Por vidivi
La tan amada poltrona se pierde cuando el peso de los impuestos es percibido como excesivo por los electores y, sobre todo, cuando el partido de la oposición, consigue convencer a una mayoría de ellos de que está dispuesto a implementar un plan coherente para reducirlo.
La baza de bajar impuestos suele incluir el llamado impuesto único, que aparentemente es más justo y más eficaz. Pero en última instancia si se quiere reducir de una manera significativa el peso de los impuestos no hay otra vía que la de recortar gastos. Y esto, siendo el Estado de bienestar la piedra angular de nuestro sistema político, tampoco es un plato de buen gusto para ningún Gobierno.
La poltrona del poder también se pierde cuando una mayoría de los electores reclama mejores prestaciones sociales.
Siendo estas las consabidas reglas que mueven el péndulo del poder, los gobiernos, si son inteligentes, miden al milímetro el impacto de toda subida de impuestos y redoblan sus esfuerzos para explicar las bondades de la decisión tomada. Saben mejor que nadie que en un sistema parlamentario la política consiste en contar habas y que el poder se consigue cuando se acumulan más habas que cualquier adversario.
Y no hay que ser un fenomeno para hacer un cálculo que es, al menos en teoría, muy sencillo: a cuantos electores voy a enfurecer con una determinada subida de impuestos y cuantos reaccionarán de una manera neutra o incluso estarán agradecidos.
El agradecimiento está en función de poder dar un claro mensaje de se les quita a los que más tienen para poder dar a quienes más necesitan. En una España que va camino del 20% de desempleo, que en no demasiado tiempo tendrá una mayoría de la población con más de 65 años a sus espaldas y que, además, tiene un amplísimo cuerpo de funcionarios que no hace más que aumentar, es obvio que existe un amplio campo para practicar el clientelismo en base al gasto y con ello construir mayorías compuestas por electores que pueden estar más o menos necesitados pero que en todo caso estarán siempre agradecidos.
Lo que ocurre es que esto no es sostenible y es el camino más seguro y más rápido hacia la quiebra.
Como dice el viejo refrán: alubias somos y en el puchero nos juntaremos.