Por Martin D. Weiss
El Presidente de la FED, el Secretario del Tesoro y el Congreso, han hecho más por rescatar a las instituciones financieras y a los mercados financieros, que cualquiera de sus homólogos en la historia.
Pero no es suficiente, y al mismo tiempo, es ya demasiado.
Hace dos años, cuando los principales bancos anunciaron multimillonarias pérdidas en las hipotecas subprime, los bancos centrales del mundo inyectaron cantidades de dinero sin precedentes en los mercados financieros. Seis meses más tarde, cuando Lehman Brothers y AIG cayeron, el Congreso de los EEUU se apresuraron a realizar el mayor rescate bancario de todos los tiempos (TARP).
Posteriormente, además del objetivo original del TARP, el gobierno de los EEUU han prestado, invertido o depositado 400.000 millones de dólares para nacionalizar las dos mayores compañías hipotecarias del mundo…42.000$ millones para las tres mayores automotrices…29.000$ millones para Bear Stearns, 185.000$ millones para AIG, 350.000$ millones para Citigroup, 300.000$ millones para el Plan de Rescate Inmobiliario, 87.000$ millones para JP Morgan Chase, 200.000$ millones para la Federal Reserve’s Term Auction Facility (TAF), 50.000$ millones para apoyo corto plazo a las compañías IOUs, 500.000$ millones para apoyar el mercado de crédito…
Y aún no es suficiente.
Si hubiera sido suficiente, la FED no se habría visto obligada a anunciar esta semana su nuevo plan para comprar 300.000$ millones de Bonos del Tesoro de Largo Plazo, adicionalmente de los 750.000$ millones de mortgage backed securities, más 100.000$ millones de papel de Fannie Mae y Freddie Mac.
El total de fondos gubernamentales comprometidos es de ¡13 billones de dólares!. Y a pesar de esa suma astronómica…aún no es suficiente.
¿Por qué no?
1. La mayor parte del dinero se está echando a un pozo sin fondo. Mientras que el gobierno invierta o presta cientos de miles de millones, la destrucción de riqueza a nivel particular se produce en billones -12,9$ billones vaporizados en bienes raíces, acciones y otros activos desde el inicio de la crisis.
2. La mayor parte del dinero del gobierno es aún una promesa, e incluso gran parte de los fondos desembolsados aún no han alcanzado su destino.
3. El gobierno está subestimando la magnitud de esta crisis.
– La FDIC “lista de entidades en problemas” sólo incluye 252 instituciones con activos de 159.000$ millones. Según nuestro análisis, un total de 1.568 bancos están en riesgo de quiebra con activos de 2,32$ billones.
– Cuando los oficiales del Tesoro planearon suministrar fondos del TARP a Citigroup, asumieron que los fondos irían primeramente a estabilizar los mercados o la economía. Pero incluso antes de que el cheque fuera emitido, se enteraron de que el dinero tendría que ser para un fin muy diferente: una inyección de capital de emergencia para evitar el colapso de Citigroup.
– AIG es grande, pero no está sola. Los 2 billones en credit default swaps (CDS) de AIG, y que podrían haber causado el colapso global, es comparable con los 2,9$ billones de CDS de Citibank. JP Morgan tiene 9,2$ billones. Globalmente, la cuantía de los CDS puede ascender a 57,3$ billones, más de 28 veces la cartera de AIG.
4. Pero al mismo tiempo a lo anterior, la suma gubernamental utilizada en esta crisis, es también demasiado:
– La promesa del gobierno de comprar activos tóxicos ha alentado a los bancos en mantener e incluso incrementar las pérdidas.
– Estas medidas están provocando que cada vez más inversores están apostando en las primas de los Credit Default Swaps de los Bonos del Tesoro, las cuales se han multiplicado 14 veces por encima de su nivel de 2007. Esto es una clara señal del potencial peligro en la credibilidad y poder de préstamo del Tesoro de los EEUU.
Este escenario provocará más pronto que tarde que cada vez sean más agentes financieros los que se pregunten sobre la idoneidad de estos planes de rescate, y se entienda la situación real de la crisis.
Las medidas que se están tomando actualmente son para reactivar el consumo, mediante el fortalecimiento del sistema financiero, y la financiación de éste a los consumidores. Pero el problema es precisamente que tanto los consumidores, empresas como estado, están demasiado endeudados.
La solución gastar más y por tanto, ahorrar menos, simplemente empeorarán la situación.
Las medidas a adoptar deben ser las contrarias. Debemos proactivamente cerrar las más débiles instituciones financieras, no importante lo grande que sean, provocando oportunidades para que el resto de instituciones, las más saneadas, ganen cuota de mercado y acaparen el negocio de las entidades cerradas.
No debemos bloquear los ciclos económicos naturales, en lugar de obstaculizarlos. Debemos incentivar el ahorro, la reducción de deuda.
Subamos el Fondo de Garantía de los Depósitos, para incrementar la confianza del consumidor, e incentivemos que los depósitos se trasladen a las entidades más solventes. Esto provocará la quiebra de algunos bancos, pero ellos quebrarán de todas maneras.
En definitiva, vamos a tener que hacer una elección: la mejor opción es hacer sacrificios compartidos, permitiendo que la deflación haga su trabajo, y que las fuerzas económicas regeneren el sistema. La elección equivocada es tomar el camino más fácil. Tratar de salvar la mayoría de las grandes corporaciones, imprimir dinero sin límite, devaluar el dólar, y permitir que la inflación destruya nuestra sociedad.