Po… Ramiro Velásquez Gómez

Como el cuento: si es tu mamá, que estoy bañándome. Y no con la secretaria. El mundo es hoy una invitación a la mentira. Desde que se es niño, hasta adultos. Lo primero, para solucionar nimiedades. En la edad adulta, quizás por la dura competencia que representa vivir.

“Señor, señor: cómo es tan dado este mundo a la mentira”: Shakespeare en Henry IV.

A los niños les enseñamos pronto a mentir. Y mienten las personas, mienten los gobiernos, mienten las instituciones, mienten los políticos, mienten los periodistas, mienten los empresarios, mienten los publicistas, mienten los estudiantes, mienten los profesores, mienten los religiosos. Miente hasta el mismísimo diablo. Mienten los científicos, llamados a descubrir las verdades. Hasta los chinos.

China vendió en 2008 leche en polvo para consumo humano adicionada con melamina, que aumenta el contenido proteico, pero mata y enferma. Y también cuido para perros. No tardaron las denuncias. El gobierno ajustició a los responsables. Pero este año, vendió lo que sobró aquella vez. Pobres perros, pobres niños.

Desde mediados de año, el mundo científico se sorprendió: Marc Hauser, investigador de Harvard y considerado autoridad mundial en asuntos del conocimiento y el lenguaje animal (varias veces lo hemos citado en textos de ciencia), fue acusado de conducta deshonesta en artículos científicos: fabricó datos. Cognition , una de las revistas, tuvo que retractarse. Un comité de Harvard lo halló culpable de conducta incorrecta en ocho ocasiones.

Dos científicos del laboratorio líder en terapia genética de la Escuela de Medicina del Monte Sinaí, cuyo nombre se reservó, fueron despedidos en estos días por conducta inadecuada. Tendría que ver en parte con artículos en los que se hablaba del uso de la bacteria Clostridium perfringens para atacar tumores.

El inglés de nacimiento Steven Wilce, por cinco años director de la Agencia de Tecnología de Defensa en Nueva Zelanda, renunció este mes tras comprobarse que su hoja de vida era inflada y nunca fue ni hizo lo que decía. Es más: empresas que dirigió antes fueron un fracaso. (Parecido a un caso vial en Colombia).

Se le eriza a uno la piel: trae Nature esta semana una noticia breve pero contundente: una encuesta de Union of Concerned Scientists con más de 1.700 inspectores de la Agencia Federal de Drogas y Alimentos (la famosa FDA) y el Departamento de Agricultura reveló que el 38 por ciento creía firmemente que la salud pública había sido afectada por prácticas de la agencia atendiendo intereses particulares. Un 23 por ciento dijo que al menos una vez en el último año le habían pedido alterar o excluir información de documentos científicos.

¿Por qué somos así? ¿Estrategia de supervivencia? Mentiras. El reino de la farsa. Y ójala me crean.

 Suerte en su vida y en sus inversiones…