Si cree como Henry Paulson, secretario del Tesoro de EEUU, que lo peor de la crisis ha quedado atrás, es el momento de volver la mirada hacia el papel emitido por las empresas -acciones y bonos-, duramente castigado por los inversores en 2008.

Las turbulencias que atraviesan los mercados desde enero no han dejado títere con cabeza. El 80% de los valores del Ibex 35 y más del 90% de los del EuroStoxx 50 se mantienen en números rojos en el año. Si el castigo a las acciones de las compañías cotizadas ha sido generalizado, los bonos corporativos no lo han resultado mejor parados.

Los spreads de la renta fija corporativa (puntos de rentabilidad extra sobre la deuda pública que se exige a las empresas a cambio de confiarles su dinero en lugar de a los gobiernos) se han disparado hasta los niveles de 2002, según los índices Itraxx, que son la referencia para medir la evolución de los bonos de empresa.

Los expertos coinciden en señalar que estos varapalos  exceden lo razonable. Se ve especialmente claro en el caso de la renta fija de las compañías, que estaría descontando un escenario que no tiene que ver con la realidad, similar a la situación que vivieron las empresas tras el pinchazo de la burbuja tecnológica, como recuerda Iván Díez, gestor de Capital at Work.

“El balance corporativo a nivel agregado estaba muy perjudicado en 2002 y, efectivamente, se produjeron impagos. La situación ahora es mucho más saneada y, sin embargo, los inversores se han metido en los primeros meses del año en un espiral de ventas que se explica por las incógnitas sobre el volumen de pérdidas de las subprime y la inquietud que se desató acerca de que los bancos afectados tuvieran que vender sus carteras de bonos”, explica Arlo Carrió, gestor de renta fija de Urquijo Gestión.

Para los profesionales, este tratamiento de los inversores a los bonos corporativos ha sido injustificado. De hecho, hace unas semanas el clima empezó a cambiar. “El rescate de Bearn Stearns por parte de JPMorgan y la Fed parece haber supuesto un punto de inflexión en el mercado de crédito”, comenta Gregorio Ollaga, gestor de Renta 4.

Paralelamente, el mercado primario de bonos -las nuevas emisiones de renta fija corporativa- ha pegado un fuerte acelerón en los dos últimos meses, después de haber estado cerrado durante varios meses por la incertidumbre sobre la crisis crediticia. Varias compañías y bancos europeos del Euro Stoxx 50 -entre ellos Santander e Iberdrola- han colocado emisiones de bonos en el mercado en marzo y abril.

Todo esto es señal de que los mercados se están normalizando, aunque con un coste todavía elevado para las empresas, según los expertos. De ahí que éstos opinen que  puede ser un buen momento para volver a depositar la confianza en las empresas. ¿A través de la bolsa o comprando bonos corporativos? sería la disyuntiva.

“Nunca se sabe qué inversión es mejor que otra. Depende de tu perfil”, en palabras de Díez, que resumen la opinión generalizada entre los expertos. En todo caso, para Díez, a pesar de “que todo el mundo está en depósitos”, es un buen momento  para entrar tanto en bolsa como en bonos corporativos, siempre que se asuma que la volatilidad ha vuelto a los mercados, “que es lo normal, no la excepción como ocurrió en los últimos años”.

Eso sí, buscando compañías líderes y sólidas, lo que en bolsa se identifica con valores de calidad, y en renta fija corporativa se les clasifican como empresas con grado de inversión, es decir, aptas para la compra por parte de fondos de inversión y compañías aseguradoras reguladas porque se presupone que no hay riesgo de que incumplan sus compromisos.

Es decir, si a alguien le convence por ejemplo Telefónica, la decisión de participar en la compañía a través de acciones o de bonos corporativos dependerá de sus expectativas de rentabilidad y aversión al riesgo y los plazos. En este caso la elección es posible porque la operadora de telecomunicaciones cuenta con una amplia oferta de bonos con diversos vencimientos en el mercado. Pero hay que tener en cuenta que muchas de las compañías cotizadas no emiten deuda.

Siguiendo con Telefónica, tendría que ponerse en una lado de la balanza las perspectivas de revalorización en bolsa -un 25%, hasta el precio objetivo del consenso de los expertos que reúne FactSet-, y la rentabilidad por dividendo esperada -un 5,28% para 2008 y un 6,07% para 2009, según los datos de FactSet-. En el otro platillo habría que ponderar que puede comprarse un bono que vence en tres años y que le ofrece un cupón del 5% anual. Se trata, en suma, de valorar altas expectativas frente a una remuneración moderada pero segura.

De ahí que los expertos insistan en señalar que cada cual tiene que definir sus preferencias. Eso sí, algunos, como Jaime Albella, gestor de BNP Paribas subraya que la bolsa  está históricamente baja, se mida con el patrón que se mida. Esta firma utiliza el modelo de la Fed que consiste en restar a la inversa del PER (precio/beneficio por acción) la rentabilidad del bono.  “O la bolsa está regalada, o los bonos están muy caros”, dice Albella y para este experto hay numerosos signos de que se trata de lo primero.

Dudas:

En todo caso, como dice David González, gestor de patrimonios de Banca Gottardo, “aunque las bolsas no están caras desde el punto de vista fundamental, las dudas sobre la profundidad y duración de la desaceleración económica mundial (especialmente en Estados Unidos) pueden hacer atractiva la inversión en ciertos valores de renta fija con un vencimiento de entre dos y tres años para aquellos inversores que prefieran cierta tranquilidad para sobrellevar este periodo de incertidumbre.

En las últimas semanas hemos visto emisiones de bonos de bancos y cajas españolas de gran calidad (Santander, Caja Madrid y Bankinter) con rentabilidades superiores al 5% que pueden ser una buena manera de preservar el capital en el medio plazo”. Los mejores depósitos de los bancos y las cajas también están rentando por encima del 5%.

Los expertos creen que aparecerán nuevas oportunidades interesantes para comprar bonos corporativos en el mercado primario, es decir, en el momento de la emisión, porque se esperan nuevas colocaciones. Pero también existen buenas opciones en el mercado secundario, donde cotizan los bonos, y la rentabilidad varía según el precio de la cotización.

“Teniendo en cuenta que la prima de riesgo en el mercado está todavía alta, consideramos que es momento de tomar posiciones en bonos corporativos con grado de inversión, mientras que somos cautelosos respecto a los bonos high yield (alta rentabilidad), segmento en el que esperamos un fuerte aumento de los impagos”, explica Andreas Römer, experto de DWS.

Si el asesoramiento de los expertos es importante en cualquier inversión, en el caso de la adquisición de bonos corporativos es imprescindible porque este mercado es prácticamente inaccesible para los particulares. Además, se trata de un tipo de activos complicado. Por ejemplo, hay que tener en cuenta que muchas emisiones no son líquidas cuando quedan plazos cortos, ya que muchos inversores deciden permanecer hasta el vencimiento.

Los profesionales dicen que hace dos o tres semanas se abrió una ventana de oportunidad magnífica en los bonos corporativos, y que, como ha ido muy deprisa, los precios no son ya tan interesantes. Pero pensando en una inversión a más largo plazo, existen alternativas atractivas.

Carrio destaca el gancho que ofrece Repsol. “Después de la venta del 25% de YPF es como si no tuviera deuda neta. No habrá ningún problema con su balance. Así que resulta muy interesante por ejemplo el bono de la petrolera a dos años, que ofrece una TIR (tasa interna de rentabilidad) del 5% y un diferencial de 50 puntos básicos sobre el swap (futuro sobre tipos) dos años, que en el caso del Gobierno español se sitúa en el 3,8%”. 

Capital at Work apuesta por los bonos de BBVA y Popular, y varias compañías europeas: Lafarge, Saint Gobain, Schneider, KBC, Arcelor, E.on y Ciments.