Por Moisés Romero.
“Ahí está la madre del cordero, la pegunta del billón de dólares. Que el Pacto de Estabilidad va a saltar por los aires en cualquier momento, si es que no lo ha hecho ya, es algo que se perfilaba desde el comienzo del año, pero que vuelve ahora a primer plano tras las recientes afirmaciones del presidente del Eurogrupo y primer ministro luxemburgués, Jean-Claude Juncker, que teme que el Pacto de Estabilidad Europeo pueda tambalearse si Alemania no regresa a una política financiera sólida en 2011. ¿Cómo podrán explicar los jefes de Gobierno de Luxemburgo, Bélgica o Austria sus políticas de ahorro a sus ciudadanos si Alemania o Francia no se atienen a ello?, se pregunta Juncker en una entrevista con el diario económico Handelsblatt, publicada la semana pasada. La madre del cordero, digo, la pregunta del billón de dólares es que pasará a continuación. Después de hablar con unos y con otros, después de revisar toda la documentación oficial con mis analistas, las respuestas son muy desfavorables para los mercados financieros europeos, en general, y para el euro, en particular. Lo único que puede jugar a favor del mantenimiento de un cierto status quo no escrito es que se mantenga la devaluación controlada del dólar, porque en Estados Unidos no están para tirar cohetes, precisamente, ni en materia fiscal ni en control del déficit presupuestario…“
“…¿Qué es lo que puede pasar? me preguntan mis clientes. Primero, un varapalo serio al euro, que determinaría el desplazamiento de los flujos de dinero hacía el área del dólar. No creo que el dinero vaya a huir de manera masiva a China, porque allí el control monetario, y otros controles, no favorecen estas estrategias. Pero dentro del área del dólar me fijo en Latinoamérica, en las economías ligadas al comportamiento de Estados Unidos. De ser así, los déficits públicos en la eurozona serían más elevados y, lo que es peor, con un coste de financiación más elevado, que, a su vez, determinaría un cuello de botella para el crecimiento armónico de la eurozona…”
“…Esta es una de las claves, según nuestra previsiones: la ruptura del crecimiento armónico en la eurozona, si es que alguna vez hubiera existido, y la confirmación de una Europa a varias velocidades, con Alemania por un lado, Francia por otro (pero no en el mismo de Alemania), Italia y España en un carro similar, Grecia y Portugal casi en el vagón de cola y e Irlanda ¡ay Irlanda! con la amenaza latente de un default. Bélgica, Holanda y Luxemburgo conforman otro trío de encuadre complicado, pero, en cualquier caso distinto a los anteriores…”
“…Nos encontraríamos, por tanto, con el euro y los desequilibrios económicos y fiscales en el punto de mira ¿Bolsas? La caída del euro favorecería la entrada de dinero en valores líderes, como ya hemos observado recientemente en Wall Street con el descenso del dólar, pero sólo en los valores líderes, porque, además, tienen activos más allá de nuestras fronteras. Muy mal, en este encuadre, para valores medianos y pequeños. A los problemas derivados de la crisis económica, que se reflejan ya con claridad en las cuentas de resultados, se unirían los del acceso a la financiación. Hace mucho que el grifo del crédito está cerrado para ellos. Esta expectativa empeoraría las cosas…”, me dice el consejero delegado de una gestora de fondos.
Y ahora un recuerdo a este fenómeno. En enero escribía que “En la reunión del G20 se hizo un alegato a favor del liberalismo económico y se aborrecieron las políticas proteccionistas. Eso es lo que se apunto y aireó. Pero otra cosa es la realidad. Conforme pasa el tiempo y la Crisis sigue instalada en la Economía Global, conforme pasa el tiempo y se observa cómo Estados Unidos derrocha dólares a mansalva gracia a la puesta en marcha de la máquina de hacer dinero, crece el desasosiego en otras áreas de influencia económica, porque no pueden jugar las mismas bazas al contar con cartas diferentes. Conforme se deterioran las expectativas más se escuchan voces a favor del denominado Nacionalismo Económico ¿Qué pasa en Europa, qué es lo que puede pasar? Hasta ahora es un tema tabú, pero dejará de serlo más pronto que tarde. En la eurozona observaremos cómo cada país tira de la manta para cubrir sus miserias aunque sea a costa de dejar desarropado al otro, tiritando de frío. El Pacto de Estabilidad saltará por los aires ¿Luego? No lo sé…”
Era un extracto de la conversación que mantuve hace unos días con uno de los principales gestores de patrimonios de la Bolsa española. Apuesta, sin dudarlo, por un recrudecimiento de los movimientos nacionalistas inducidos por un empeoramiento de la realidad económica. Por eso, conviene volver a releer algunas de las grandes líneas maestras de la Unión Europea. Así, el pacto de estabilidad y crecimiento se enmarca en el contexto de la tercera fase de la unión económica y monetaria (UEM), iniciada el 1 de enero de 1999. Su objetivo es velar por que el esfuerzo de los Estados miembros en materia de disciplina presupuestaria siga adelante tras la introducción de la moneda única: el euro.
Finalmente, un recuerdo a la teoría: El pacto de estabilidad y crecimiento se enmarca en el contexto de la tercera fase de la unión económica y monetaria (UEM), iniciada el 1 de enero de 1999. Su objetivo es velar por que el esfuerzo de los Estados miembros en materia de disciplina presupuestaria siga adelante tras la introducción de la moneda única: el euro.
Desde el punto de vista formal, el pacto de estabilidad y crecimiento se compone de una Resolución del Consejo Europeo (adoptada en Amsterdam el 17 de junio de 1997) y dos Reglamentos del Consejo, de 7 de julio de 1997, en los que se detallan las modalidades técnicas (supervisión de las situaciones presupuestarias y de la coordinación de las políticas económicas; aplicación del procedimiento de déficit excesivo). Los dos Reglamentos se modificaron en junio de 2005, a raíz de los debates sobre la aplicación del pacto.
A medio plazo, los Estados miembros se comprometen a cumplir el objetivo de una situación próxima al equilibrio presupuestario y a presentar al Consejo y a la Comisión un programa de estabilidad antes del 1 de marzo de 1999 (este programa se actualizará cada año). Basándose en el mismo modelo, los Estados que no participan en la tercera fase de la UEM, es decir, los que (todavía) no han introducido el euro, han de presentar un programa de convergencia.
El pacto de estabilidad y crecimiento abre la posibilidad de que el Consejo sancione a un Estado miembro participante por no tomar las medidas necesarias para poner fin a una situación de déficit excesivo («procedimiento de déficit excesivo»). En un primer momento, la sanción consistirá en un depósito sin intereses en la Comunidad, pero podrá transformarse en multa si el déficit excesivo no se ha corregido transcurridos los dos años siguientes. No obstante, estas sanciones no son automáticas, sino que se someten a una evaluación de las circunstancias por parte del Consejo.