Una de las cuestiones más necesarias al encarar la salida de la crisis consiste en analizar bien el problema y no engañarse a la hora de encontrar soluciones. Si últimamente han escuchado o visionado alguno de los numerosos debates que se realizan sobre economía, o si han leído los muchísimos comentarios que se escriben sobre ella, se habrán dado cuenta que nadie acepta ningún tipo de responsabilidad, todo son críticas a terceros. Los posicionados en la izquierda ideológica, culpan a los bancos americanos, a los mercados financieros y a los empresarios que no invierten en sus empresas.
Los posicionados más a la derecha, pueden culpar a los sindicatos y a la casta funcionarial. Cada día aumenta el número de los que culpan a los banqueros españoles, tildándolos de egoístas e insensibles, y todos estaremos de acuerdo en que gran parte la culpa la tienen los inútiles políticos que aún dirigen y gobiernan cajas de ahorro y malgastan y despilfarran el dinero público desde las administraciones.
Se dan cuenta, siempre los culpables son “otros” y nunca “yo” o “nosotros”. Ya saben la canción… “yo no soy el responsable y, si me he equivocado, es porque me han asesorado mal. Comodísimo.
Después de hablar de las críticas vamos con las soluciones. Todos sabemos que la salida de una situación como la actual exige de importantes sacrificios. Pero ¿cómo repartimos estos?. La respuesta es en todos los casos: sobre mí no. Yo, ni tengo la culpa de nada, ni estoy dispuesto a sacrificarme por nada. Siempre han de ser otros los que han de cargar con el coste. Si hay que trabajar más que lo hagan otros, si hay que pagar más que sean otros. Les voy a poner un ejemplo clarísimo, todo el mundo coincide en que el Estado debe recaudar más, pero ¿a quién apretamos?. Es muy fácil. Si se trata de impuestos directos, a todo aquel que gane o tenga un euro más que yo. Si se trata de indirectos, a todos aquellos productos o servicios que yo ni consumo ni utilizo. Esta es la religión popular, el credo general y la liturgia oficial. Pobre del que se salga de ella y cometa la temeridad de extender las responsabilidades y generalizar los esfuerzos.
De momento yo voy a aventurarme a determinar quienes serán los que pagaremos/pagaran la factura del rescate. Por una parte veo a las pensiones, las prestaciones por desempleo, los sueldos de los funcionarios y el IVA con muchísimas papeletas en el “sorteo”. Estoy plenamente convencido que se volverán a revisar. Y es que tenemos un estado de bienestar a la alemana y unos impuestos a la americana. Debemos entender que hay muchísimas cosas que tendremos que pagarlas, o no tenerlas. Podríamos empezar con los políticos.
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Salud, suerte y liquidez.