Tras ocho años en el poder Vladimir Putin logró poner bajo control del Kremlin, no sólo el Gobierno, hizo lo mismo con el Parlamento, la Comisión electoral, los canales de televisión y las principales empresas. Sin embargo, hay todavía cosas que escapan a su control, el precio del petróleo y las cotizaciones del dólar y del euro son algunos ejemplos. Y claro si alguien pensaba que la crisis iba a pasar de refilón por el país de los zares, pues resulta que se equivocó ya que la crisis financiera ha llegado a Rusia con toda su crudeza. Las Bolsas rusas continúan en caída libre, su moneda, el rublo, se devalúa, las reservas disminuyen vertiginosamente y claro está en esta situación la fuga de capitales se intensifica. Añádanle una inflación desbocada y la sombra amenazante del paro y tienen el escenario perfecto para una “ensalada rusa”.
Rusia, tiene un superávit comercial del 11% del PIB y ocupa el tercer lugar del mundo en cuanto a reservas, detrás de China y de Japón. Según fuentes oficiales las arcas en oro y divisas del Banco Central de Rusia (BCR) alcanzaron en agosto pasado la cifra de 600.000 millones de dólares, además el país eslavo cuenta con unos nada despreciables 200.000 millones de dólares en fondos soberanos y casi no presenta deuda externa, un chollo vamos.
Pero como todo lo bueno, se acaba algún día y la época de vacas gordas tocó a su fin, los rusos tuvieron que volver a la realidad. La capitalización del mercado bursátil ruso ha disminuido en un 70%, siendo una realidad casi diaria la suspensión de cotizaciones para detener las caídas.
Las reservas del BCR, también se han reducido considerablemente, 163.000 millones en cuatro meses. Ante esta situación, Dimitri Medvédev, anunció en su momento una nueva ayuda estatal de 143.000 millones de euros, pero como se esperaba estas medidas no están dando el resultado esperado y la economía rusa, como otras muchas, ha entrado en recesión. El rublo cae en picado, ya que desde septiembre se ha devaluado alrededor de un 15% con respecto al dólar.
Pánico es lo que sienten los inversores y cada vez está haciendo más mella en la población de a pie. Las empresas quiebran, sus empleados pasan a engrosar las listas de parados, más de un 6% actualmente, y en consecuencia el consumo se retrae.
La desconfianza en el sistema, ha lanzado a los rusos a sacar desesperadamente sus ahorros de los bancos y a cambiar los rublos por dólares o por euros. Según datos del Banco Mundial, desde agosto ha habido una fuga de capitales del orden de 50.000 millones de dólares y la cifra alcanzará los 100.000 millones durante 2009.
El dato que completa el desolador panorama es el repunte incontrolado de la inflación (superior al 10%).
Todos los expertos coinciden a la hora de afirmar que el principal problema de la economía rusa es su escasa diversificación y la excesiva dependencia que tiene de la exportación de materias primas, materias, cuyos precios, como todos bien sabemos, descienden sin cesar.
Añádanle, el conflicto del gas, diversos movimientos en contra del Gobierno…
En fin, esta es la situación actual del país, se habrán dado cuenta que muchos de los conceptos tratados, nos resultan enormemente familiares, y que si cambiáramos de escenario, podríamos estar hablando de la crisis que nos azota, de “nuestra” crisis. Pues es verdad, nuestra situación es similar, claro está, con una gran diferencia, Rusia exporta materias primas en cantidades enormes, nosotros las tenemos que importar. Es decir, nuestra verdadera situación es probablemente bastante peor que la dibujada en estas líneas. Por lo tanto creo que ha llegado el momento de gastar menos, de invertir lo ahorrado en lo que verdaderamente necesitamos y pensar que esto no es más que un requisito funcional para que el conjunto del sistema marche mejor.
Salud y suerte en las inversiones, las vamos a necesitar.