustedes, pero a mí este jueguecito macabro que se traen la canciller Merkel y el presidente Sarkozy me hastía. Primero nos asustan con la proximidad de la hecatombe – el lunes dijeron que la situación era tensa como no lo había sido nunca en la historia del euro-, y luego se quedaron predicando la ortodoxia y adoctrinando a los demás, pero sin hacer nada concreto.
Y de este modo están pasando las semanas y los meses y nuestras angustias y desvelos van aumentando. Hay quien dice que Sarkozy está ya en campaña y que todo lo que hace (que es bien poco) y todo lo que dice (que es mucho) deberíamos interpretarlo en clave electoral.
Quizá pero si me pongo en la piel de un ciudadano francés –ya se que no tengo altura suficiente, ni física ni intelectualmente, pero es sólo un suponer-, empezaría a mirar con mejores ojos al candidato Hollande, a pesar de su cara de cuitado.
De nuevo nos hablaron ayer del Fondo de rescate permanente y del Fondo europeo de la estabilidad financiera. La verdad es que me pierdo con tanto fondo y lo único que acierto a entender es que hace falta dinero, mucho dinero para los bancos y para los Estados y que éste no aparece por ningún lado.
Ni siquiera hay para Grecia, a quien dijeron que admitían como compañero de viaje en el euro, pero sólo si acompasa su comportamiento díscolo con los deseos ortodoxos de alemanes y franceses. A los demás, la canciller nos dio el enésimo repaso de la estabilidad y admitió hablar de recuperación, pero sólo para decir que es necesario utilizar mejor los fondos europeos.
Es decir, nada de un nuevo “Plan Marshall” para la aterida Europa del siglo XXI. Los despilfarros presupuestarios ajenos le provocan náuseas y vómitos, pero las carencias de la actividad no le alteran el pulso. Es preocupante, pero de momento es así. Quizás cuando entren ellos en recesión y se les desboque el paro cambie de opinión, pero de momento, sólo nos queda arar la senda del ajuste. Dios mio, ¡¡¡ qué altura de miras!!! Hasta una gallina vuela más alto.
Salud y suerte, aunque ni con suerte nos vamos a salvar de esta.