Por  Santiago Niño Becerra.

El inicio de la Depresión puede expresarse de una forma muy simple: se dieron a la vez una crisis de sobreproducción y otra de subconsumo; con los instrumentos de política económica entonces disponibles la crisis -sistémica- estaba servida. Ahora, de otras maneras, está sucediendo algo que se le parece muchísimo.

Hasta que en Francia empezó a plantearse la posibilidad de que M. Françoise Hollande ganase las elecciones presidenciales el camino, con protestas de los PIIGS incluidas, era único: la limpieza, la reducción del déficit, el desapalancamiento. La fórmula no era discutida: no gastar lo que no se tiene y recortar y subir impuestos a fin de enjugar el saldo negativo existente y pagar lo que se debe. Desde que parece claro que en Francia habrá cambio de presidente están empezando a salir voces contrarias al plan en marcha. Y siempre es lo mismo: se pone como ejemplo la recuperación que está habiendo en USA.

Pasado mañana hablaremos de USA con más detalle, pero vaya por delante que Europa no puede hacer lo mismo que USA porque a USA le sostiene el resto del mundo y a Europa no le sostiene nadie; de lo que se deduce que USA va a tener unos problemas de pánico cuando ese resto del mundo no pueda seguir sosteniéndole, pero eso es otra historia. Europa, decíamos, sólo cuenta con ella misma y con lo que pueda intercambiar por ahí; poco más.

Por tanto, pienso que en Europa no debe poner en marcha una política generalizada de más gasto porque perdería la credibilidad que tiene, y, además, no puede hacerlo porque la capacidad de endeudamiento de Europa y de las empresas, de las entidades financieras y de las familias europeas está agotada: a-go-ta-da (la de USA también, pero recordemos: le sostienen).

M. Hollande ahora que está en campaña dice muchas cosas (recordemos al actual presidente del Gobierno del reino: ‘No van a subir los impuestos’), cuando esté residiendo en el Palais de l’Élysée, si llega a estarlo, veremos que dice cuando le muestren números que ahora no está autorizado a ver.

Lo que es totalmente absurdo es pretender que, en medio de una crisis sistémica, un país reduzca su déficit ocho puntos en cuatro años, y es absurdo porque no se puede a no ser que se recurran a métodos hoy no admitidos. Se puede vender la idea, utilizarla como herramienta propagandística, pero no se puede conseguir porque es imposible; y claro, cuando se quieren recoger los frutos de lo que se puso en marcha a partir del supuesto de que tal cosa se conseguiría, sucede lo que sucede: crecientes precios a pagar para que te compren la deuda pública, desconfianza absoluta de que esa economía vaya a poder pagar lo que debe y exigencia creciente de recortes de gasto y subidas de impuestos. Todo ello lo que deriva es en mala gaita, peleas entre los socios y empobrecimiento rampante de los-que-siempre-pagan: la gleba, el pueblo, la ciudadanía: los nombres cambian pero el hecho de ser los que pagan permanece.

Si quieren, lo que viene, llámenlo una vía alternativa, tanto da. Pienso que, a la vez, a-la-vez, a partir de ya deberían darse cuatro pasos: 1) en este batiburrillo actual hay algo se tiene dejar muy claro, 2) es imprescindible llegar a un acuerdo y cumplirlo, 3) es menester hacer un pronunciamiento y 4) es inaplazable abordar tres tareas.

Lo que hay que dejar claro: que a nadie se la va a echar del euro y que nadie se va a ir del euro porque a nadie le conviene que nada de eso ocurra.

El acuerdo: realizar planes de reducción del déficit a medida para cada país miembro del euro (fíjense en que digo ‘miembro del euro’, los demás de la UE ya veremos después que pasa con ellos). Planes: ‘tienes que hacer esto y no hacer lo otro; y lo tienes que hacer sí o sí, ¿vale?’. A medida: no son iguales las recetas que debe aplicar España, Grecia o Francia para reducir su déficit. Alemania, pienso, aunque atina en el final al que debe llegarse y tiene muchos recursos, carece de ideas para salir lo menos tocados que sea posible de este atolladero.

El pronunciamiento: no hay un año único de llegada para todos ni al 3%, ni al porcentaje que sea; la cifra y el año ya se decidieron a principios de Febrero: el -0,5% en el 2020. Hay que tomar eso como referencia y aplicar esos planes a medida para cada país para llegar ahí.

Las tareas (recuerden: tienen que hacerse a la vez y en todos los miembros del área euro): a) llevar a cabo un exhaustivo análisis del gasto: lo que se gasta, ¿se está gastando bien?, b) hacer una lista con todos los activos que tienen en sus balances todas las entidades financieras y anotar al lado el valor por los que están contabilizados y el valor real que ahora tienen en la calle, y c) confeccionar una lista de todo lo que debe cada país y a quién se lo debe, y otra lista en cada país que recoja quien debe qué a quien.

A continuación alguien muy, pero que muy importante, tiene que salir por la tele y decir a la gente que sus depósitos bancarios están garantizados pase lo que pase, sin ningún lugar a género de dudas y aunque se hunda el mundo, a la vez que se limitan los reintegros en efectivo y el libre uso de tarjetas a una cantidad suficiente -por ejemplo diez veces el salario mínimo al mes- dejando muy claro que ese proceder tiene un horizonte temporal limitado al periodo necesario para ordenar las deudas y el estado de las entidades financieras.

Una vez hecho esto debe hacerse un pase mágico: la porquería de los bancos de todos los países pasaría a ser porquería común de todos los países, a la vez que las deudas públicas quedan aparcadas, es decir, son mantenidas donde se encuentran, y se procede a decretar la suspensión temporal del pago de intereses.

Ventajas de actuar así: no se producen formales minusvalías de activos con las consecuencias que ello tiene, aunque los inservibles quedan inutilizados; todos el mundo se hace responsables de esos activos malos debido a que es un problema general al afectar a la moneda común; y, al congelar el pago de intereses, se liberan fondos para aplicar a otros menesteres, por ejemplo a estimular el crecimiento: evidentísimamente, de forma regulada por técnicos con criterio. España, por ejemplo, liberaría 26 mM€ sólo en el 2012. Paralelamente podrían llegarse a acuerdos para compensar deudas. (Se habrán dado cuenta de que son medidas que se acercan al concepto de Eurobonos pero sin revolver nada).

Mientras, comités técnicos van analizando que tareas públicas son esenciales. En los casos que sea posible, es decir, que no reduzca la productividad por la especial carga de trabajo manual de la tarea, se reparte el tiempo de trabajo y el salario. Se realiza un catálogo de áreas, compañías y actividades con posibilidades a fin de potenciarlas, y las que no lo sean se semiabandonan. Se pone en marcha un proceso de redefinición de las administraciones públicas: municipios, departamentos, regiones, landers, …

Se instaura un subsidio de subsistencia y un sistema de bonos de comida, y se ocupa en tareas que ahora nadie realiza a los perceptores de tal subsidio, sin excepción, siempre que la tarea sea necesaria y no suponga un consumo de recursos mayor del beneficio que genera. Se garantiza el acceso a los servicios públicos esenciales sin distinción, pero exigiendo contribuir según la renta. A partir de esa esencialidad cada persona deberá hacerse responsable de sí misma.

Y todo eso, insisto, lo llevan a cabo todos los miembros del euro con criterios idénticos. Y debe hacerse pensando en el compromiso adquirido para el 2020 Y sí: lo anterior significa intervenir la economía, ya.

Luego, cuando se haya asimilado y diluido el primer gran impacto de la crisis: en el 2013 / 2014, ya puede pensarse en una reforma fiscal que entiendo debería eliminar los gravámenes sobre los ingresos e instaurar un impuesto único sobre el gasto con tipos variables según el bien y tipos negativos para los bienes básicos.

De esto no saldría una New Europe en la que todo, de nuevo, fuese a más basado en un nuevo endeudamiento, eso se ha ido para no volver. Saldrá, pienso, una Europa sana, adaptada a un mundo de escasez, en la que las zonas potentes generen un PIB de alto valor y en la que la eficiencia lleve la pauta y donde un nivel bastante elevado de desempleo estructural del factor trabajo será inevitable. En resumen, una transición menos traumática hacia la imprescindible optimización y el imperioso aprovechamiento de recursos.

Como en la Depresión, esta crisis sistémica es inevitable: todas lo son, lo que sí puede conseguirse es que sea menos penosa y que sirva para preparar con tiempo lo que va a venir. Y lo vuelvo a decir: todo lo anterior no es política.

Foro de bolsa, un saludo.