Por Vidivi

Hasta qué punto es importante conocer si hay brotes verdes en la economía que marcan el camino de la recuperación o si estos brotes son blancos y poco se puede esperar de ellos? Desde un punto de vista coyuntural, saber cuándo tocamos fondo en esta crisis es importante, pero saber cuándo, cómo y a qué ritmo vamos verdaderamente a crecer lo es aún más. Sucede, lamentablemente que el árbol -en este caso más bien los brotes- no nos dejan ver el bosque.

Y es que la economía española se encuentra en una encrucijada. Si bien existen tareas urgentes de corto plazo, las reformas estructurales son las que pueden definir el alcance del modelo de crecimiento español en los próximos años. Son la semilla del crecimiento económico de nuestro país en el futuro. En algunos aspectos clave como las instituciones laborales o el sistema educativo, el verdadero y necesario cambio de modelo no ha llegado. Al menos, ahora se debate sobre estos aspectos como no se había hecho en mucho tiempo. Algo es algo. Y en este debate es imperioso que todos nos liberemos de pretendidas servidumbres ideológicas y entendamos que los sistemas cambian y que, para ser eficientes -no solo económicamente, sino también socialmente- es precisa una adaptación y una dinámica de aceptación de un nuevo modelo.

En este punto, la crisis, sin que sea preciso ni útil buscar culpables, evidencia los fallos del esquema vigente de crecimiento, que ha permitido alcanzar grandes logros en las últimas tres décadas pero que, como sucede en tantas otras facetas de la vida, no es para siempre. Por lo tanto, tenemos tareas de corto y largo plazo que es preciso compatibilizar con valentía y coraje para que, apuntando en una nueva y esperanzadora dirección, podamos mantener la pujanza y el papel creciente que España se ha ganado en el contexto económico internacional. Las tareas más imperiosas las dicta la necesidad de actuaciones en dos frentes: el sector bancario y el mercado de trabajo.

En lo que al sector bancario se refiere, aún puede afirmarse sin demagogia alguna que el español se cuenta entre los más solventes, eficientes y rentables del mundo. Sin embargo, se evidencia al mismo tiempo que el envite de la crisis financiera ha afectado al sector bancario español, al igual que ha sucedido, ya desde hace muchos meses atrás, en la mayor parte de los países de nuestro entorno. En países como Reino Unido, Alemania, Holanda o Austria, la intervención pública del sector bancario ha incluido nacionalizaciones implícitas, inyecciones de capital y otras medidas de apoyo de gran (y tal vez excesivo) calado. En España ha llegado el momento de afrontar las dificultades por las que atraviesan las entidades y en esta dirección la novedad más importante es el proyecto que pronto verá la luz, que marcará la reestructuración del sector y las ayudas públicas paras ello. A nadie se le escapa que no hay brotes verdes sin un sector bancario fuerte. El mapa de entidades bancarias está llamado a reducirse y la nueva ordenación de bancos, cajas de ahorros y cooperativas de crédito en España ha de tener como resultado un sector tanto o más competitivo a escala nacional e internacional como con el que contamos ahora. En suma, con la llegada del verano, parecen avecinarse grandes cambios en el sistema financiero español.

En cuanto al otro reto, hacer frente a los problemas del mercado de trabajo y al desempleo, en los últimos meses se han debatido las propuestas que un gran número de economistas suscriben respecto a la necesidad de una reforma de los contratos, convenios colectivos y sistemas de protección del mercado de trabajo. Sería bueno avanzar en esta dirección y, si es posible, es deseable que se haga en un marco de concertación social, libre de alarmismos, ya que estas iniciativas persiguen crear empleo y que éste sea estable en el largo plazo. El mercado de trabajo no es el culpable de la crisis pero la está llevando muy mal y algo debe cambiar. Esta tarea se convierte en el primer paso hacia un cambio estructural de gran calado para España, un mercado de trabajo más adaptado a las nuevas condiciones de la economía internacional y menos sensible a los vaivenes de la coyuntura.

Las necesidad de estas dos reformas establece una unión directa entre el presente y el futuro y tal vez sean las mejores oportunidades para concretar el modelo de economía sostenible. Otros aspectos como la innovación y la educación deben también formar parte del cambio de modelo. Los brotes abren un camino a la esperanza pero la dimensión de nuestras ilusiones depende de nuestras aspiraciones y de saber establecer el vínculo entre lo estructural y lo coyuntural. Como dice el proverbio chino, el árbol más fuerte y frondoso vive de lo que tiene debajo, es decir, los brotes tienen su importancia pero la fortaleza de las raíces la tiene aún más.