Por... Jesse Chacón
La revolución Bolivariana comenzo desde el 2006 un intenso proceso político, económico y social para desestructurar las relaciones capitalistas y desanclarse del yugo global del capital en la construcción del rumbo nacional; sin embargo, no hemos advertido que el nudo central de la reproducción capitalista está en la filosofía del crecimiento y el desarrollo, los cuales seguimos reverenciando a diario. El eje de la reproducción capitalista está en el desarrollismo como carrera por hacer ilimitado el crecimiento y el consumo en un contexto ambiental y económico limitado.
El modelo de crecimiento está atado a nuestro patrón energíético y productivo petrolero, nuestras metas del desarrollo productivo terminan privilegiando la ruta de crecer ilimitadamente, ese sin dudas es nuestro ideal, pero que debe crecer?, en las estrategias de desarrollo social afirmamos que la calidad de vida de la gente, el buen vivir; pero en las estrategias productivas, el peso sigue puesto sobre la expansión de la explotación petrolera, para la cual se piensan muy pocos límites y no se visibiliza el ambiental. En fin de cuentas se miran como externalidades; pero tampoco se visibilizan los límites de una estructura mono exportadora que depende cien por ciento de las condiciones de la geopolítica y la economía global para su expansión y sostenibilidad.
Quedamos atrapados dramáticamente en el ciclo del capital que queremos romper, nuestro “desarrollo†y “crecimiento†dependen de la estabilidad de la acumulación capitalista a escala global, los malos augurios para el capitalismo internacional, son malos augurios para nosotros. En realidad somos tambiíén el capitalismo, somos un anclaje fundamental para su reproducción desde el patrón energíético del petróleo y la garantía para reproducir la forma de sociedad y consumo que se ha hecho realidad en nuestro país.
Veámoslo con precisión, este 16 de agosto las bolsas europeas tras conocerse el estancamiento de la economía de Alemania, la cual es vista como el factor fundamental de arrastre de la economía de la zona Euro, se han desplomado y la interconexión del capital lo ha arrastrado todo, así Fráncfort descendio un 2,3%, Madrid un 1,5%, París cedío un 1,2% y Londres lo hacía un 0,8%. Por su parte la bolsa de Nueva York abrió en baja, los indicadores de industria y tecnología cayeron, el Dow Jones cedío 0,65% y el Nasdaq 1,18%.
El contexto preliminar de esta crisis fue la crisis de pagos de la deuda externa norteamericana, su disputa política interna para poder elevar el techo de su deuda y la posterior calificación de Standard & Poor’s (S&P), la cual rebajó la calificación crediticia de Estados Unidos desde AAA hasta AA+ el 5 de agosto.
Sobre la dificultad de pago de la deuda externa norteamericana, el presidente Obama afirmó, “En los últimos 10 años gastamos más de lo que podíamos. En 2000 el gobierno tenía un superávit pero en lugar de usarlo para pagar nuestras cuentas, hemos gastado miles de millones de dólares en desgravamiento fiscal y en dos guerrasâ€.
El impacto para nuestra economía no se hizo esperar, el precio del crudo venezolano comenzó un descenso sostenido de 107,84 $ el 29 de julio, a 103.45 $ el 5 de agosto, llegando a 95.15 $ el 12 de Agosto.
Frente a este panorama, el prestigioso intelectual norteamericano Immanuel Wallerstein, ha dicho: “el dólar ha entrado en un proceso grave e irreversible de píérdida de valor como moneda de reserva mundial, era el último poder serio que mantenía Estados Unidos. Los daños son hechos concretos, la situación de los Estados Unidos es grave y no es recuperable, el desenlace ocurrirá dentro de dos o tres años, con resultados caóticos para el sistema mundial†(1).
Mientras tanto, China que es vista como el soporte y jalonador actual de la economía mundial, comienza a recibir alertas sobre su sistema financiero y futuro crecimiento económico, a la par que ya está en una posición de riesgo gigantesco al ser el principal tenedor de bonos estadounidenses. La vulnerabilidad y riesgo en que está entrando la economía China, es de consecuencias fatales especialmente para los países latinoamericanos cuyo crecimiento viene liderado por Así¬a, no por Europa ni Estados Unidos.
El horizonte para Venezuela es el mismo, o peor que el vivido con la contracción económica mundial del 2008, momentos de picada en el ingreso petrolero que vienen a mostrar el límite financiero de nuestras políticas sociales garantistas.
¿Cómo protegernos? ¿Cómo mantener nuestra ruta ascendente en superar la pobreza y elevar la calidad de vida de nuestra gente? Estamos seguros que la respuesta no es la clásica fórmula neoliberal de reducir el gasto público y descargar sobre los hombros del pueblo la crisis creada por los capitalistas.
Nuestra alternativa está en configurar de cara al próximo plan nacional de desarrollo 2012-2021 un nuevo enfoque centrado no en el crecimiento, sino en el decrecimiento. El decrecimiento hace referencia a una perspectiva económica y ambiental que estima que la crisis climática y la crisis estructural del capitalismo sólo podrán ser superados desde la izquierda si se abandona el modelo de desarrollo productivista, su culto al crecimiento por el crecimiento sin valorar los límites, así como la sobrevaloración del patrón energíético y tíécnico-científico actual.
¿Quíé significa esto para Venezuela? Significa comprender que nos aproximamos a un límite del tiempo histórico donde los elementos fundamentales para nuestra superviviencia y la reproducción como sociedad, son la energía, el alimento y el agua, y no las clásicas metas financieras e industriales. En consecuencia, significa profundizar la construcción y materialización de un nuevo patrón energíético sostenible, superar el petróleo para la generación elíéctrica, superar el petróleo para la dinamización de nuestra industria, superar el petróleo como ícono de civilización.
El decrecimiento para Venezuela tambiíén significa centrarse en el alimento como alternativa a la crisis, producir nuestro propio alimento desde patrones tecnológicos propios, pues poco haremos si activamos un modelo agroproductivo dependiente de divisas para la importación de tecnologías, insumos y semillas. Se podría argumentar que ya lo estamos haciendo; pero es imperioso reconocer lo limitado del esfuerzo, es urgente entender que nos deslizamos hacia una situación global que traerá dimensiones de crisis jamás conocidas por nosotros.
El decrecimiento tambiíén significa reconstruir un nuevo sentido de industrializar, en el pasado el fracaso del modelo sustitutivo estuvo dado por una ausencia de conciencia sobre las fuerzas y valores propios, se mantuvo la preeminencia de patrones culturales y de consumo foraneos a la par que se despreciaron las capacidades nacionales propias. Debemos reconstruir tejidos industriales mucho más integrados a los territorios, mucho más siníérgicos con las potencialidades y necesidades locales.
No estamos hablando de apocalipsis, hablamos de la construcción de una política responsable y capaz de conjurar, desde la izquierda, la creciente crisis del capitalismo global que en la díécada en curso estremecerá a todo el planeta.
La construcción de una ruta de desarrollo endogeno, articulada con latinoamerica y respetuosa del ambiente será nuestro antidoto, ante el inminente colapso del modelo financiero capitalista globalizado,