La sensación de que los países perifíéricos podían volver a tener problemas para colocar su Deuda Pública, y por tanto la rentabilidad y las primas de riesgo volverían a repuntar, ya se detectó ayer, cuando el Tesoro luso tuvo que ofrecer rentabilidades superiores al 7%, para colocar sus bonos.
Sin embargo, el efecto en Bolsa fue muy leve, ya que la ligera caída de ayer fue fruto de la falta de demanda, no de la presión de las ventas.
Hoy, y a la vista de que el Ibex 35 no tiene fuerza para superar los 11.000 puntos y que los principales índices europeos necesitan un descanso, las realizaciones se han impuesto desde la apertura. La sangre no ha llegado al rio ya que el BCE, que llevaba más de dos semanas sin intervenir, se ha puesto a comprar Deuda portuguesa.
Trichet lo dijo bien claro y si la operativa a corto vuelve a atacar la deuda soberana de los países perifíéricos, la entidad europea les dará un buen susto, ya que no va a permitir que estos países tengan que hipotecar su recuperación para poder financiarse.
La reforma del uso del fondo de rescate y su incremento tiene que aprobarse en la reunión que los países de la zona euro celebrarán en marzo, pero el hecho de que se supedite a cumplir el Pacto de Competitividad, y en los últimos días no se sepa nada de cómo van las negociaciones está creando incertidumbre en la bolsas.
Tambiíén hay que apuntar que Wall Street muestra cansancio, lleva más de dos meses sin tomarse un respiro y le preocupa el conflicto de Egipto, de manera que hasta que sus índices no han girado al alza, poco despuíés de la apertura, los europeos no han levantado cabeza.
Eso sí, mientras los indicadores de Alemania y Francia se recuperaban con facilidad, al Ibex 35 le pesaban los descensos de los bancos y las constructoras, de manera que al cierre se ha dejado un 1,31%, para situarse en los 10.791 puntos.
Seguimos considerando que estamos ante una mera recogida de beneficios y que, de momento, no hay motivo para ver caídas significativas.