Por  Michael Pento

En contraste con una depresión, una recesión es relativamente fácil de solucionar. La génesis de una recesión es una excesiva creación de crédito por parte de los bancos y la Reserva Federal. El aumento de la oferta monetaria empuja la inflación al alza, que es atajada por los Bancos Centrales elevando sus tipos de interés, para drenar liquidez y relajar la oferta monetaria.

Los tipos de interés más altos sirven para cortar los préstamos de consumo y la cantidad de dinero en el sistema en comparación con la disponibilidad total de bienes y servicios. Una vez que los precios vuelven a tasas adecuadas, la FED empieza a reducir los tipos de nuevo, y el auge del ciclo se repite.

Sin embargo la única cura para la depresión es un tiempo. No la derogación del libre mercado. Las semillas de una depresión son un extremo suministro de dinero y crédito durante un periodo prolongado de tiempo.

Cuando se produce este fenómeno, se produce un nivel de endeudamiento pernicioso para impregnar toda la economía. Todos los sectores de la economía se encuentran sobre-apalancados y la necesidad de reducir deuda se convierte en fundamental. Entonces la economía experimenta una severa contracción en el PIB.

En una depresión, la reducción de la deuda no se produce por aumentos de tipos de interés, sino por la incapacidad de la economía para asumir más deuda.

Una depresión puede durar muchos años, hasta que tanto los consumidores, los bancos y el gobierno realicen un doloroso esfuerzo de desapalancamiento.

Lamentablemente, las medidas adoptadas por el gobierno para estimular la economía se están basando en el aumento del gasto público y en la reducción de los tipos de interés. Estas son las mismas estrategias utilizadas para combatir una recesión, pero no tienen un efecto deseado ante las Depresiones. Los niveles de deuda se han convertido en insostenibles. No se trata de tipos de interés más bajos, lo que busca el consumidor es menos deuda. De hecho, todos los intentos del gobierno para solucionar las Depresiones, tienden a agravarlas. Esto lo vimos en la Depresión del Japón de la Década de los  90, como en la Gran Depresión de EEUU en la década de los 30.

El único remedio para las Depresiones es el TIEMPO. Tiempo para que la valoración de los activos se reduzca hasta niveles históricos que permitan ser asumidos por un mercado libre. Tiempo para que los niveles se aminoren, sin tener que forzar para ello los tipos de interés. Cualquier intento para prevenir el desapalancamiento y apuntalar los precios de los activos causará que el proceso de curación se alargue años. El aumento del gasto público incrementará aún más el nivel de deuda de una economía, y recrudecerá el problema.

La pregunta sería, ¿tenemos paciencia para dejar que el libre mercado actúe, y corrija los excesos aunque tengamos que soportar varios años de dificultades, para concluir con un país mucho más fuerte, o la obligación de invertir nos impulsará aún más profundamente en el abismo?.