Por… Beatriz De Majo C.
Parece que el gobierno chino se está animando a controlar a su galopante economía.
El incremento de las tasas de interés que se decretó la semana pasada es signo de que las autoridades están determinadas a luchar contra los efectos de una desproporcionada e insostenible aceleración económica que muestra síntomas de creciente inflación, sensibles incrementos de los valores inmobiliarios y exportaciones desbocadas. Esta es la primera vez que el costo del dinero se ajusta hacia la alza desde diciembre de 2007.
Los mercados mundiales se sacudieron tras el anuncio y los precios de los commodities también se resintieron.
Pero el impacto, en realidad, fue leve porque no sólo el incremento fue simbólico, sino que, además, las tasas aún se encuentran en niveles excesivamente bajos. Un día más tarde, las caídas bursátiles y los bajones de precios de las materias primas se habían revertido. Y la percepción de los analistas es que la medida de carácter interno no va a tener un impacto sensible en la cotización del yuan. Por ahora.
La reacción mundial ante la decisión del Banco Central chino es una muestra de cómo cualquier gesto por encauzar la economía del segundo jugador en la economía global incide en el resto de la dinámica planetaria.
La preocupación manifestada por parte de los grandes países del mundo fue proporcional a su tamaño y no puede ser de otra manera, después de haber asistido al fenómeno de la descolgada inmisericorde de los índices de Dow Jones, Nasdaq, Standart & Poors, FTSE y DAX, como consecuencia de un incremento de apenas 0,25 por ciento en las tasas de interés del país asiático,
Por eso cobra enorme importancia la próxima reunión del G20, que tendrá como eje principal el estudio de las vías para minimizar los efectos que los cursos de acción emprendidos por los grandes actores de la economía mundial en el sostén del valor de sus monedas pueden llegar a tener en las corrientes de los intercambios.
Lo que pudiera estarse fraguando domésticamente en cada uno de ellos es el sentimiento de la necesidad de establecer medidas precautelativas de protección comercial- subsidios, aranceles, contingentamientos y cupos para afrontar los peligros de una guerra monetaria en extremo peligrosa. En un momento en que los grandes países hacen esfuerzos denodados de recuperación de su expansión, tratando de vender fuera de sus fronteras lo que sus nacionales no consumen por el impacto de sus propias recesiones internas, una corrección monetaria de significación en China podría causar estragos y llevarse por delante todos sus planes.
El episodio del incremento de la tasa de interés china, lo que no fue otra cosa que un ejercicio tímido de corrección de variables internas, es un recordatorio temprano de quién es quien lleva la voz cantante en los escenarios globales.
Si el impacto en los mercados de talla es impredecible, los daños que podríamos acusar colateralmente los pequeños países que vivimos en la órbita del dólar o hasta del euro se califican de desastrosos.
Es que es más cierta que nunca la máxima de que cuando China estornuda, el mundo entero se enferma con neumonía.
Suerte en sus inversiones…