Las lecciones de la crisis se olvidan pronto. Lejos de apostar por productos sencillos y transparentes, las entidades vuelven a comercializar estructurados y garantizados no recomendables para cualquier perfil de inversor.
Los estructurados con fondos “subprime”, los productos con deuda de Lehman Brothers, los fondos con píldoras de Bernard Madoff…
Unos cuantos miles de inversores han visto desaparecer o por lo menos mermar grandemente sus ahorros en los últimos meses pensando que habían metido su dinero en lugar seguro.
El sector siendo consciente del descalabro sufrido por los ahorradores, vio que la única posibilidad de volver a recuperar la confianza del inversor era olvidarse de los productos complejos y volver a los tradicionales “Back to the basics”. Vuelta a los fondos más sencillos, más claros, más transparentes, es decir productos sin trampa ni cartón. Y claro, entendimos que también, se comprometían a ofrecer un asesoramiento muchísimo más riguroso y mucho más adaptado al perfil de cada inversor.
Pero sólo dos meses después estas lecciones parecen olvidadas y lo que es más grave, no se han adoptado las medidas necesarias para proteger a los inversores.
El mercado vuelve a estar inundado de productos incomprensibles, tramposos y que no discriminan para nada a los clientes. Las entidades financieras “pierden el trasero” para colocar a inversores conservadores, productos que no se pueden vender a todo el mundo. Yo creo que deberían explicar los riesgos posibles del producto. Y eso sigue sin hacerse.
Es un hecho la falta de transparencia de estos productos, tienen demasiada letra pequeña, las cláusulas son abusivas, a veces se usan índices que no están relacionados como subyacentes para que al final la rentabilidad sea irrisoria, las comisiones enormes y las condiciones incomprensibles.
De todas maneras creo que la pregunta que ronda por nuestras cabezas es la de que ¿por qué se siguen comercializando productos que van a volver a causar “dolores de cabeza” a los ya más que castigados inversores? Pues la respuesta es sencilla estos productos tienen comisiones altas y no requieren mucho trabajo por parte del gestor, suponen tener cautivo el dinero del cliente un periodo de tiempo y claro, todo esto ayuda a que los resultados de la entidad sean mejores en un momento en el que hay tantas dificultades.
Claro que a mi, me ronda otra pregunta ¿cómo es posible que los clientes, visto lo visto opten por este tipo de producto? Pues otra vez la respuesta viene a ser sencilla, esta “basurilla” tiene como gancho una garantía de todo o de parte del capital invertido y como nadie sabemos cuando va a comenzar a subir la Bolsa, apostar por uno de estos productos, sobre todo si tiene garantía del capital puede ser una manera de tener presencia en renta variable y no perderse del todo la recuperación.
De todas maneras sería recomendable recordar que en muchas ocasiones se utiliza el término, garantizado, de manera engañosa, para captar clientes, ya que la verdadera protección y garantía alcanza sólo a una parte de la inversión inicial. Además si no se respetan las ventanas de liquidez, las comisiones de reembolso y de suscripción en otras fechas pueden comerse parte de la rentabilidad variable.
Si después de leer todo esto sigue pensando que es en un estructurado, sea fondo, sea depósito esté garantizado o no, el producto al que va a confiar sus ahorrillos, vigile usted que el emisor sea de máxima solvencia y no un Lehman Brothers de turno.
Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar.