Por… RICARDO MEJÍA CANO

Nació en una familia de color al sur de los Estados Unidos. En esa época los niños de familia negra tenían que asistir a colegios públicos diferentes a los de los blancos y por lo general de menor calidad.

Su madre era una negra “pinchada” y superada, consciente que el éxito no depende del color de la piel sino de los deseos de superación y las ganas de triunfar. Dejó a su marido, quien al parecer no le daba la talla, y con sus dos hijos en brazos viajó de las fértiles tierras sembradas de tabaco en Carolina del Sur a Washington D.C., dónde montó un pequeño salón de belleza, que con el tiempo se convirtió en “Madame La Savage International”.

A punto de peine y tijera pagó la educación universitaria de Frank en Howard University y en la John Hopkins. Ya graduado, Frank fue el primer afroamericano en hacer carrera internacional en el City Bank. Luego pasó a Equitable Capital y a Alliance Capital. En su carrera no sólo se hizo amigo de presidentes de varios países, sino que amasó alguna fortuna. En el 2001 se retiró para fundar su propia compañía, Savage Holdings.

En su mundo de glamur y extravagancias, un buen día viajando en avión, cayó en sus manos una revista de regatas. Qué mejor para un afroamericano posicionarse en el “Jet Set”, que el mundo de los veleros. Se compró uno. Animado por su competitividad innata y sus ansias de reconocimiento, empezó a triunfar en todas las competencias internacionales.

En la cúspide de su carrera le ofrecen un puesto en la Junta Directiva de Enron. Ya pertenecía a un par de juntas de empresas importantes, pero Enron era una de las 5 más grandes de EE. UU. Sería la culminación a su vida de éxitos. Aceptó.

El 9 de noviembre de 2001 el New York Times publicó un artículo con el título: “Enron admite haber declarado utilidades ficticias”. La que fuera en sus inicios una exitosa compañía de distribución de gas, se convirtió en un comercializador de contratos de futuro de energía, donde la capacidad de especular era más importante que la eficiente operación de sus plantas.

Andy Fastow, Vicepresidente Financiero, entendió que bajándole a los escrúpulos y subiéndole a la ambición, se podría hacer millonario. Llevó a Enron a la bancarrota y posterior liquidación. No le fue mejor a sus ejecutivos: Kenneth Lay, fundador y presidente por muchos años, murió de un infarto cuando apenas se iniciaba la investigación. Jeffrey Skilling, presidente ejecutivo, está pagando 24 años de cárcel en medio del más absoluto silencio y misterio. Andy Fastow, gestor de toda la telenovela y principal responsable, acaba de salir libre, luego de pagar 6 años de prisión. Su colaboración con la justicia le valió una considerable rebaja.

Frank, luego de miles de audiencias y explicaciones legales, como el resto de la junta, alegó que confió en los informes de Arthur Andersen, los auditores externos. No fue a la cárcel, pero aun está pagando las consecuencias de su ingenuidad. Arthur Andersen no sobrevivió, haber certificado informes falsos le costó la vida.

Frank siempre luchó por continuar el ascenso social iniciado por su madre, para observar que en pocos días rodaba al fondo.

Suerte en sus inversiones…