Voy a formularles una pregunta muy fácil. Que cada cual se la haga a sí mismo y se la conteste, si quiere, con honestidad. Si usted pudiera falsear los datos de su declaración y defraudar a la Hacienda Pública, ¿lo haría? ¿No?.


Y se preguntarán a qué viene este interrogatorio, verán, la Agencia Tributaria ha enviado un requerimiento a los titulares de las 3000 cuentas en Suiza, de las que 1500 están en el banco helvético privado HSBC, banco que requiere de alrededor de 1,62 millones de euros en activos líquidos para poder disponer de una cuenta. Les recuerdo que en Suiza evadir impuestos no es ilegal y que el procedimiento habitual en estos casos consiste en conceder 15 días a estos “contribuyentes” para que pongan al día su situación y en caso de no haber respuesta, se les abre un acta de inspección por si hubiera delito fiscal, cuya prescripción es de cinco años y siendo la condena máxima por este tipo de delito de cinco años una vez que entre en vigor el nuevo Código Penal.

Desde mi punto de vista, este hecho, es o por lo menos debía ser, constitutivo de delito, hasta los Técnicos del Ministerio de Economía y Hacienda (GESTHA) han denunciado el trato de favor que la Agencia Tributaria da a los presuntos defraudadores con depósitos en Suiza, mientras que nosotros, los pequeños contribuyentes carecemos de esa segunda oportunidad para regularizar nuestras obligaciones fiscales.

Pero no nos desanimemos. La naturaleza humana no es tan vil, tan despreciable. También somos capaces de ser solidarios, funcionamos en sociedad y creamos leyes para luchar contra cualquier tipo de impunidad y abuso.

Bueno voy a aventurarme a contestar por todos ustedes la pregunta inicial, yo personalmente creo que todos defraudaríamos a Hacienda si pudiéramos. Admitámoslo. Lo bueno (no lo malo) es que no podemos. Es decir, sí podemos, pero nos pillan. Y claro está, nos sancionan. Cuando los inspectores denuncian la existencia de una cierta “amnistía fiscal” para los defraudadores adinerados, al resto de contribuyentes se nos rompe algo ahí adentro.

El dilema que habría que plantearle al Gobierno debería ser: si usted pudiera sancionar a los defraudadores, ¿lo haría? ¿A todos? ¿A unos si y a otros no? Razone su respuesta.

Por cierto, mientras escribía estas líneas, he recordado una novela de lectura fácil que leí hace tiempo titulada “El mandarín”. Si alguno de ustedes se aventura a leerla este verano, entenderán el motivo por el que me he aventurado a responder a la pregunta inicial del modo en el que lo he hecho.


Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar.